Remodelaciones en Los Pinos

los pinos

 

En octubre de 2012, dos  meses antes de que Enrique Peña Nieto iniciara su administración, llegó a la Residencia Oficial de Los Pinos personal de diversas disciplinas, así como miembros del equipo del presidente electo, para inspeccionar el lugar y reconvertir la residencia Miguel Alemán de  oficinas a casa habitación para albergar a la nueva y numerosa familia presidencial encabezada por Peña Nieto y Angélica Rivera.

La transformación fue total. Tan radical como la que hizo Vicente Fox cuando asumió la presidencia y transformó la casona de más de 5 mil metros cuadrados en oficinas supuestamente para terminar con la vida ostentosa y de derroche con cargo al erario de las familias presidenciales antecesoras.  La vida ostentosa y de derroche no cambiaron en Los Pinos pero la remodelación nos costó a los mexicanos poco más de 60 millones de pesos.

La historia de las pequeñas toallas de manos de 4 mil 025 pesos cada una, el Toallagate, publicada en 2001, fue la primera de mis investigaciones sobre los excesos de los mandatarios mexicanos y sus familias, quienes cumplen sus caprichos con cargo al erario. El tema de la transparencia y rendición de cuentas en la casa presidencial es fundamental porque refleja el estándar de transparencia y rendición de cuentas en el gobierno federal.

Cuando llegó Felipe Calderón a la presidencia con un equipo encabezado por Juan Camilo Mouriño, entonces Jefe de la Oficina de la Presidencia,  la residencia Miguel Alemán continuó siendo ocupada para oficinas de gobierno, pero Calderón y sus muchachos le dieron su toque personal.  En 2007 en el basamento de la casa mandaron a construir un bar sólo para varones con una llamativa barra de cantina de ónix con luz interior, y también construyó una sala de video juegos. La existencia del bar, incluyendo fotografías,  fue revelada por mí en 2008.

Silenciosamente, desde el toallagate  hasta ahora, los gastos en la Presidencia son mucho mayores y la opacidad es directamente proporcional.

El sistema electrónico de compras de los gobiernos federal y estatal, Compranet, creado durante el sexenio de Ernesto Zedillo, era una caja de tesoros poco conocida pero que funcionaba eficazmente si un ciudadano quería conocer quiénes eran los contratistas de los gobiernos, los montos de los contratos e incluso muchas veces los propios contratos eran subidos al sistema.  Fue ahí donde encontré en 2001 el contrato de adquisición de todos los enseres y artículos de decoración para las cabañas que Fox y su familia habitaban, de montos exorbitantes como las toallas.

Poco a poco Compranet fue aniquilado por el gobierno y ahora es solo un mamotreto en hoja de Excel donde la información es incompleta, desarticulada y revuelta.

Antes en la página de internet de la Presidencia, por obligaciones de transparencia, debían publicarse las últimas adquisiciones y contrataciones mes por mes, montos y contratistas, y  todo el directorio de servidores públicos con sueldos y  prestaciones. En los tiempos de Peña Nieto apenas hay muy escasa información de altos funcionarios en Los Pinos, pero no sus sueldos ni prestaciones, ni del resto de cientos a quienes todos los días pagamos su sueldo. Para saberlo hay que ir a una página llamada Portal de Obligaciones de Transparencia que es igual de incompleta como lo es ahora Compranet.  No hay un directorio transparente y eficaz de todos los que trabajan en la Presidencia; quienes trabajan en Los Pinos lo hacen bajo un esquema de discrecionalidad y ni siquiera sabemos cuánto les pagamos.

En la reconversión de  la residencia Miguel Alemán a casa habitación quedó plasmado el estilo de Angélica Rivera y su esposo, ya mostrado en su extraña “Casa Blanca” en Las Lomas, que tanto escándalo ha traído. La “Casa Blanca” tiene un mal interpretado estilo minimalista y la recargada cursilería está en todas partes con cargo al bolsillo del empresario Juan Armando Hinojosa, que más que amigo pareciera mecenas del presidente y su esposa.

A la residencia Miguel Alemán, con  cargo a dinero de la sociedad, se le quitó el estilo y mobiliario mexicano contemporáneo y se le dio un estilo afrancesado para convertirlo en palacete, más acorde con un set de telenovela, que como la casa de un mandatario de un país como México.

Sin necesidad se removieron pisos de maderas finas para simplemente cambiarlos por otros también de madera. Los suelos de cantera mexicana por lustroso mármol color claro. Se cambiaron puertas y plafones, se quitaron muros en un lado y se pusieron otros, se cambió la iluminación,  los sanitarios colectivos propios de oficina fueron cambiados por lujosos baños de casa habitación. Las paredes fueron cubiertas con tapices de brocados, los grandes ventanales antes descubiertos o con sencillas persianas fueron cubiertos por pesadas cortinas drapeadas.  Muebles con patinas plateadas y doradas, y del mobiliario de estilo mexicano a sillones con terciopelo lustroso blancos, beige o rojos.

