Nuestro origen

Ríodoce es un periódico semanal que nació en febrero de 2003, ante la necesidad de que en Sinaloa existiera un periodismo más enfocado a los grandes problemas que vive la entidad, basado principalmente en la investigación y desde una perspectiva crítica.

Conscientes de que no se podía sostener un proyecto editorial sin un sólido soporte empresarial, primero se fundó la empresa Reporteros en S.A. de C.V., que una vez constituida emitió acciones que adquirieron alrededor de cuarenta hombres y mujeres, profesionistas, académicos, empresarios y simpatizantes del periodismo que proponíamos.

Ríodoce nació en un contexto de fuerte control de los medios de comunicación por parte del Gobierno estatal, al que solo se salvaba, parcialmente, el diario Noroeste. Por eso nos propusimos desde un principio marcar una distancia clara respecto al poder, concentrado entonces, de manera absolutista, en Juan Millán Lizárraga, gobernador del estado.

El arranque fue tortuoso. Mucha de la gente que al principio se comprometió con el proyecto empezó a retroceder. En otros se sintió mañanera la influencia del Gobierno. Empresarios que habían hecho un compromiso indudable con Ríodoce recularon sin cuidar las formas.

La sombra del poder nos acompañó implacable los primeros dos años. El gobernador había lanzado una consigna: “Vamos a matarlos de hambre”. Fueron hasta las oficinas del periódico a decirlo. Incluso se cruzaron apuestas. “No llegan a mayo”; “No pasan de agosto”; “Ya mero truenan”. Nosotros nos habíamos planteado otra: sobrevivir. Y acordamos que de ser necesario saldríamos con una hoja impresa por los dos lados, pero no bajaríamos las cortinas.

El Gobierno estatal no solo marginó a Ríodoce de sus planes publicitarios, sino que empezó a hablar a dependencias y municipios para que hicieran lo mismo. Se tiró un cerco que afectó también las necesidades de información del semanario pues ni los boletines oficiales llegaban a nuestras oficinas.

Si alguna de las partes mostró una enfermedad absurda, incomprensible en el ámbito de modernidad que se pregonaba, fue la gubernamental.

Pero junto con el esmero del Gobierno por desdeñarnos primero y luego aplastarnos, habían surgido hombres y mujeres, empresas pequeñas y grandes, amigos, gente que ni nos conocía siquiera, que se subió con lo que pudo, con lo que tenía, con lo que podía, con lo que quiso, a este que todavía puede ser visto como un pequeño barco de papel. Gente que todavía sueña y cree en sus sueños. Gente cansada, harta; gente con aspiraciones de trascender; gente que sabe que tiene algo qué dar y lo ofrece sin más interés que sentirse bien.

Ríodoce se consolidó a pesar de la amenaza que le significó el poder gubernamental pero también en un contexto en el que no solo Sinaloa sino el país entero quedó atrapado en una guerra fraticida provocada por los cárteles de la droga y que el Gobierno federal encabezado por Felipe Calderón Hinojosa quiso acabar con una estrategia que terminó siendo bárbara y absurda.

Han sido estos años aciagos de un aprendizaje invaluable. Nada que digamos ahora puede expresar la dimensión de los obstáculos que nos han puesto para atajar este proyecto; nada de lo que se explique puede mostrar la verdadera aportación que colaboradores, analistas, lectores, empresarios, suscriptores, instituciones, amigos, compañeros, han hecho para hacer posible que, con todo, podamos navegar ahora con el viento a favor.