La renuencia del gobierno de Sinaloa para admitir que hay elementos suficientes para solicitar la alerta de violencia de género, que raya casi en la testarudez con las declaraciones públicas, tiene una explicación muy sencilla: al momento que se admita el problema se verían obligados a hacer algo y lo mejor es seguir así y mantenerse diciendo que no es necesario porque no arregla nada.
Lo sucedido en Navolato, en su plaza principal, es cavernario, vergonzoso, no solo por las dos personas directamente relacionadas, sino incluso por quienes pasaron a ser testigos del suceso. No intervino nadie, excepto para grabar con los teléfonos o tomar fotografías.
El caso privado se vuelve público, y muestra no solo a esas dos personas, sino que nos muestra a todos como sociedad. Nos refleja a los sinaloenses como la tierra de machos que es, con la fuerte carga del estereotipo del comportamiento social recalcitrantemente machista.
Acierta el gobierno, sin embargo, en su postura de que la alerta de género no resuelve por sí misma la problemática. Pero en ningún comportamiento público un simple decreto resuelve todo. Lo que se conoce como verdad de Perogrullo, y al mismo tiempo una postura facilona.
La conformación de una política pública pasa por diversas etapas, y una elemental está evidentemente en el reconocimiento de una situación o problemática donde el Estado necesita intervenir. Aquí no hay la menor intensión de intervenir ante lo evidente, por ello la terquedad en no admitir que existen conductas que violentan y discriminan en lo público y lo privado al género femenino. Además de patrones de comportamiento que encuadran en los requisitos que enumera la Ley general de acceso a las mujeres a una vida libre de violencia, para determinar la figura de alerta de violencia de género.
Lo que sigue a lo ocurrido en Navolato, Sinaloa, son los casos donde el hombre rocía con ácido el rostro de su mujer, como en Irán o Paquistán.
En medio de la lucha política por la equidad, donde mujeres cierran filas para lograr la mitad de las candidaturas a los puestos de elección popular, está Navolato y su plaza.
Escarbar en los detalles de lo ocurrido en la plaza de Navolato la mañana del jueves conduce al morbo, sin embargo sí es posible que contribuya al debate abierto sobre la violencia de género, actualmente contaminado por el prejuicio y acaparado por un grupo ciclado.
MIRILLA
(The Economist) Ya abiertamente perfilado como el candidato natural del PRI a la presidencia de México, la revista británica The Economist decía que Enrique Peña Nieto “luce como un héroe romántico”. En su prospectiva anual para recibir el 2012, famosa porque se trata de textos elaborados, revisados y confirmados por cientos de colaboradores que respaldan las afirmaciones, aseguraba sin ninguna duda el triunfo del candidato priista. Un año después, amarrado el Pacto por México y encaminadas las reformas, lo definió como “un reformador carismático con un problema de popularidad”. Enfrentado Peña Nieto a la crisis por la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, The Economist ve “una prueba de temple de Peña Nieto” donde “el presidente paga el precio de restar importancia a los problemas de seguridad de México.”
Una revisión a vuelo de pájaro del archivo de The Economist y sus textos sobre México revela una claridad en la interpretación de las etapas de Peña Nieto como figura política y de su gobierno que marca el retorno del PRI a la presidencia. La más reciente es hasta lapidaria: “No entienden que no lo entienden”, dice en su influyente columna Bello, el espacio que destina la revista para América Latina. Peña Nieto y su equipo no entiende que no entiende el país que están gobernando, no entienden que no entienden lo que pasa afuera de los eventos como el que tendrá en Sinaloa esta semana.
Por qué se replica por medios mexicanos un texto como el The Economist. Por qué la atención a una argumentación parecida a la que desde dentro, en México, se ha venido haciendo. Primero, por la influencia de una revista con más de siglo y medio de fundación. Segundo, porque en la construcción de sus textos —la gran mayoría de ellos ni siquiera se firman pues la revista respalda por completo cada uno de ellos—, hay no solo la opinión de una pluma, sino el apoyo de un grupo de investigadores.
PRIMERA CITA
(Díaz Simental) El diputado Víctor Díaz Simental mueve primero y se le adelanta al gobernador al convocar al Foro público: Salud en Sinaloa, hospitales APP, para el 3 de febrero. Con ese solo anuncio podría retomarse el rumbo cuerdo que debió llevar el tema de los nuevos hospitales desde un principio, es decir desde hace dos años por lo menos, al inicio del 2013.
Ahora, podría mantenerse una conducta activa de los muchos implicados en los nuevos hospitales y no reactiva ante lo que iban marcando el gobernador Malova y el secretario de Salud, Ernesto Echeverría. Y es que cuando todo está alterado, distorsionado, el Foro debió ser el primer paso, la discusión pública, los estudios técnicos, las diferentes opciones.
Díaz Simental está adelantando la participación de un grupo de reconocidos médicos en ese foro, los mismos que hasta ahora han guardado silencio en el tema. Ellos eran desde un principio los principales en opinar sobre el tema, su silencio fue durante meses cómplice de la situación que prevalecía, de un debate donde curiosamente los especialistas eran quienes no hablaban(PUNTO)