Una de las áreas de la casa Miguel Alemán que cambió dramáticamente, por ejemplo, es la biblioteca. En los tiempos de Fox y Calderón tenía un estilo sobrio  de oficina y desde los ventanales podían observarse los jardines; ahora con los colguijes que penden de los ventanales y el nuevo mobiliario.

Y no sólo se cambió todo el mobiliario y decoración de la residencia Miguel Alemán, el mismo estilo puso Peña Nieto en su propia oficina en la casa Lázaro Cárdenas, dentro de Los Pinos, también remodelada.

Desde  diciembre de 2012 solicité a la Presidencia copia de los contratos para remodelar la residencia Miguel Alemán y readecuarla a casa habitación, así como copia de las facturas o cualquier otro comprobante del mobiliario comprado para equipar como casa lo que estaba amueblado como oficinas. La Presidencia respondió que no se habían hecho remodelaciones.

En 2013, 2014 y 2015 volví a solicitar de diversas maneras, con diversas palabras, la misma información. Una y otra y otra vez la presidencia que encabeza Peña Nieto afirmó que dicha información era inexistente cuando la remodelación era absoluta y evidente, incluso en las fotografías publicadas por la propia presidencia de algunos encuentros de Peña Nieto con mandatarios y personalidades.

Cualquiera que compare las fotografías de Fox o Calderón en el mismo lugar de la residencia Miguel Alemán, con las tomadas a Peña Nieto, puede notarlo. Por ejemplo, cuatro columnas monumentales de cantera que había en el recibidor de la residencia fueron removidas para dar a la casa el toque de palacete francés que quería la nueva familia. Como la Presidencia se niega a dar detalle del costo y detalle de los trabajos, y de los dictámenes previos que debieron realizarse, se desconoce si la remoción de dichas columnas afectó la estructura de la residencia que es propiedad de la nación, no de Peña Nieto, Rivera o su hija Sofía Castro, que se conduce en Los Pinos con aires de primera dama.

Para exigir la información señalé que en mayo de 2013 la propia Angélica Rivera dijo a la revista del corazón Hola, cuando fue fotografiada por primera vez en la “Casa Blanca”,  que aún no se mudaban a Los Pinos porque estaba en remodelación. También cité al vocero presidencial Eduardo Sánchez, quien el 19 de noviembre de 2014 dijo que la residencia Miguel Alemán fue modificada de oficinas a casa habitación y que mientras se hacían esos trabajos Peña Nieto y su familia vivieron en Las Lomas.

La Presidencia ha escondido del escrutinio público el costo de dichos trabajos como si fuera un secreto de estado. De ese tamaño debieron ser los excesos, que prefieren las críticas por la opacidad que por el dispendio.

Tras una larga batalla de dos años diez meses, el 19 de agosto pasado el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI)  resolvió el recurso de revisión RDA 1983/2015 interpuesto por mí. Reconoció que la Presidencia había ocultado información de las remodelaciones, que sí existía y ordenaron entregar la información solicitada.

En su ponencia, la comisionada Areli Cano hizo alusión a que Peña Nieto dijo al promulgar la Ley General de Transparencia y Acceso a la Información Pública que era para cerrar “espacios de opacidad y discrecionalidad”. Cano hizo hincapié en que la Presidencia no ha sido congruente con el dicho del propio Peña Nieto al ocultar la información sobre la remodelación en la residencia Miguel Alemán.

La pregunta es si después de haber ocultado por dos años ocho meses el costo de la  transformación de dicha residencia y el detalle de los trabajos realizados, ahora la opaca Presidencia decida hacerlos públicos sólo porque el INAI lo ordena.  Debería hacerlo por ley pero si hay algo que impera en Los Pinos es un desprecio a la rendición de cuentas.

El tema de la remodelación en la casa Miguel Alemán es un tema de forma y de fondo porque es el botón de muestra de que en los tiempos de Peña Nieto la transparencia y rendición de cuentas son casi nulas. Si hay una absoluta secrecía en cómo se gastan los recursos en la propia casa que le pagamos al presidente y su familia,  qué se puede esperar del resto de instituciones que son encargadas de administrar el principal patrimonio del país como Pemex, la justicia como la PGR, la seguridad como la Policía Federal, Secretaría de la Defensa Nacional y Secretaría de Marina.

La lucha por conocer cuánto nos costó adecuarle como palacete la casa Miguel Alemán al Presidente y su familia es una lucha por decirle al gobierno que debe rendir cuentas a todos, desde eso hasta todo lo demás, porque es dinero de la sociedad, no su patrimonio personal.

 

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