La guerra que acecha

 

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Ismael Zambada García, Rafael Caro Quintero y el propio gobierno federal participaron en las negociaciones para liberar a los tres hijos de Joaquín, el Chapo Guzmán. Pero las negociaciones se dificultaron y entonces el Cártel de Sinaloa amenazó con secuestrar en la cárcel a Nemesio Oseguera González, hijo del Mencho, para ofrecerlo como moneda de cambio. Fuentes de Sinaloa aseguran a Ríodoce que fue secuestrado, pero desde la PGR se desmiente. Lo que muchos aseguran es que el agravio provocará una guerra sin cuartel entre el Cártel de Jalisco Nueva Generación y el Cártel de Sinaloa.

 

 

En las negociaciones para que los hijos de Joaquín Guzmán Loera, líder del Cártel de Sinaloa, fueran liberados, participaron no solo Ismael Zambada García, sino también Rafael Caro Quintero y el gobierno federal, señalaron a Ríodoce fuentes extraoficiales.

Las negociaciones entre el grupo de Nemesio Oseguera Cervantes, líder del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) y los líderes del Cártel de Sinaloa, no fueron tersas, sino accidentadas y con jaloneos que estuvieron al borde de la fatalidad: un factor que se puso sobre la mesa de negociación fue el hijo de Oseguera, elMenchito, preso en un penal federal de Oaxaca, y la posibilidad de asesinarlo, si no soltaban a los tres Guzmán.

El Menchito, según fuentes de Ríodoce, fue secuestrado adentro del penal y puesto bajo presión permanente hasta que los levantados en La Leche fueron puestos en libertad. Sin embargo, esta versión fue desmentida por fuentes de la PGR que pidieron el anonimato.

“Tenemos registrado que el Menchito recibió visitas esos días; si lo hubieran tenido secuestrado no hubieran podido visitarlo”, aseguró la fuente.

También el gobierno federal intervino al más alto nivel. Las fuentes señalan que funcionarios del área de seguridad y militar intercedieron también, una vez que se atoraron las negociaciones y salieron a relucir las opciones violentas, para que los ánimos se calmaran y evitar una nueva guerra entre organizaciones criminales de gran poderío.

“No quería el Mencho dar su brazo a torcer, por eso lo presionaron con su hijo preso”, dijo una persona cercana a estos acontecimientos.

Rubén Oseguera González, mejor conocido como el Menchito, permanece preso en el penal federal número 13, ubicado en Miahuatlán, en el estado de Oaxaca, acusado de delincuencia organizada, y posesión ilegal de armas de fuego y cartuchos.

Caro Quintero mantiene cierta influencia en Guadalajara, la que fue su segunda casa —ahí se estableció luego de huir de la Operación Cóndor, que azotó la sierra sinaloense en 1977— y donde mantiene poderío en el negocio de las drogas, lo que ayudó en la interlocución, igual que la intervención de Zambada García. Pero cuando la situación se complicó, fue el gobierno federal el que metió mano.

“En la negociación más fuerte se metió el gobierno federal, se involucró al hijo del Mencho como factor de negociación, y el mismo Rafael Caro Quintero, y esto evitó que se hiciera un desmadre de violencia”.

Los hermanos Iván Archivaldo —heredero de los negocios de su padre—, Alfredo y César, fueron detenidos y secuestrados por un comando, cuando festejaban el cumpleaños del primero, en el restaurante La Leche, en Puerto Vallarta, Jalisco.

Oficialmente se aceptó, por la fiscalía estatal de Jalisco, que Jesús Alfredo Guzmán Salazar se encontraba entre los seis hombres secuestrados en el restaurante La Leche, de Puerto Vallarta, la noche del domingo 14 pasado. Sin embargo, se sabría luego —por Ríodoce— que también Iván Archivaldo estaba en el grupo y más tarde, según informó Carlos Loret de Mola en su programa Al despertar, de Televisa, citando fuentes extraoficiales del gobierno federal, que otro hijo del Chapo, César Guzmán Salazar, también había sido plagiado.

En contra de lo que se ha planteado, los “menores”, como se les llama a los hijos de Guzmán Loera, sí tenían escolta, pero ésta fue fácilmente sometida por los sicarios.

Afuera, cerca de 16 pistoleros resguardaban a los Guzmán, pero el grupo atacante era integrado por cerca de 50 hombres armados. Otro de los hermanos, Ovidio, no estaba en el festejo, pero sí en Puerto Vallarta, aunque optó por quedarse en el hotel Marriot, en el que todos ellos se habían alojado.

