Una canción para saciar el hambre

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Istar Meza

Sus ojos se ponen vidriosos y su voz se entrecorta cuando comienza a recordar el sonido de la música de banda en la calle. «Se te pone la piel chinita», relata Daniel Tapia, director del Banco de Alimentos de Culiacán, quien junto a su equipo de trabajo, recibió serenatas en agradecimiento por las despensas entregadas a músicos de grupos regionales que perdieron su empleo durante la pandemia.
«Vinieron a tocar “ene” cantidad de veces en agradecimiento aquí al banco; se ponía la piel chinita cuando escuchabas a un mariachi cantarte mientras tú armabas despensas. Fue algo completamente indescriptible el recibir esas muestras de agradecimiento por parte de ellos. Nadie les estaba ayudando y nosotros les abrimos las puertas», describe visiblemente emocionado el director del Banco de Alimentos de Culiacán.
La misión de la institución es disminuir la cantidad de alimento que se desperdicia y canalizarlo a personas de escasos recursos. Con el inicio de la pandemia, el apoyo se comenzó a dar a personas que nunca en su vida imaginaron requerir de una despensa para sobrevivir.
Antes de la pandemia, la institución apoyaba a entre 13 000 y 15 000 personas al mes en Culiacán y Navolato. Pero durante la etapa más dura de la crisis sanitaria, el auxilio se tuvo que extender a Angostura, Mocorito, Elota y Cosalá, lo que incrementó a cerca de 45 000 el número de beneficiados.
«No estábamos preparados –como ninguna otra institución lo estaba– y todo lo que hicimos fue sin un peso de gobierno. El Banco de Alimentos en Culiacán subsiste sin financiamiento público, con puro financiamiento de empresas privadas», comentó Tapia.
Con el cierre de negocios y el incremento del desempleo, la voz se empezó a correr y una multitud de personas abarrotó todos los días las instalaciones del Banco de Alimentos, ubicadas en el Mercado de Abastos de Culiacán.
«“Hubo casos verdaderamente muy emocionantes, cuando recién empezamos a atender gente que se quedó sin trabajo, gente que jamás pensó solicitar alguna despensa en alguna parte, de esa gente recibimos mucho agradecimiento. De repente llegaron más de 850 músicos, más de 450 meseros eventuales, a todos se les atendió aquí en el Banco de Alimentos».
El compromiso hacia las personas necesitadas significó un aumento en el apoyo otorgado por las instituciones privadas que soportan el proyecto, en la cantidad de personas que ayudaban en la institución y en las horas que estas laboraban, así como en la flotilla de distribución del alimento.
Pero también representó cuadros de contagios de COVID-19 entre el personal del Banco, entre los que hubo algunos casos graves. Por fortuna ninguno perdió la vida.
Para enfrentar la demanda, tanto de las colonias como de las comunidades de la región centro de Sinaloa, Banco de Alimentos de Culiacán emprendió los programas Ruta de la caridad y Ruta empresarial, por medio de los cuales ciudadanos y miembros del sector privado se sumaron al proyecto con apoyo en la distribución de alimentos.
La institución entregó 2 950 toneladas de alimento en 2020, 1 150 toneladas más que en 2019 y con la proyección de entregar el año en curso (2021) 3 400 toneladas mediante despensas.
Cada despensa tiene un valor aproximado de 400 pesos yse entregan cada quincena a las familias, cuyo estudio socioeconómico previo, define en situación vulnerable.
De acuerdo a datos del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), en la parte álgida de la pandemia por COVID-19, de abril a mayo de 2020, hubo una disminución de 23 122 empleos formales en Sinaloa. En el caso de Culiacán, durante el periodo mencionado, el municipio registró una pérdida de 3 567 plazas formales en el comparativo anual.
Aún cuando la actividad agrícola, fortaleza económica de la región, fue considerada actividad esencial, el confinamiento de otros sectores –como el de servicios– en nada abonó a evitar la crisis económica que se sumó a la sanitaria.
Los datos del IMSS no consideran a los trabajadores informales, que no se encuentran registrados en la institución de salud, pero que se sabe de su desempleo por formar parte de la cadena de valor en actividades que en su momento fueron consideradas de riesgo.
En medio de la incertidumbre causada por la pandemia –nunca antes vista por nuestra generación– y la crisis económica que la acompaña, en Culiacán surgieron héroes ciudadanos que, lejos de recular, enfrentaron la situación y mostraron empatía con los más necesitados.

Créditos:
Texto: Istar Meza
Ilustración: Martha Rivera
Edición: Miriam Ramírez

Esta historia es producida como parte del Fondo Resiliencia, un programa de The Global Initiative Against Transnational Organized Crime (la Iniciativa Global contra el Crimen Organizado Transnacional, GI-TOC), en coordinación con Iniciativa Sinaloa A.C.

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