La guerra que inicia

RUBÉN ROCHA. La última y nos vamos.

Sinaloa 2021, los partidos, coaliciones y contendientes

 

 

Este domingo 4 de abril iniciaron las campañas políticas, la etapa crucial de la lucha por el poder. Dentro de 60 días los ciudadanos tomarán decisiones con las boletas en las manos y las urnas enfrente. El proceso lleva muchos meses, las autoridades electorales se preparan en la organización y los partidos políticos seleccionaron a sus candidatos y candidatas.

Cada proceso se dice lo mismo: que son las elecciones más importantes de la historia de México, esta vez es cierto, al menos que son las elecciones más grandes de la historia, porque por primera vez concurren en casi todo el país procesos locales.

Vuelve todo México al enfrentamiento político, tres años después del arrollador triunfo del partido del Presidente ahora en el poder, cuando se eliminaron todos los referentes para entender la guerra política.

 

Faltan 62 días

Por el color de sus cubre-bocas los conocerás. La política en 2021, otro año de pandemia por la Covid-19, obligó a los candidatos y candidatas a incluir en su guardarropa una mascarilla del color del partido que los postula. Priistas en rojo, morenistas en morado…El cubrebocas es apenas una de las muchas novedades en una contienda electoral donde los candidatos estarán restringidos en la movilidad y los actos proselitistas y hasta se arriesgan a no ser reconocidos por los electores cuando se quiten la mascarilla.

La novedad principal, sin embargo, es de fondo no solo de forma, los registros electorales anteriores y el comportamiento histórico de los ciudadanos son insuficientes para hacerse una idea de lo que ocurrirá en las elecciones más grandes de la historia: más de 21 mil cargos de elección popular en disputa (en 2018 fueron poco más de 18 mil) 500 diputaciones federales que definirán el control del Congreso, 15 gubernaturas, 30 congresos locales (excepto Coahuila y Quintana Roo), y ayuntamiento en 30 estados (excepto Durango e Hidalgo).

El Instituto Nacional Electoral, INE, tiene al inicio de su página de internet un tablero con la cuenta regresiva. Este domingo está en los 62 días que faltan para la jornada, cuando los ciudadanos emitirán el sufragio.

Apenas son los primeros minutos de las campañas electorales, pero los protagonistas llevan meses enfrentados. Podría decirse que el país no ha conocido otro escenario que no sea la confrontación desde que Andrés Manuel López Obrador asumió la presidencia, se apropió de la mayoría en ambas cámaras, y ejerció una fuerte influencia en el poder judicial y los organismos autónomos.

Los últimos cuatro meses —de diciembre a marzo— la guerra se libró dentro de los cuarteles de los partidos políticos. Internamente los militantes se desgarraron por obtener una de las poquísimas candidaturas disponibles ante tantos interesados.
Una vez definidos los dos grandes polos en disputa, Morena y sus aliados por un lado y PRI-PAN con sus aliados por el otro, las decisiones en cada banco provocaron la desbandada. Por eso en Sinaloa son priistas quienes encabezan también las candidaturas de Movimiento Ciudadano y Fuerza por México —más alcaldías y diputaciones.

 

La gubernatura

En Sinaloa solo una vez el PRI ha perdido la gubernatura. Es un decir, porque en 2010 la coalición PA-PRD-MC y PT la encabezó un priista de toda la vida, Mario López Valdez, apoyado con el capital político de dos exgobernadores, Francisco Labastida y Juan Millán.

El declive del PRI inició en la sucesión de 2004, donde ajustadamente sacó el triunfo Jesús Aguilar Padilla.

 

En este comparativo, donde se separan en gráficas los resultados electorales de las últimas tres sucesiones a la gubernatura de Sinaloa, se revelan algunos de los indicios del comportamiento ciudadano en este siglo.

1. El PRI se estacionó en sus votos. En la elección que ganó Aguilar Padilla en 2004 se obtuvieron casi con exactitud los mismos votos doce años después cuando ganó Quirino Ordaz. El PRI subió en dos sexenios 303 votos, con medio millón más de ciudadanos en la lista nominal.

2. El PAN no logra cuajar una candidatura propia. Desde las dos candidaturas sucesivas de Emilio Goicochea (1992 y 1998), Acción Nacional no tiene candidato propio: En 2004 Heriberto Félix no era militante, en 2010 le prestaron sus siglas a un priista, en 2016 a un ex priista y ahora en 2021 la Alianza va por Sinaloa los obliga a olvidar el pasado para llevar a un Mario Zamora en su fórmula.

