Los cárteles de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación (CJNG) están detrás de aumento de la violencia en América Latina, según reveló la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en el Informe Mundial sobre Cocaína 2023.
El informe señala que en México siguen existiendo organizaciones criminales con mucho poder, siendo el Cártel de Sinaloa y CJNG los que más presencia tienen a nivel internacional, asimismo señala que en Estados Unidos tienen una gran presencia en el mercado.
“Actualmente, las autoridades mexicanas han identificado nueve grandes grupos delictivos organizados que incluyen aproximadamente un total de 53 grupos”, indica el informe.
La ONU describe en su informe al Cártel de Sinaloa “como una ‘red de alianzas’ de múltiples células especializadas, cada una con una función específica en la cadena de suministro”,.
EL aumento de la “violencia relacionada con el narcotráfico en Suramérica y Centroamérica se ha visto impulsado principalmente por la competencia entre los representantes locales” del Cártel de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación, según los analistas.
Asimismo advierte que debido a que ningún grupo delincuencial controla la cadena de suministro de cocaína desde América del sur a Europa y Norteamérica se crean alianza, las cuales “suelen ser muy dinámicas e inestables, como por ejemplo en el caso de México, donde los aliados criminales de ayer pueden convertirse en los enemigos de hoy, y viceversa”.
El informe destaca que en Ecuador se han registrado una serie de actos violentos los cuales se vincularon a una rivalidad entre organizaciones criminales vinculadas a estos dos cárteles mexicanos.
Por otro lado, señala, en Colombia, la desmovilización de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) ha llevado a un aumento de la presencia del Cartel de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación, de los que sus representantes colaboran con disidentes de las FARC para exportar cargamentos de cocaína desde Colombia.
Lo que “alimenta más la violencia”, según el análisis de la ONU.
Precisa además que en 2020 se produjeron casi dos mil toneladas de cocaína, casi el doble que en 2015, cuando se había tenido el mayor registro de producción.