La reunión tenía como objetivo festejar el cumpleaños de Iván Archivaldo, que fue el 15 de agosto, y habían acudido familiares y amigos. En total, unas 16 personas estaban en el festín.

La noche del viernes 19 fueron liberados. Primero fueron puestos en libertad Iván Archivaldo y su suegro, pero éstos decidieron permanecer en Jalisco hasta que el resto fuera también soltado.

 

Reunión de trabajo

La noche del jueves, hubo una reunión de trabajo en Culiacán. El más alto nivel de los grupos que conforman la organización criminal de Ismael Zambada García, el Mayo, como parte del Cártel de Sinaloa, fueron convocados a un rancho ubicado muy cerca de la capital de Sinaloa.

Los Mayos llegaron de varias regiones de Sinaloa y de otros estados. En grupos pequeños, con los escoltas y colaboradores cercanos. Aquello de repente fue un hervidero de hombres de armas.

Afuera varias camionetas rodeaban el rancho. Todas ellas tenían tripiés en capacetes y cajas: ametralladoras automáticas empotradas, decenas de cargadores, y miles de cartuchos.

El motivo de la reunión fue analizar lo que estaba pasando en Puerto Vallarta, con el secuestro de César, Alfredo e Iván Archivaldo Guzmán Loera, por parte de los jefes del Cártel Jalisco Nueva Generación. Las negociaciones, posibles consecuencias, y la posibilidad de tener que levantar de nuevo los fusiles y jalar el gatillo, para protagonizar una guerra silente y al mismo tiempo ruidosa, que no ha terminado, pero que podría alcanzar una nueva escala de sangre y muerte, aquí y allá.

Las potentes armas, las balas disponibles, los proyectiles de diverso calibre, hacían mayoría. De repente, uno de los asistentes, que solo había acudido acompañando a unos familiares y a saludar a un viejo amigo, se vio envuelto de ese ambiente duro, de la beligerancia de los días recientes, de fusiles automáticos, pecheras y ese olor a fierro sudado.

Le dio miedo. Dio varios pasos atrás y observó todo: las camionetas, las ametralladoras empotradas, esa marabunta de desconocidos hablando el lenguaje de la guerra.

Y dijo: “Mejor me voy, compadre. Me siento como en Irak”.

 

Tambores de guerra

Versiones al interior del Cártel de Sinaloa advierten que el secuestro de los hijos del Chapo, la tensión, negociaciones, amenazas y desenlace, es el preámbulo de una nueva guerra: la de esta organización criminal contra el Cártel Jalisco Nueva Generación.

Al parecer, los de Sinaloa, con Iván Archivaldo Guzmán Salazar a la cabeza, preparan un fuerte ataque, pero esperan a cambiarse ellos y sus familias de domicilio, para disminuir los niveles de vulnerabilidad.

Los ataques se realizarán tanto en regiones de Jalisco controladas por el CJNG, como en Sinaloa. En el caso de esta entidad, las fuerzas del Mencho podrían hacer alianzas con células de los Beltrán Leyva que operan en Los Mochis, El Fuerte, Choix, Sinaloa y Guasave, en el norte de la entidad;Navolato, en el centro, y en el sur, Mazatlán, Concordia, Escuinapa y Rosario.

Los también llamados mazatlecos ya han iniciado una serie de ataques en contra del Cártel de Sinaloa que operan en el sur del estado, donde ha habido incinerados y descuartizados, como pasó en Concordia.

En solo una jornada, la del domingo 21, siete hombres fueron asesinados en el puerto; a uno de ellos le pusieron un mensaje en contra de Ismael Zambada, del Chapo Guzmán y de Dámaso López Núñez. Cuatro más fueron ejecutados, terciados y abandonados en las inmediaciones del fraccionamiento Privanzas.

Esto, a pesar de que en las últimas semanas se reforzaron los operativos de seguridad, directamente coordinados por el director de la Policía Ministerial, Jesús Antonio Aguilar Íñiguez, quien fue enviado por el gobernador, Mario López Valdés, a darle una “espulgadita” al puerto.

Mientras se escribían estas líneas, dos hombres fueron asesinados en un céntrico crucero de Culiacán. Iban en un auto blindado. Uno de ellos, Giovanni Parra Zambada, era sobrino de Ismael Zambada García, el Mayo.

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