El comportamiento de la economía mexicana es claro, ha entrado en recesión y su crecimiento será mucho más bajo de lo proyectado para 2024 y aún más en 2025. No obstante, desde el punto de vista político esto no gusta pues en este último año se presumió con fanfarrias el 3.2 por ciento de crecimiento económico logrado en 2023, incluso diciendo que no se creció así en toda la época neoliberal, sin importar que esta aseveración sea completamente falsa.
Es por demás ahondar en las cifras de crecimiento económico de los últimos sexenios, pues en promedio el de AMLO es el sexenio con menor crecimiento en más de 30 años, con un promedio sexenal de 5.25 por ciento, apenas por encima del de Miguel de la Madrid, con 3.09 por ciento, todos los demás fueron más altos. La justificación de la crisis de COVID-19 no es suficiente, pues otras administraciones han enfrentado severas crisis como la de 1994 y 2008-2009.
A pesar de que estos son datos oficiales de organismos públicos que recaban información y hacen las estimaciones correspondientes, como el INEGI y el Banco de México, lo preocupante es que estas cifras no las han querido aceptar los políticos de manera pública. El extremo fue que en su sexto informe el presidente hizo declaraciones faltando incluso a la verdad de su propio informe escrito. ¿Por qué no aceptar esta realidad en su discurso? Porque muchas personas no creen lo que dice la prensa ni los datos.
El pasado 29 de agosto la Dra. Claudia Sheinbaum dijo confiar en que la economía cerrará con un crecimiento anual de 2 por ciento en 2024 y que en el 2025 crecerá aún más, contradiciendo abiertamente las estimaciones del Banco de México, institución especializada y por demás legitima en su tarea.
El Banco de México no es la oposición, ni tampoco publica información a la medida, el Banco tiene como responsabilidad llevar la política monetaria del país y regular al sistema financiero. Y en sus 30 años de autonomía ha logrado un sistema financiero mexicano integrado globalmente y confiable a los ojos del mundo.
Como jefa de estado es totalmente inadecuado que la presidenta electa haga aseveraciones que contradicen al Banco. Esto arremete contra los principios de autonomía y que han dado certeza a los mexicanos al ya no vivir inflaciones anuales de más del 50 por ciento, al tener tasas de interés fijas en los créditos hipotecarios y al ya no tener devaluaciones severas por falta de reservas internacionales.
Las expectativas de crecimiento no son un golpe político, se derivan de factores como la desaceleración de la economía de Estados Unidos, la menor inversión interna y el menor gasto público proyectado en el 2025 para reducir el déficit fiscal hasta el 3 por ciento del PIB, como ha asegurado la misma Dra. Sheinbaum. Además, las expectativas han sido afectadas por la Reforma Judicial y la desaparición de organismos autónomos que puso en alerta a las empresas, especialmente las extranjeras. Y hay que hacer notar que el capitalismo no tiene partido, le interesa hacer negocio, por lo que no está de más escucharlos.
En suma, que dejen las proyecciones económicas al Banco de México y a su gobernadora, Verónica Rodríguez Ceja, mientras que la presidenta electa traza sus planes de gobierno para hacer frente a las tormentas que los expertos avizoran con datos, no con fe.