El gobierno de las prisas

ALTATA. La comida del cabildeo.
ALTATA. La comida del cabildeo.

(Una serie de eventos desafortunados) Dos días antes de que el gobernador enviara al Congreso la iniciativa de reformas a la Ley Orgánica de la Procuraduría, alguno de los participantes en la revisión pasó de los nervios a la preocupación. Entre ellos se dijo que ya no sería una reforma “de trámite” para “homologar”. No había mucho que pensar para saber que brincaría lo referente a los medios de comunicación.
Pero ya era tarde, había prisa. Además el procurador Higuera había palomeado el asunto. Así que no se discutió mucho y se envió de la Procuraduría a la Secretaría de Gobierno. Allá andaban igual, a las prisas, y se envió al Congreso.
En la serie de eventos desafortunados, contados de adelante hacia atrás, el gobernador solo conocía los términos generales de la reforma, el texto no se concluía y se iría de vacaciones. Así que en la comida con los diputados locales en Altata, eso les dijo: hay que sacarla adelante, es “homologación” a la norma federal. Para facilitar el asunto la enviaría como iniciativa preferente.
En el Congreso la misma historia. Ya estaba vista y revista, pensaron. El gobernador no advirtió sobre algún tema oculto. Entonces solo se trató de cortar y pegar el archivo, y de iniciativa pasó a dictamen.
Hoy es casi imposible encontrar alguien que confíe algo. La ostra se cerró: Malova confió en Higuera; el Procurador en su equipo; el Congreso en Gerardo Vargas; el Secretario de Gobierno en el Procurador… y aquí se rompió.
MARGEN DE ERROR
(La casa del [t]error) En el gobierno de las erratas no hay tiempo para revisar. La prisa nubla lo importante. En medio de la gravedad del 51 Bis está la evidencia de que los temas se tratan con ligereza. Que no hay tiempo de consultar, que va de mano en mano y todos dejan pasar.
El gobierno pierde oportunidades. Se disculpa pero no enmienda. En lugar de abrir la discusión, prefiere borrar. Del otro lado, los periodistas que actuamos como niño caprichoso. Sobre-reaccionamos, criticamos la intransigencia desde la propia intransigencia. Una foto publicada del cadáver de una persona no cumple por si sola con el derecho a saber. A veces incluso está más cerca de violar derechos de víctimas en la cobertura. Un nombre incorrecto, un menor puesto en peligro. Pero abrir el micrófono a una madre que busca a su hijo y que la autoridad no atiende, no podría ser jamás violatorio de norma alguna.
Nos pasa comúnmente lo que apunta Juan Villoro cuando admite nuestros pecados: “De tanto vigilar el desastre algunos cronistas pierden la oportunidad de descubrir lo que escapa al desastre.”
MIRILLA
(Ensayo de un crimen) Poco sabe el ciudadano común lo que ocurre en una escena del delito, aun cuando se viva en un estado donde la mayoría de los asesinatos se cometen en sus calles, o los cadáveres son abandonados en sitios de tránsito. Quienes han cubierto alguna vez la nota policiaca en este país saben cómo van fluyendo los datos: un perito busca alguna identificación en el cadáver y le da el nombre a un policía, éste a un agente de la funeraria local, y de ahí va pasando de boca en boca a otros policías y otros funerarios hasta que llega a un reportero. Lo mismo es un sitio abierto o cerrado, lejano o cercano.
Y como cada corporación está obligada a elaborar un parte informativo, aun cuando no sean los encargados de nada en el tema, excepto de escribir ese parte informativo, pues necesita datos: nombre, lugar, calibres, heridos.
Es común, también, que en escenas muy amplias donde la persecución abarcó varias calles, el reguero de casquillos vuelva imposible siquiera contabilizarlos. Los policías y periodistas patean las evidencias y a menudo los “mirones” que no faltan, hasta los guardan para luego mostrarlos.
El resguardo de la escena del crimen, principal argumento del gobierno en la inclusión del artículo 51 Bis, es en realidad otro de los grandes pendientes en materia de seguridad y procuración de justicia.
PRIMERA CITA
(El informante) La relación Policía-Periodista en una sociedad influenciada por el Narcotráfico. Culiacán, 2006-2012. Es el título de la tesis de maestría de Patricia Figueroa. La investigación abarca los alcances de la corrupción en estos dos actores de la vida pública, ambos además instrumentos coercitivos del Estado. Más puntual no podría haber quedado la revisión de la tesis de Patricia Figueroa, hasta hace muy poco conductora del programa principal en W radio, en radiorama.
DEATRASALANTE
(Escuela de vagabundos) A punto del regreso a clases, cuando los padres se percatan de que sus hijos aun con 6 años usan talla 8, ve la luz el suplemento Gula, de Ríodoce. La obesidad es de esos temas de los que todos hablan y donde los mitos se van tomando como verdades. Somos una generación que, sin darse cuenta, pasó de los casos de desnutrición a la obesidad (PUNTO)

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