3. El factor Cuen. En apenas una década en la política, Héctor Cuen pasó de abanderado del PRI en la alcaldía de Culiacán, a segunda fuerza electoral con la organización que fundó hace poco más de un lustro, el Partido Sinaloense. En 2016 obtuvo más de una cuarta parte de la votación, desbancando al PAN.

4. La izquierda local. En 2016, la primera participación local de Morena, obtuvo Jesús Estrada por la gubernatura más votos que el PRD. El partido de izquierda fue viviendo en este siglo el ocaso de un sol que está ahora apagado. Audómar Ahumada en 2004 obtuvo más votos que Mariano Gómez en 2016.

5. La participación ciudadana. El ánimo de los ciudadanos decayó completamente en la pasada sucesión a la gubernatura, en 2016.Apenas se rebasó el millón de electores, menos que seis años atrás en el proceso de 2010.

 

SERGIO TORRES. Cinco por ciento.

 

2021

Si algo demostró el 2018 es que todos los antecedentes que se tengan del comportamiento ciudadano previo a esa elección es insuficiente para explicar lo que ocurrirá en 2021. La constante es la incertidumbre.

La mayoría de las encuestas disponibles, entre serias, propias, de propaganda y pagadas, ponen a Morena por encima del resto de los participantes, en Sinaloa y otros estados de los 15 que tienen sucesión este año.

Una vez definidos los candidatos, las alianzas y que las aguas se apaciguaron al interior de los partidos, las encuestas dicen en números redondos que Morena-PAS concentran entre el 45 y 50 por ciento de las preferencias, y PAN-PRI-PRD de un 25 a 30 por ciento. Del resto, el único que va despuntando hasta salirse de la marginalidad es Movimiento Ciudadano, con el priista Sergio Torres, que en algunas encuestas pasa del 5 por ciento de las preferencias.

Así parten. Les quedan por delate dos meses.

Mario Zamora. El tiempo de intercampañas —cuando acabó el trabajo interno y se espera el arranque constitucional— lo aprovechó el priista para articular el discurso propio en dos premisas: “vamos en plenos ascenso”, admitiendo tácitamente que no parte con favorito; y segundo, es el candidato con la fuerza física y un proyecto de futuro para Sinaloa.

Zamora donde se para pide un debate solo entre dos, sin los otros seis aspirantes. Un enfrentamiento entre Rubén Rocha y él.
Lo que desde afuera se anticipaba como difícil para Mario Zamora a principios de año, evitar el conflicto con el Partido Acción Nacional, parece superado en el equipo de campaña del priista. Sin tropiezos, el candidato de la Alianza Va por Sinaloa integró a panistas que lo defienden como si fuera de casa. Ese equipo de panistas va por separado, llevando un discurso similar al candidato a la gubernatura, integrándose sin sobresaltos.

Rubén Rocha. Aun pesan en Morena los raspones y quebraduras que provocó el proceso interno de selección de candidatos. Rubén Rocha en todo momento se lavó las manos, perjura que fueron decisiones desde el centro del país.

Ya en marcha su campaña, aun tiene que responder cuestionamientos sobre exclusiones e inclusiones en su comité de campaña. “Aquí caben todos”, responde Rocha. En alusión sobre todo al nombramiento de Alejandro Higuera como Coordinador General de su campaña, el viejo panista que ganó casi todo como azul: tres alcaldías, dos diputaciones locales, una federal, pero siempre se le negó la candidatura a la gubernatura y a la dirigencia estatal del PAN.

Rocha Moya inicia sin salirse del guion. Así lleva desde diciembre. Todo gira en lo que llama desde precandidato como la defensa de la cuarta transformación: El proyecto del presidente López Obrador que tiene resistencias localmente, por eso es necesario, dice, retener el Congreso local y ganar la gubernatura.

La chiquillada. Contrario a las elecciones de 2004 y 2010, donde la contienda electoral se concentró en dos grandes alianzas, o dos candidatos principales, este 2021 los aspirantes serán otra vez demasiados como ocurrió en 2016. Al final, solo tres fueron relevantes, el resto apenas si pasaron de una candidatura testimonial con un máximo que apenas llegó a los 30 mil votos en todo el estado, un promedio de 10 votos por casilla.

Entre la chiquitada, al arranque, el único que muestra despunte es Sergio Torres y Movimiento Ciudadano, pero ese despunte lo lleva apenas a un 5 por ciento, aun marginal para los dos grandes polos que están en la pelea: Zamora y Rocha.

Artículo publicado el 04 de abril de 2021 en la edición 949 del semanario Ríodoce.

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