Alejandra Ramírez, musa de Enrique Mora

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Compuso el vals a petición de Rafael Oropeza, quien se deslumbró con su belleza

Alejandra Ramírez Urrea nació el 26 de junio de 1890 en la casa marcada con el número 32 de la calle Libertad, en Mazatlán, Sinaloa.

Diecisiete años después, su belleza motivaría a Rafael Oropeza para que pidiera a Enrique Mora le compusiera una melodía a la deslumbrante jovencita que lo impactó al verla a la vuelta de su casa, en el Teatro Rubio, hoy Ángela Peralta.

Así nació el vals Alejandra, catalogado como una pieza clásica de la música mexicana.

Se tocó por primera vez el 15 de julio de 1907 en la Plazuela Machado con una orquesta que dirigía Enrique Mora. La jovencita, acompañada de Rafael Oropeza, felicitó al autor y éste le entregó a Alejandra la partitura, con dedicatoria de Oropeza, quien le puso el título, Alejandra.

Ocho años mayor que Alejandra Ramírez, Oropeza pasó también a la historia porque el vals, luego de ser grabado, se hizo pronto popular en México y luego le daría la vuelta al mundo.

Alejandra Ramírez contrajo matrimonio con José María Retes, acaudalado hacendado del municipio de Mocorito, con quien procreó tres hijos: José María, Alejandro y Yolanda.

Presunta descendiente de Ignacio Ramírez El Nigromante, Alejandra destacó como escritora de las costumbres campiranas. Algunos de sus escritos se publicaron en Prosistas sinaloenses.

Cierto, con sus escritos no alcanzó el renombre que tiene, renombre que adquirió por la circunstancia de ser admirada y pretendida por Oropeza, a grado tal que le dedicó una melodía compuesta por Mora, a la que le puso el nombre de Alejandra.

El vals hubiera sido llamado, quizá, con otro nombre, pero un 26 de junio, hace 134 años, nació Alejandra, a cuyo honor se debe el nombre del famoso vals que hoy forma parte del patrimonio musical de México.

Enrique Mora Andrade y su triste destino

¿Y Enrique Mora? No gozó el éxito obtenido con esa melodía.

Enrique Mora nació el 14 de julio de 1876 y fue en un principio encuadernador en una imprenta.

Su familia integraba la orquesta Hermanos Mora, la cual necesitaba de un violinista. Enrique aprendería, obligado, contra su voluntad, ese instrumento y formaría parte de la orquesta.

Pronto realizó una primera composición, Angelita, que se hizo popular espontáneamente. Alguien le compuso la letra y se cantaba por doquier, lo que entusiasmó a Enrique y así surgieron Emilia, Elisa de la Masa, La voz del amor, Carlotita, Una noche en Villa Unión, Pesca Libre, una polka dedicada a La Paz, una marcha nupcial, etcétera. Alejandra fue compuesta en 1907.

Martínez Cabrera (en cuya academia fuera Mora sinodal en unos exámenes finales), le compró sus composiciones a 25 pesos, con la promesa de que le regalaría 50 discos. Enrique Mora ya no los pudo escuchar.

El álbum que contenía todo su repertorio lo prestó y nunca le fue devuelto.

Murió a los 37 años de edad víctima de una cirrosis hepática.

En 1913 fue sepultado en el panteón Ángela Peralta de Mazatlán y su tumba ha sufrido un cruel abandono. Si acaso, los miembros de la Asociación de Autores y Compositores le llevan algunas flores y limpian el mausoleo.

Cuando se cumplían 71 años de su muerte, Radio ABC y la SACS hicieron un reconocimiento al compositor del vals Alejandra). En su tumba instalaron una placa con la siguiente leyenda:

El programa “Usted y nosotros” de Radio ABC de México y la Sociedad de Autores y Compositores de Sinaloa, en el aniversario 71 del fallecimiento del compositor sinaloense Enrique Mora, autor del bello vals “Alejandra”. Enero 7 de 1984. Director Jorge Manuel Hernández.

El homenaje a Enrique Mora fue insólito, porque a 71 años de su muerte, el olvido total giraba alrededor de su tumba, olvido que opacaba las buenas intenciones de las flores que en ella depositaba Chico Herrera, líder de los compositores mazatlecos, quien dijo del homenaje que fue exitoso, pero que Enrique Mora merece mucho más, cuando menos que su última morada sea protegida con alguna cerca.

Hoy no hay quien se acuerde de la tumba, sin embargo, la inmortalidad de su vals ha sido y será siempre el mejor homenaje a su creador, Enrique Mora Andrade, mazatleco bohemio.

Artículo publicado el 23 de junio de 2024 en la edición 1117 del semanario Ríodoce.

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