Por décadas los científicos pensaron en la grasa como un tejido adiposo, un colchón o una reserva de calorías para los tiempos de ayuno prolongado. Hoy la ciencia sabe y entiende con evidencias claras que el tejido graso es una glándula, es decir, todo un órgano cuya estructura tiene muchas funciones, entre ellas, producir una serie de hormonas y substancias químicas que intervienen en los procesos metabólicos del cuerpo.
Todas las glándulas producen hormonas y el tejido graso no es la excepción. La biología molecular estudia muy de cerca al tejido graso del obeso y ha encontrado una relación mortal entre grasa y esperanza de vida.
Dice la ciencia que al final lo que determina la muerte del paciente obeso es la falla endotelial; es decir, la capa interna de todos los vasos sanguíneos deja de producir las substancias protectoras para el organismo, se atrofia por obstrucción y disminuye el aporte de nutrientes y la oxigenación celular y sobreviene la muerte, todo por la glándula asesina.
En síntesis, no es el aumento de peso lo que acaba con la vida del obeso, son las disfunciones multiorgánicas debidas a la disminución de nutrientes y oxígeno a las células cuando los vasos sanguíneos dejan de funcionar víctimas de la agresión del tejido graso.
El efecto dominó se inicia con la aglomeración del tejido graso, la conversión de grasa a glándula y la muerte por falla orgánica múltiple. Es importante la cifra del colesterol que finalmente también es grasa, la cifra de triglicéridos y los distintos componentes formadores de la famosa dislipidemia o trastornos de los lípidos, sin embargo, lo que termina con la vida de la persona no es la grasa en sí, es la alteración endotelial que se replica en los cientos de metros de endotelio, desde los grandes vasos del corazón hasta los capilares más distantes y aparentemente insignificantes.
Cuando vea a un obeso, lo que está viendo y lo que deforma su estructura corporal es la glándula asesina, es el tejido graso convertido en su verdugo que irá minando poco a poco su vitalidad hasta dejarlo noqueado en la lona de una cama de hospital o en el frío y silencioso respaldo de un ataúd.
Los intereses de la grasa son tan maliciosos como los intereses de las casas comerciales que te ofrecen todo sin enganche y con facilidades y al paso del tiempo terminas pagando dos o tres veces más el valor comercial del objeto. Así la obesidad se genera como resultado de los intereses tan caros y maliciosos que ofrece la comida chatarra o la GULA, y que al final el placer se convierte en dolor y el gusto por la comida se transforma en interés cuyo porcentaje es literalmente mortal. La glándula asesina tiene como rival imponente y campeón invicto al musculoso y enmascarado “hambre”.
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