Cine: ‘Temporada de patos’

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Cuando Flama (Daniel Miranda) y Moko (Diego Cataño) se quedan solos en un departamento de Tlatelolco, creen que tendrán una tarde completa para disfrutar de los videojuegos, pero no cuentan con la inesperada visita de Rita (Danny Perea), una vecina que quiere usar el horno para hacer un pastel; que sería tan complicado engañar a Ulises (Enrique Arreola), un repartidor al que intentan no pagarle una pizza; ni con los fallos de la electricidad. Para su suerte, un pequeño error de Rita al mezclar los ingredientes, hace que los adolescentes pasen el día mucho más divertido de lo que lo habían pensado.

Luego de la realización de algunos videos musicales (Mr. P-Mosh, 1998, de Plastilina Mosh; Ser Feliz, 2000, de Julieta Venegas) y cortometrajes (No todo es permanente, 1995; La suerte de la fea… a la bonita no le importa, 2002), Fernando Eimbcke se estrenó como director de largometrajes con Temporada de patos (México/2004), una cinta bien lograda con la que consiguió posicionarse como uno de los mejores realizadores de su generación, lo cual reafirmaría en sus siguientes filmes en individual (Lake Tahoe, 2008; y Club Sándwich, 2013) y en colectivo (Revolución, 2010; Ayotzinapa 26; Berlín, te amo, 2019).

Al primer trabajo de Eimbcke, que consiguió 11 premios en la edición 47 del Ariel (mejor película, dirección, actriz, actor, guion original, fotografía, edición, opera prima, diseño de arte, banda sonora, sonido), lo distingue la sencillez: se trata de una historia desarrollada mayormente en un departamento, en la que, aparentemente, no sucede nada más allá de perder el tiempo mientras regresa la electricidad, para continuar jugando frente al televisor, pero no todo es lo que parece.

En concordancia con esa presunta “simplicidad”, la trama sugiere el ocio en varias de sus formas, con escenas frescas y espontáneas, las cuales logran que el espectador se vea incluido, como si perteneciera a ese grupo que no encuentra qué hacer: la discusión por un cuadro; la estrategia para que no se derrame la espuma al llenar un vaso con refresco de cola; calcular el peso de cualquier objeto en una báscula de cocina; practicar una coreografía; presumir las “hazañas de conquista”; preparar un pastel; o solo estar en el balcón (al estilo de portada de disco de The Beatles) a ver quién pasa.

No obstante, entre el esperar y el “nada qué hacer”, la historia, escrita por el propio Eimbcke y Paula Markovitch, ofrece momentos de tensión dramática; interacciones entre los personajes que da para conversaciones con diálogos divertidos y profundos; la oportunidad de experimentar en la sexualidad; y reflexionar acerca de la vida.

Aunque el director prefiere las imágenes en blanco y negro, en relación con esa sencillez y austeridad, la fotografía de Alexis Zabé se luce con encuadres, ángulos y planos que no solo muestran o exponen, sino que describen, explican y dejan ver más allá de lo evidente.

A pesar de que Temporada de patos, disponible en Netflix, implicó el inicio o sus primeras participaciones en cine, el elenco principal entrega actuaciones espontáneas, honestas, naturales, pero sobre todo creíbles, las cuales reflejan que Perea, Arreola, Cataño y Miranda, tuvieron cierta libertad para interpretar sus papeles; que lograron la química necesaria para comunicar empatía; y que disfrutaron la filmación al cien por ciento. Véala… bajo su propia responsabilidad, como siempre.

Artículo publicado el 06 de noviembre de 2022 en la edición 1032 del semanario Ríodoce.

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