Nació en Nogales, Sonora en donde el arte como oficio, no
existía y menos aún contaba con reconocimiento social. Él
comenzó a temprana edad a ensamblar inconscientemente
los desechos que arrojaba el mar, como una forma imaginar y
recrear instintivamente en el puerto de Guaymas en los años
treintas del siglo pasado no contaba con escuelas de arte,
por lo que desde muy joven ve en la transhumancia el único
camino para par ser artista.
Su primera escala como artista, Ensenada, en donde se
autoafirma, pero, como muchos artistas de sus generación,
se va a estudiar a las escuelas de la Esmeralda y San
Carlos, en donde conoce y comparten ideas con los
miembros de la contracorriente, eran los años sesentas.
Para un Muñoz Acosta, ir a la Ciudad de México,
representaba ampliar su conocimiento técnico para construir
su estilo, que finalmente encontró en una síntesis del
muralismo, la escultura y la pintura, pero fusionadas. Por
ello no teme al abordaje del arte sacro, arte popular, collage,
combing paiting y al expresionismos abstracto (que conoció
anteriormente en Nueva York) .
Muñoz Acosta, uno de los artistas más originales de México,
con una propuesta, que para RaquelTibol (es neobarroca) y
que Martha Traba lo explica como: un arte frontal que nos
remite a la esencia de los altares y la milagrería del arte
tequicqui, pero envuelto en ricas referencias simbólicas y
de clarooscuros.
En su errar artístico en los años setentas (siglo XX) toma
clases en los estudios de Magritte y Balthus (París), pero vive
y se renueva en Londres, Nueva York, Madrid, Barcelona,
Estambul, Puerto Vallarta. Recorre y se nutre del contacto
directo de las obras de los grandes maestros, sin
intermediarios. Así cada país es un estadio estilístico en su
obra.
Pero como artista joven, alejado de escuelas y talleres, le
toca vivir una etapa difícil y compleja, en la que ser pintor era
un acto de heroísmo.