Los semáforos epidemiológicos han sido un engaño; estamos en verde y la gente se relaja a pesar de que el virus se pasea entre nosotros, afirma el doctor Cristóbal Cháidez
La pandemia no ha concluido. A pesar de que la gente ha retomado prácticamente el 100 por ciento de las actividades cotidianas antes del COVID-19, el virus sigue su paso. Busca, de una u otra manera, seguir en el planeta.
Y para el especialista Cristóbal Cháidez Quiroz, director del Laboratorio Nacional para la Investigación en Inocuidad Alimentaria (LANIIA) del Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo (CIAD), las medidas de bioseguridad y el monitoreo de la calidad del aire, sobre todo en espacios cerrados, podría ser más que útil en la prevención para evitar contraer el virus SARS-CoV-2 y detener cadenas de contagios.
Las variantes que puedan surgir a raíz de la transmisión del virus, aunado con el retorno a clases y la apertura de espectáculos deportivos y actividades lúdicas, podrían traducirse en más contagios de no prestar la atención debida a las medidas de seguridad.
“La pandemia evidentemente como han pasado los meses, se han ido aprendiendo muchas cosas a través de ella, obviamente que con la llegada de las vacunas ha mejorado, digamos, o detenido la dispersión del virus, sin embargo algo que tampoco ha ayudado mucho son las variantes”, señaló.
Por ejemplo, la variante “Delta” se transmite mil 200 veces más que el primer coronavirus que azotó en Sinaloa, dejando en el estado una estela de más de 25 mil contagios y alrededor del 28 por ciento de las más de 8 mil 500 muertes ocurridas por la enfermedad.
Además, el concepto del semáforo epidemiológico puede ser ambiguo o tomado sin seriedad. En Sinaloa, si bien el color es verde los contagios siguen siendo elevados, sobre todo en el norte, generando que el virus siga circulando.
“Ese concepto de semaforización que se ha dado en México ha generado mucho desorden porque en el momento en que pasamos a color verde, particularmente en Sinaloa, las personas empiezan a relajar las medidas: se abren los estadios, se abren las actividades lúdicas, se abre todo y eso va a provocar que mucha gente se aglomere, ya sea en lugares cerrados o lugares abiertos y entonces el riesgo de la transmisión del virus se vuelve a incrementar”, explica Cháidez Quiroz.
“Cómo se genera una variante, por la transmisión tan continua del virus. El virus qué hace, yo me quiero adaptar, quiero permanecer en este planeta como especie y me transformo”, añade.
Por ello el peligro de que una nueva variante surja o se adapte de nuevo al entorno existe mientras no se logren cortar las cadenas de contagio y las personas no tengan completo el esquema de vacunación. Una cosa sin la otra no es posible.
Por otra parte otro tema importante sobre las vacunas es su caducidad, su periodo de protección. Por ejemplo, la vacuna de la influenza se aplica cada año.
“Cada año nos tenemos que poner una nueva (vacuna de influenza) porque cada año aparece una variante nueva. El coronavirus es, digamos primo, al virus de la influenza y se adapta y se transforma, es decir, forma variantes”, explica Cristóbal Cháidez.
Y según el experto en microbiología, la tendencia mundial va a ser que la vacuna contra el coronavirus va a ser como la de la influenza y cada año la población deberá vacunarse para evitar que una variante se adapte y se haga muy agresiva.
“Mi punto de vista es que la pandemia ya no se va a presentar tan homogénea en el mundo como el año pasado. La pandemia será regional”, señala.
Las medidas que pueden servir
Seguirse cuidando con las medidas preventivas es importante para detener la alta prevalencia del virus. En promedio septiembre dejó más de 700 casos diarios y esa tendencia apenas ha disminuido un poco. Por ello, no solamente el distanciamiento social o sana distancia, lavado de manos continuo y vacunación se requieren sino sumar una cuarta con el monitoreo del aire y pruebas masivas.
Por ejemplo, en una fiesta una persona permanece alrededor de cuatro horas. La aglomeración de gente se da sobre todo en pistas de baile y los aerosoles que se liberan en el ambiente son diminutos, permanecen en el ambiente, invisibles. Ahí puede haber una cantidad importante del virus. Los asintomáticos son los principales transmisores del virus.
“Nosotros validamos una metodología para monitorear ambientes cerrados, lo que hacemos es que a través de un equipo que succiona aire, le colocamos un filtro que captura al virus si es que están presentes y a través del método más efectivo que es la PCR lo podemos detectar en el ambiente”, explica el investigador sinaloense.
“Hay dos tipos de métodos o pruebas que pudiéramos usar para detener las cadenas de contagio. El monitoreo de ambientes cerrados nos ayuda a verificar que tu proceso de desinfección es bueno”, añade.
En Sinaloa nunca hubo monitoreo de los casos ni seguimiento de cadenas de contagios. Solo declarar positivo y la cuarentena. El seguimiento fue mínimo y basado en el tratamiento de la enfermedad y no en su prevención.
Antes de un evento se desinfecta pero sin la certeza de que el virus fue eliminado por completo, por eso debe validarse.
Y ya existen casos de éxito como una rueda de prensa realizada por la Confederación de Asociaciones Agrícolas del Estado de Sinaloa (CAADES), realizada el viernes 1 de octubre para la presentación de la Expo Agro.
En el evento, investigadores de LANIIA utilizaron el equipo para monitorear la calidad del aire y horas más tarde, tras un estudio vía PCR se determinó que el ambiente estaba libre del coronavirus, y por consiguiente, ninguno de los asistentes pudo transmitir o adquirir el virus.
“La segunda que hemos desarrollado es un método de PCR en muestras de saliva, y podemos reducir los costos porque no es invasiva como el otro método del hisopo y podemos realizarla en grupos, de forma grupal, es un método validado a nivel internacional” explica Cristóbal Cháidez.
El ejemplo es que toman a cinco personas de forma aleatoria y les realizan la prueba de saliva. Si uno sale positivo se hace individual para identificar. Una prueba de PCR convencional sale arriba de mil pesos y estas grupales propuestas por el CIAD oscila en los 300 pesos.
“El método es preventivo. Qué queremos, pues que dentro de la empresa no se generen cadenas de contagio complementado por el monitoreo ambiental”, señala.
El servicio lo realizan a través del CIAD y lo están ofreciendo al sector educativo y al empresarial. Vienen los eventos deportivos y el regreso a clases y con ello el aumento del riesgo.
Aunado a estos servicios, desde el CIAD aportan también cursos de bioseguridad para empresas e instituciones educativas con duración de 14 horas. La intención es no solamente generar más consciencia en la gente sino brindar más información sobre un virus que, a 20 meses de su incursión en Sinaloa, sigue dejando estragos.
Artículo publicado el 10 de octubre de 2021 en la edición 976 del semanario Ríodoce.