Rendir cuentas

cuarto informe
A veces para explicar un concepto sirve partir de lo que no es. Rendir cuentas no es el Secretario de Gobierno en una conferencia de prensa después de entregar a los diputados un librito con textos y gráficas del ejercicio público. No es que el Gobernador vaya a los micrófonos de las radios y se siente con los directivos de los periódicos a exponer sobre su trabajo, y en el mejor de los casos responder preguntas en ambos casos. No es decir en un espectacular en la calle más transitada que se rinden cuentas. No es la frase de que 60 centavos de cada peso se gastan en obra humana. No es un link en internet a un documento diseñado con fotos.
Junto a transparencia, rendir cuentas es un concepto de moda entre políticos. Es obligado que el redactor del discurso no las olvide escribir al menos una vez. Ejemplo: Mario López Valdez repitió siete veces la primera y cuatro la segunda en su toma de protesta. Incluso más que “cambio”, principal premisa de su campaña, que solo dijo cuatro veces.
Por generalidad la clase política en México no rinde cuentas, porque no son transparentes, porque la información la guardan en una caja negra. Por más que los índices de transparencia y en los rankings resulten entre los mejor evaluados, en su conjunto no hay tal rendición de cuentas.
Entonces, qué sería rendir cuentas. Qué es eso que se vuelve borroso en los discursos, hueco, que se promete como el paraíso.
Los gobernantes no nos rinden cuentas porque no sabemos cómo exigirles esa obligación. Tenemos desordenado nuestro pensamiento, revuelta la claridad y eso nos extravía. Ya perdidos, es muy fácil que nos vendan por transparencia montones de información bruta, interpretada a modo. Si fuese un platillo, comemos gato por liebre.
MARGEN DE ERROR
Martiniano Vizcarra es el tipo que siempre está detrás, ese que en la foto parece un intruso, puesto a fuerzas, que nada tiene que ver con los que se pusieron en el cuadro a posar. Martiniano el silencioso, cara dura, gesto apretado, siempre al lado de Chuytoño el que domina la escena, el que hace reír a todos.
Cuando Aguilar Íñiguez renunció a la Policía Ministerial en septiembre del 2004 cuando les pisaban los talones, Martiniano Vizcarra estaba ahí, silencioso; cuando regresó en 2011 llamado por Malova porque “con blancas palomas” no se podía, ahí estaba Martiniano.
El parentesco político del jefe policiaco con Rafael Guadalupe Félix, el Changuito, casado con una de sus hijas, no es en sí mismo una falta, pero enmarcado en el despido de agentes y comandantes de la misma corporación, y donde uno de ellos refirió que lo catalogaban como no apto porque aceptó que un tío estaba detenido por delincuencia organizada, brinca que al nivel de Martiniano eso no sea mancha.
Rendir cuentas quiere decir exactamente lo que no pasa en este caso: explicaciones de los involucrados (Procurador, Gobernador, Director de la Policía) y justificación en su caso.
MIRILLA
El diputado Heribero Galindo se muestra ofendido, agraviado, ante quienes piden la renuncia del Presidente Peña. No es el único en el PRI, pero sí está entre los más rabiosos. Podría extrañar su sobredimensionada reacción, tratándose de un político donde destaca más la mesura y a veces hasta el análisis, a no ser por el desespero en que se encuentra su carrera a la gubernatura.
No extraña tampoco que los priistas deslinden a Peña de la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa, Guerrero, pero sí que evadan el papel del presidente en la “Casa Blanca”. Por menos, en cualquier otro país del primer mundo el Presidente estuviera en el des-PEÑA-dero. Pero de eso no hablan, ya respondió la Gaviota a pesar de que al llegar a suelo mexicano el presidente aseguró que daría una “debida aclaración”. Si se refería al video de su esposa Angélica Rivera, en lo de aclaración se queda corto y en lo de debida, falla totalmente.
Hace apenas un mes, la palabra no se ponía en medios tradicionales a excepción de alguna crónica sobre marchas y protestas en el marco de Ayotzinapa, pero por las redes sociales iba encontrando cabida. Nadie se atrevía a tratar de analizar desde cualquier ángulo el tema. Muy posiblemente Jorge Ramos, que escribe desde Miami para medios de México, fue de los primeros —el uno de noviembre pasado— en afirmar que era un tema insoslayable hablar, escribir, contemplar esas peticiones de renuncia del Presidente Peña.
Entonces no se ventilaba todavía la “casa blanca”, menos la explicación no oficial de quien no es funcionaria pública.
Contemplar la renuncia de un Presidente en México no tiene porque ser impensable, como ningún otro tema. Al fin que ya han renunciado alcaldes, gobernadores…
PRIMERA CITA
María Luisa Zambada Gallardo además de la Procuradora de la Defensa del Menor y la Familia, fue maestra en la Universidad de Occidente y muchos periodistas la conocimos desde estudiantes. Su asesinato, junto con su hija Ema y dos sobrinas, no puede explicarse con el lenguaje policiaco de la nota roja, menos desde el político que con la captura de los responsables y la afirmación de que se combate la impunidad, ve todo resuelto. Muchos menos, desde la explicación de feministas que reducen el asesinato de María Luisa Zambada a una mera estadística en el número altísimo de homicidios contra mujeres, son 77 en lo que va del 2014.
Decir “ya basta”, “ni una más”, o “el tejido social se ha perdido”, ni siquiera se acercan a lo que implica el cuádruple asesinato. Qué lleva a la asociación de cuatro o cinco sujetos a matar como lo hicieron. Quiénes más piensan que pueden hacerlo, y además pueden hacerlo(PUNTO)

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