Gustavo Petro, recién electo presidente de Colombia, está elaborando una iniciativa con el propósito de lograr la paz en su país, sometido desde hace décadas al imperio del narcotráfico y las guerrillas. Con estas últimas se dieron pasos importantes hace un lustro, pero las organizaciones criminales generan buena parte de la violencia en ese país, y Petro está planteando sentarse a negociar con ellas procesos judiciales en los que ganen los narcos logrando penas menos severas y gane Colombia regresando a la paz.
Tiene todo un plan, según leímos en una interesante nota que publicó la revista Proceso la semana pasada y, aunque espera resistencias, está dispuesto a llevarlo a cabo. Parte, el presidente electo, de la convicción de que la guerra contra las drogas ha sido un fracaso y que se tienen que instrumentar otros métodos para descriminalizar el país y lograr la paz que se demanda. ¿Esto es posible? Ya se verá, pero lo cierto es que lo intentarán por arriba de la mesa y ya iremos conociendo los resultados.
¿Cuándo tendremos en México iniciativas que contengan el influjo del narcotráfico en la vida social, económica y política? El presidente AMLO renegó de la guerra contra el narcotráfico, pero no implementó nada nuevo y las organizaciones criminales siguieron creciendo hasta el absurdo. Los gringos vinieron por Rafael Caro ¿y? ¿Significa un gran golpe a las estructuras criminales del país? No significa absolutamente nada. Como le dijo el Mayo Zambada a don Julio Scherer en aquella entrevista de 2010: “si me atrapan o me matan, nada cambia”.
La iniciativa de Petro puede fracasar, pero no podrá decirse que no tuvo un plan integral para pacificar al país. En México tenemos solo una retórica barata sobre el tema mientras se incrementa el número de víctimas y se siguen fortaleciendo los cárteles de la droga. ¿Qué diría Ismael Zambada si le propusieran entregarse a la justicia, él y sus principales operadores, depusieran las armas, desmantelara su organización y entregara activos para indemnizar a víctimas de la violencia, a cambio de una sentencia leve?
Puede parecer ingenuo, pero en el caso colombiano, por ejemplo, el equipo de Petro aseguró que los líderes de Medellín –lo que quedó de la organización de Pablo Escobar–, que siguen operando, están dispuestos a entrar a este proceso de negociación. En México el presidente esbozó algo así durante su campaña, pero se le echaron encima los de enfrente y abandonó la idea, para terminar solo con que son mejores los abrazos que los balazos. (Y allá anda su esposa Beatriz pidiéndole a los sicarios que lean, porque la lectura los va a alejar de las armas) ¿Es esto una estrategia y un plan? No: es un desvarío.
No será fácil para Gustavo Petro y no sería fácil para México si en algo así se pensara. Uno de los obstáculos más grandes sería el gobierno norteamericano porque le conviene la guerra. Así ha sido toda la vida. Por lo mismo se opone a la despenalización de las drogas, aunque en más de 20 estados de la Unión Americana ya se haya logrado.
Se requeriría un plan integral que involucre todas las esferas del gobierno, los poderes, la sociedad y, por supuesto, la voluntad de los líderes criminales.
Pero no tendremos, por lo menos en este sexenio, nada que se le parezca. Andrés Manuel López Obrador resultó más conservador que los conservadores que tanto critica. Por eso en México no avanzó ni siquiera la despenalización de la mariguana. Cada vez que puede reivindica al general Lázaro Cárdenas, pero en la práctica lo niega. Cárdenas despenalizó la mariguana y frente a las presiones internas y de los Estados Unidos, tuvo que desandar el camino. Pero lo intentó.
Bola y cadena
NO ES UN PROBLEMA SOLO DE Colombia y de México. Es un problema del mundo. Desde diversos foros se han estado planteando nuevos enfoques para tratar el tema de las drogas. No es algo nuevo. Se ha hecho por lo menos en los últimos 20 años. La guerra no solo ha fracasado, sino que ha empeorado las cosas: hay más adicciones y a drogas cada vez más duras, hay más violencia, más muertes, más corrupción en los gobiernos, con economías más dependientes del dinero ilícito… Hay que explorar otros caminos.
Sentido contrario
MIENTRAS NO SE PLANTEEN NUEVOS paradigmas, nos seguiremos rigiendo por los criterios de los gringos, que son los que terminan casi siempre negociando con los narcotraficantes; lo hicieron con los colombianos hace tres décadas –allí está El Cártel de los Sapos para el que quiera entender—y lo hacen ahora con los mexicanos, convertidos muchos de ellos en testigos protegidos a cambio de condenas menos grandes.
Humo negro
EL MAYO ZAMBADA NO DEJA DE GANAR batallas en los Estados Unidos. El jueves pasado obtuvo la libertad su hijo Ismael Zambada Imperial, el Mayito Gordo.
Artículo publicado el 24 de julio de 2022 en la edición 1017 del semanario Ríodoce.
