Cine: ‘Una ronda más’

una ronda más

En plena crisis de la mediana edad, los acartonados y aburridos profesores Martin (Mads Mikkelsen), Nikolaj (Magnus Millang), Tommy (Thomas Bo Larsen) y Peter (Lars Ranthe) deciden ingerir cierta cantidad de alcohol diariamente, para comprobar un experimento que promete más energía y felicidad. Los primeros días, los educadores recobran los bríos de sus mejores años, sin que eso les cause problemas, pero cuando aumentan la ingesta de bebidas embriagantes, las consecuencias no tardan en aparecer y provocarles una desagradable “resaca” en su trabajo y con su familia.

La palabra que, tal vez, pudiera resumir a Una ronda más (Druk/Dinamarca/2020), dirigida por Thomas Vinterberg, sería “cotidiana”, en el sentido de que un día, una problemática, una crisis existencial… la vida misma, se trata de altibajos, matices; de estar en el hoyo, atorados y querer salir; de sentirse apagados, sin ilusiones y hacer algo por cambiar; de sostener el peso y estirar la cuerda hasta que ya no aguante más, se rompa y se tenga la oportunidad de recapitular y seguir adelante o hacer leña del árbol caído. No es que nadie lo haya intentado antes, pero esta cinta es muy parecida a la realidad.

Vinterberg no es un cineasta convencional. Hay que recordar que, junto a Lars von Trier, es de los fundadores del movimiento Dogma 95 (finalizado en 2005), que buscaba hacer un cine sin adornos técnicos y centrarse más en la historia y los actores, y la película que lo inaugura es realizada por él: la controversial La celebración (1998), en la que el cumpleaños de un intachable padre sirve de contexto para que los hijos saquen a flote sus secretos. Su otro filme de los más conocidos es La caza (2012), en la que aborda una trama igualmente escabrosa a la de 1998.

Por el consumo de excesivo de alcohol, pareciera que Una ronda más, escrita por Tobias Lindholm y el propio Vinterberg, es más ligera que las otras dos mencionadas del cineasta. Pudiera no ser tan abrupta, pero es, al menos, igualmente, profunda y, también, saca del baúl, no precisamente los secretos, sino las inconformidades, el desánimo, el asumir que se vive sin aspiraciones, y que solo se cumple con los deberes; el no haber luchado por los sueños, el tener cierta edad y pensar que no se ha logrado lo suficiente; los conflictos con la pareja y el desinterés por la familia; la falta de creatividad y el conformismo laboral, entre muchas otras cosas que, para resolverlas, es necesario una motivación, un aliciente… ¿cierta cantidad de alcohol?

La ganadora del Oscar este año como mejor película internacional, entre otros premios, disponible en Netflix, que amenaza con tener (innecesariamente) su versión hollywoodense, no solo invita a la reflexión. Además, es un deleite visual y sonoro, con una precisa fotografía a cago de Sturla Brandth Grøvlen, y una música lidereada por Janus Billeskov Jansen, con canciones muy bien seleccionadas; un guion magistralmente estructurado; una trama que pone a pensar y pocas veces se deja adivinar; actuaciones (principalmente Mikkelsen) impresionantes, disfrutables y creíbles; escenas realmente dramáticas y cómicas; y momentos imperdibles, como cada una de las borracheras y, sobre todo, esa celebración a la vida que resulta su final. Véala… bajo su propia responsabilidad, como siempre.

Artículo publicado el 19 de septiembre de 2021 en la edición 973 del semanario Ríodoce.

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