(De cómo no morí ahogado) Hoy creemos que llegar a un sitio sin wifi y con deficiente conexión celular es ya en sí misma una experiencia extrema. Equivalente a llegar a las fuentes del Nilo, que le costó a la vida a más de un explorador.
Cualquier charco, cerro, quiosco, desde Times square en Nueva York hasta la avenida única de Santa María del Oro en Nayarit, son invadidos por los aventureros del siglo XXI: los turistas. El turismo permite cualquier cosa: ser un perdido granjero en Suiza o compartir hotel con Brad Pitt y Angelina Jolie en el One&only Palmilla de Cabo, aunque esté prohibido siquiera mirarlos. Y hoy son de esos días de la invasión a lo desconocido.
Fernando de Magallanes es el paradigma del explorador. Su última travesía fue para demostrar la redondez de la tierra. Darle la vuelta al mundo en el siglo XVI en un viaje de tres años, no un weekend, no un fin largo. Una flecha envenenada en Las Filipinas le arrebató la gloria de concluir el viaje que también le costó la vida a casi toda su tripulación. Iban a lo desconocido, después de semanas y meses en un mar que parecía no tener fin, con los marineros amotinados, sobrevivieron 17 comiendo ratas, aserrín y cuero. Hoy, es posible llegar en un tour a la Patagonia y cruzar el Atlántico en la comodidad de un crucero.
Aun así, he visto cómo se rompe una pierna un gringo en la escalinata de Bonampak, en plena Lacandona de Chiapas a 300 kilómetros del más cercano hospital. Y la caída libre de otro en la sierra Tarahumara, donde no había yeso que lo curara. Es que basta un parpadeo para morir de una manera ridícula.
Por ejemplo a bordo de un Kayak, el invento de los esquimales que manejaron con maestría y que permite la vertical en los peores rápidos del mundo. Para los legos una leve onda en el agua provoca la volcadura. El kayak sabe flotar y jamás se hundirá, pero un lego puede perder la calma y empezarse a hundir aun con chaleco salvavidas. Es entonces cuando entiendes el nombre del artefacto, y piensas que es más exacto el término en inglés, literal, guardia de la vida. La ansiada orilla, la tierra firme cuando estás pataleando en el agua como si fuera el aire, o la nada.
A 50 metros de la orilla, aferrado al kayak con las uñas resbaladizas, solo recordé una palabra que pensé olvidada: tanatofobia, miedo a morir, según el libro Escuela de frikis que lee mi hija Camila. Justo cuando apareció Estrella, una debilucha embarcación de paseos por el lago, pero suficiente para remolcar a un par de náufragos.
MARGEN DE ERROR
(Desde lejos) Solventado el margen de error en cualquier viaje, vuelto ya además a la red wifi, es posible saber lo que pasa y que todo pasa: Pasan las cuentas públicas y todo puede pasar. Entonces el punto ya ni siquiera es si la Auditoría Superior del Estado hace un trabajo técnico limpio. Menos el sentido del voto de los diputados, o la pluralidad en la cámara, o la defensa de los correligionarios, no.
Ya ni siquiera hay debate con respecto al manejo del dinero por los poderes públicos y los organismos autónomos. A lo más que se llega es a la estridencia. Mucho ruido, ninguna nuez, y dentro de seis meses a repetir el juego.
No era un asunto de equilibrio de fuerzas en el legislativo, porque eso ya pasó en la legislatura anterior y el panorama no varió. Tampoco una urgencia de la autonomía de la ASE con respecto a la Contaduría Mayor de Hacienda.
¿Entonces?
MIRILLA
(Suben-bajan) Bien podría sumarle el gobernador Malova unos dos meses más a sus vacaciones para que la tarifa del transporte público no entre en vigor hasta octubre. Son cincuenta centavos, pero sumados en una vuelta hacen un peso.
Sin embargo así no se soluciona ningún problema aunque sea la salida de muchos. El transporte público mueve a la ciudad todos los días. La tarifa es siempre motivo de nota de portada, aunque no siempre lo sea en realidad. La opinión del sector empresarial de que se libere el transporte tampoco es ninguna novedad, y dicha desde un Volvo pues pesa poco en realidad, porque no saben dónde termina la ruta Huizaches.
PRIMERA CITA
(Tinaco voladores) Imagen surrealista en Mazatlán. Tinacos voladores. Regados por las calles luego del ventarrón debieron ser un espectáculo cuando pasaron la brisa marina. Ya en tierra se ven como un objeto fuera de lugar. Puede salir volando una lámina o el techo completo, una sábana o un calzón de la azotea, pero los tinacos son para tomarse una foto con ellos.
Vientos de 80 kilómetros por hora son rachas de un huracán, sin el aviso correspondiente. Para los seguidores del cambio climático, ya tienen tema de plática. Para los detractores será necesario buscar un antecedente de esos ventarrones que no traen ningún aire de cambio.
En Guadalajara, en viernes por la noche, granizada. Hay quienes nunca habían visto en su vida caer cubitos de hielo. Pero sí, pequeñitos como un terrón de azúcar, pero duros como una canica. Así está el tiempo.
DEATRASALANTE
(Segunda derrota) Ya Edgardo Burgos perdió la batalla electoral, la más importante, contra Arturo Duarte. Quiso aferrarse hace un año a un triunfo que no existía. Fue a Los Mochis, la tierra del gobernador Malova, despotricó, vociferó, perdió los estribos y ahora quiere lanzarse a otra batalla que podría ser una revancha perdida desde el inicio. Peor cuando sus propios regidores en Ahome votaron a favor de la construcción del nuevo palacio municipal.
El retador siempre tiene que remontar. Burgos se estaría jugando mucho en un tiempo de definiciones políticas rumbo a las diputaciones federales. Él lo sabe y también Duarte. Pero ambos también están en el entendido que en el distrito federal de Ahome es para quien decida el gobernador y por tanto poco podrá hacer en ese escenario Burgos Marentes. Revertir el proyecto del nuevo palacio podría ser al final una victoria pírrica para el dirigente del PAN (PUNTO)
- Autor | Andrés Villarreal
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