Máscaras sinaloenses

Pablo Andrés Hernández. Las huellas del narco.
Pablo Andrés Hernández. Las huellas del narco.

(“No camina, se desliza”. O Paz). Máscara es engaño, ocultamiento, disfraz… semana de caretas en Sinaloa:
Rostro imaginario en la educación del estado, en la medianía de la tabla de un país de los últimos en el mundo. Por eso los maestros no pueden ni oír hablar de la organización ciudadana Mexicanos primero, ahora ya con capítulo en Sinaloa.
Máscara en el disimulo del gasto en publicidad de los alcaldes que se fueron, revelado en el estudio “El precio de la publicidad oficial”, realizado por Norma Sánchez y los miembros de la organización ciudadana Iniciativa Sinaloa.
Y máscara debajo de la máscara en otro cambio en los mandos de la policía de Sinaloa.
La máscara en el mexicano, dijo Octavio Paz hace más de medio siglo, la portamos siempre en el rostro porque somos un ser “que se encierra y se preserva”. Traemos máscara incluso cuando mostramos la cara. Las máscaras del poeta no son las de jade Maya o las de El Santo, menos los rancios pasamontañas de los ministeriales…esas máscaras que usamos son “el silencio y la palabra, la cortesía y el desprecio, la ironía y la resignación”, escribiría en el ahora muy citado Laberinto de la soledad.
MARGEN DE ERROR 
(“No propone, insinúa”. O Paz). La política como la vida obliga a cambiar de máscara. El gobernador Malova rechazó a Juan Alfonso Mejía cuando buscó la dirigencia estatal del PAN y le dio todo el apoyo de su gobierno a Edgardo Burgos. Esta semana tuvo que llamarlo “joven talentoso” al asumir la dirección de Mexicanos primero, y ahora no le quedará más que estar escuchando números que ponen a los niños y niñas de las aulas del estado entre los últimos del mundo, con todo y que de repente brillen genios que ganan aquí y allá un concurso.
Lo que cuenta es el sistema, y ese, con reforma educativa o sin ella, desde el gobierno estatal no se influye absolutamente en nada positivo. No lo dice este Alfabeto sino los informes de Mexicanos primero (pueden visitarse aquí: ww.mexicanosprimero.org.mx), que cada año revisa qué hacen los gobiernos estatales por su sistema.
Pero el Gobernador, que se dejó ver pobre en su participación ante los empresarios que mantienen esa organización ciudadana que evidencia el desastre educativo del país en sus informes anuales o en el célebre documental De panzazo (puede verse acá: www.youtube.com/watch?v=i4BbdUds90s), nada pudo presumir. Y lo que dijo solo evidencia que no le han dicho lo que dice Mexicanos primero: que los estados, como el que gobierna Malova, gastan mucho y mal en educación. 50 centavos de cada peso gastado van al presupuesto de educación, repitió.
MIRILLA 
(“Hasta cuando canta…lo hace entre dientes”. O Paz). Y si el estado gasta mucho y mal en educación, lo mismo pasa con los alcaldes, pero en relación al derroche en el pago a medios de comunicación. Iniciativa Sinaloa, otra organización ciudadana —guardando proporciones sobre todo de recursos, con la de Mexicanos primero— realizó un informe basándose en la información oficial de los pagos de espacios de promoción para los ayuntamientos en el año 2012. (Aquí el informe completo: ww.iniciativasinaloa.org.mx/2014/pdf/InformeSinaloa2014.pdf). Se concluye que la “falta de transparencia y acceso a la información del gasto en publicidad oficial sigue predominando en los municipios de Sinaloa”. Es decir, es difícil saber quiénes y bajo qué criterios recibieron el recurso público, pero resulta que en algunos casos ni siquiera se aprobó un presupuesto para ello, pero aún así se les pagó.
PRIMERA CITA 
(“No se queja, sonríe”. O Paz). No lo quiso Sergio Torres, en la capital, pero sí Carlos Felton en el puerto —o quizás ni lo conoce, como tampoco lo conocía Aarón Rivas cuando se lo pusieron—. Juan Antonio Murillo tecleó rápido los pendientes de su tesis de posgrado —pretexto que se argumentó al salir de la SSPyTM de Culiacán, hace menos de 100 días— y ya cumple una semana en funciones de encargado de la seguridad en Mazatlán. Pocos podrían tener tanta confianza de Jesús Antonio Chuytoño Aguilar como Murillo. Llevan más de una década cerca, desde los tiempos de la renuncia del comandante al gobernador Millán.
Murillo es discreto en su trabajo como policía. En Culiacán mantuvo el perfil bajo y no aparece en escándalos de ningún tipo. Incluso en aquel tropiezo, cuando una patrulla de la municipal dispersó a un par de reporteros en El Vallado previo a la balacera con el ejército —donde por cierto también huyeron por túneles pluviales— (Ríodoce, agosto de 2013), supo manejar con mano izquierda el asunto. Ya se verá cómo le va con los patasaladas, no estará en su terreno.
DEATRASALANTE 
(“No replica, rezonga”. O Paz). Pablo Andrés Hernández Lizárraga, como otros jefes de policía en los municipios, no se salvó de la chamuscada, pero en este caso podría además quemarse. Llegó a la policía del puerto respaldado, como todos hoy en día, por el comandante Aguilar Íñiguez, pero ahora podría quedar abandonado a su suerte porque la Procuraduría de Justicia dice que hay señalamientos de detenidos en su contra —así de escueto.
Lo que queda claro es que esos señalamientos no son peores de los que recibió Jesús Carrasco en Ahome —con grabaciones incluso—, pero a él lo arroparon en la capital.
Hernández Lizárraga no hace ni 100 días era felicitado por el alcalde saliente Alejandro Higuera y recibido con una palmada en la espalda por Carlos Felton, quien dijo que era “un hombre que hasta ahorita lo ha hecho muy bien” (PUNTO).

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