Quirino Ordaz seguramente expuso a algunos de los grandes empresarios de Sinaloa la medida de incrementar el Impuesto Sobre Nóminas desde su arranque. Son al mismo tiempo grandes empleadores y en consecuencia quienes de entrada estarán absorbiendo lo fuerte del incremento de la tasa, que en su caso pasa de 1.5 al 3 por ciento. Estarán contribuyendo el doble que este 2016. Era ahora o nunca, porque para 2018 el ambiente político estaría peor con la carrera presidencial desbocada. Solo así, con un aviso previo al menos, se explica el silencio de la cúpula empresarial de Sinaloa ante la medida aprobada por el PRI y el PAS en el Congreso, sin el PAN, Morena y el solitario del PRD.
Cierto que nunca se verá a los Ley, Coppel, De Nicolás, Carranza o Vizcarra enfrentados con algún poder por una situación como esta, pero sí operar desde sus áreas de influencia que son muchas. El reclamo en este caso les llegó a los legisladores desde las cámaras empresariales, y el más aireado de Coparmex con Enrique Pun Hung.
Sinaloa tenía la segunda tasa más baja del Impuesto Sobre Nóminas en el país, ahora (aunque la tasa será diferenciada según el monto de la nómina) se va al extremo de quienes tienen la tasa más alta: Chihuahua, Ciudad de México, Puebla, Veracruz.
El gobernador electo sabe desde hace mucho la precaria situación financiera en que recibirá al estado junto a una federación que tiene también disminuido su presupuesto. Como secretario de Administración y Finanzas que fue, conoce también los márgenes tan estrechos que tienen las entidades federativas para manejar los ingresos propios, que llevan a depender en más de un 90 por ciento de los envíos de las partidas presupuestales federales.
Políticamente también se jugaba mucho Quirino Ordaz, una torpeza en la operación del incremento al ISN hubiera sido devastador para su gobierno que todavía no empieza. Aunque en la formalidad se operó en el Congreso, en la realidad detrás tenía que estar el equipo de Ordaz Coppel y él mismo. El objetivo de sacarlo adelante lo cumplió, sin torpezas que lamentar. De las críticas no se salvaría de ningún modo, son inevitables en temas de impuestos. Nadie anda por ahí queriendo pagarlos o buscando contribuir más, sino exactamente lo contrario, buscando los vericuetos para evadirlos con estrategias fiscales en el mejor de los casos.
Margen de error
(Silencio) Lo que sí resulta inexplicable es que acompañado del incremento al Impuesto Sobre Nóminas, no estuviera la exigencia de que el nuevo gobierno transparente esa parte del presupuesto. Ante lo imposible de parar la nueva tasa que entrará en vigor en 2017, lo que debe seguir es la implementación de los mecanismos para vigilar ese gasto.
Pero hasta este momento la discusión no se encuentra ahí. Mejor para el equipo de Quirino Ordaz, aparentemente. Más aun cuando la experiencia anterior de tratar de vigilar el gasto, cuando Malova aceptó un Consejo Ciudadano que estuviera pendiente de las obras contempladas en el Megapréstamo, terminó en críticas por la renuencia de funcionarios a entregar la información.
No pueden tener los empresarios y otros grupos de ciudadanos mejor coyuntura para exigir en transparencia y rendición de cuentas que este momento. Una transparencia real, no la que siguió Malova en estos seis años, y una rendición de cuentas verdadera, no el remedo del gobierno que agoniza.
Y no solo eso, puede acompañarse con la revisión del aparato gubernamental que siempre se define obeso pero nunca se dice donde tiene la grasa, en qué parte se encuentran las fugas de recursos públicos sin resultados.
En asuntos de gobierno y servicio público las generalidades no ayudan.
Mirilla
(Prueba superada) El principal ganador de esta prueba no es Irma Tirado, la presidenta de la Junta de Coordinación Política, ni Aarón Rivas, el encargado de la Comisión de Hacienda. El ganador es Quirino Ordaz al lograr una inyección de recursos que serán oxígeno puro para el próximo año, sin un solo raspón y sin comprometerse a nada.
El Impuesto Sobre Nóminas solo está comprometido de manera clara apenas en un 10 por ciento, que se destina para la operación del Consejo para el Desarrollo Económico, CODESIN. Pero el restante 90 por ciento solo se expone en generalidades, que tendrían que revisarse a detalle.
Primera cita
(De 10) La guerra contra el narco en México es ya de 10… de 10 años. Si bien es cierto el Ejército siempre estuvo involucrado en labores de seguridad, de apoyo a entidades y hasta de combate directo al narco, nunca tanto y tan a fondo como a partir de diciembre de 2006 cuando Felipe Calderón obligó a las fuerzas armadas a tareas mayores.
Hasta ahora los mandos militares se atrevían solo en corto a mencionar que el Presidente —Calderón en su tiempo y Enrique Peña después— los mantenía en una lucha desigual y sin respaldo jurídico. Pero las recientes declaraciones públicas del General Secretario, Salvador Cienfuegos, hablan ya de una clara exigencia que en lo privado no ha sido atendida y obliga a llevarla a lo público.
El discurso de Cienfuegos como parte de una gira nacional por las zonas militares para saludar a mandos y tropa, se interpreta más como una crítica disidente que un informe desde dentro del gobierno. El hombre de más alto rango en la cadena expone que nunca pidieron estar donde están, en el frente de guerra pues, y que claramente los obligaron porque solo están recibiendo órdenes. Dijo que no siente a gusto, pero sobre todo admite que no estudiaron para perseguir delincuentes. Todo, después de señalar que pueden regresar a los cuarteles y encargarse de las facultades que le marca la Constitución, entre las que no se encuentran estar en las calles persiguiendo narcotraficantes (PUNTO)