Después de más de dos años de restricciones en Culiacán los deudos pudieron celebrar a sus difuntos. Sin restricciones por la pandemia del COVID-19 cientos de personas van al camposanto.
Y no sólo los deudos acuden. También comerciantes, músicos y personas que se ofrecen para labores de limpieza en el panteón Civil.
Pero no hay trabajo. Todo está muy caro, dicen. Francisco, músico local, se sienta bajo una sombra al interior del panteón Civil. Carga su bajo quinto y bromea un poco de su suerte.
Hace una seña con su mano y explica lo evidente. “Hay poco jale y mucho artista”.
Explica que debido q la prohibición de injerir bebidas alcohólicas al interior la música va a la baja. Pero tiene ánimo porque al menos los dejaron entrar a trabajar.
Francisco se acompaña de su amigo quien toca el tololoche. No quiso decir su nombre. “Pa’qué si eso no da de comer”, dice. El hombre es invidente. Pide tono y tocan algo. Comienza, dice, en si bemol.
En los dos años posteriores estuvo prohibida la entrada a músicos y comerciantes. Pero después de un rato se marchan. No hubo trabajo.
Sobre la avenida Leyva Solano el carril poniente-oriente está cerrado desde ayer para el festejo. Desde Aquiles Serdán hasta Vicente Guerrero la vialidad está cerrada al tráfico de carros.
Los espacios que se delimitan con pintura blanca para la colocación de ambulantes no están completos, muchos espacios vacíos.
Una joven mujer vendé flores y explica que todo está muy caro. A su lado hay al menos cuatro espacios de 1.50 metros que no están ocupados.
Los arreglos oscilan desde los 80 y 150 pesos los más sencillos.
Pero no a todos les fue mal. El Barbas lava carros. Su nombre es Mario y explica que el jale va bien. No quiere el dinero para loquera, lo quiere para su familia.
En la esquina de Francisco Villa y Vicente Guerrero lava un sedán. “Llevo ya un quinientón y es mediodía apenas, los sábados saco una milpa pero chingándole todo el día”, dice.
Cobra 50 pesos además de propinas que le dejan por echar el ojo a los carros estacionados.
Bodegas y predios abandonados son usados como estacionamiento y cobran desde los 30 hasta los 50 pesos.
Y después de dos años de restricciones, la gente apenas comienza a acostumbrarse a la normalidad. El comercio, al mediodía, aún no repunta en el panteón Civil.
