Malayerba: Dinero de Dios

La divina providencia nos socorrerá, le dijo el padre a la monja. El joven seminarista los escuchó y se quedó callado: apretó los labios, entrecerró los ojos y agachó la cabeza, resignado. No más le faltó hincarse y encomendarse a Dios, la virgen o San Judas Tadeo. Nadie en el firmamento. Y el de sotana […]