Vizcarra y la cultura política

Vizcarra y la cultura política

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No cabe duda que el diputado Héctor Melesio Cuén juega a la ingenuidad cuando refiriéndose al problema enlas pretensiones políticas de Jesús Vizcarra, afirma:“El error de Vizcarra fue no haber dicho: Pues sí, lo conocí (a Ismael el Mayo Zambada) y le bauticé un niño pero era bueno en ese tiempo, ahora pos ni modo”. Y,quizá tiene razón, es mejor aceptar un “error” donde tiene mayor valor la humildad que pedir perdón por un presunto delito.

Le pegué pero le pedí perdón, abandoné a mi familia pero luego volví y le pedí perdón, son algunas de las frases trilladas de nuestra singular cultura doméstica que golpean el lado emotivo y afectivo del cerebro de las personas. Se busca que la gente no se complique. Puro sentimiento.

Y esto también vale para la política y como ejemplo están los jingles de la propaganda partidaria (México no camina…, pontifica el PAN en la radio, buscando evitar al ciudadano racionalizar el momento político). Robé pero poquito, dice Layín, el alcalde de San Blas, ante las risotadas de muchos de sus gobernados.

Quizá el problema de fondo es que México todavía sigue siendo un país sentimental, anclado al cine de los sesenta:Sara García-Prudencia Grifell-Pedro Infante y las canciones de amor y desamorde Los Panchos,donde todo termina/empieza con una serenata bajo la ventana y a la luz de la luna.

Por esa vía existe un hilo conductor entre la petición del perdón y la sublimación del enojo público.La aceptación y el olvido. Y quizá para bien, el problema es que tenemos una clase política soberbia que no se le dan mucho los ejercicios de humildad cuando las leyes, árbitrosy jueces electorales no aseguran la responsabilidad política,ese valor indispensable en política democrática.

Es decir, si hay un cuestionamiento moral que pone en entredicho a un político,éste debe separarse del cargo o si es un aspirante a mantenerse en suspenso, en tanto se despejen dudas.

Pero, con la prole, uff, que necesidad de humillarse, pidiendo disculpas, perdón. De ser igual gobernantes y gobernados. Y menos cuando se sospecha que ese cuestionamiento moral es producto de una mala decisión pero nunca de mala fe, chisme, infundio, buscapiés, golpe bajo.

Ahí está Peña Nieto, cuando Enrique Krauze le dijo que pidiera un perdón por los muertos y desaparecidos de Ayotzinapa,aquél ni lo peló, ¿cómo? El poder no pide perdón.

No, lo mejor es que corra el agua hasta que se agote el manantial. Apostar al olvido y al desgaste de que de tanto decirlo termine por perder el filo, se melle como arma de los adversarios. O mejor, todavía, que el acusado se transforme en acusador como una forma de sostener el tono, la rima mediática. La propaganda mala también engorda aunque venga de casa. Vale más que se hable mal a que no se hable de uno, alguna vez le escuché decir a Malova candidato; es la escuelita de la política sin decoro, ruido, imágenes, espectáculo.

No siempre es, como lo afirmael periodista Ismael Bojórquez, cuando haciendo ejercicio de memoria política afirma axiomática y tajantemente: “Siempre al que le pegan más, es quien pierde”.

Hay peleas que las ganan los más golpeadoscuando desde lo más profundo del estómago sacafuerzay puntería que termina en nocaut.  Nuestra cultura política también nos dice que la gente puede estar con el más vilipendiado y ahí está un Vizcarra Calderón redimido ante el fracaso de quien afirmó que sería el mejor gobernador del país.

Hoy, es frecuente escuchar que Vizcarra hubiera sido mucho mejor gobernador que Malova. Sin preguntarse, por qué, para quién… solamente se le pone el aura providencial y todopoderosa.

Y, recordemos, que entre gobernantes con pretensiones casi monárquicas como la pareja presidencial,lo usual  es el desdén por la chusma y sus obsesiones democráticas. Y eso se irradia a sus congéneres. A sus amigos y cómplices políticos. Nada de ofrecer una disculpa o aclarar. Para qué. Nuevamente qué necesidad. Si pese a todo se puede alcanzar el bien deseado.

Eso sí tiene razón Cuén cuando afirma:“Si quiere Vizcarra será el próximo gobernador de Sinaloa”.  Pero tiene una falla su pronóstico políticamente incorrecto, eso no lo dice un dirigente político serioy disciplinado a los tiempos e instancias partidarias.Cuando le aclara a Francisco Sarabia que él votaría por Vizcarra:“Porque Sinaloa necesita un gobernador que tenga visión y jale inversión”, y si no, “yo apoyaría a un candidato que postule el Partido Sinaloense, que en este caso es Héctor Melesio Cuen”.

Yo lo apoyé, él me apoyo, remata recordando la política de escombros que dejaron las elecciones de 2010.

No cabe duda que en política la nostalgia acaba con la memoria.

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