A pique la pesca ribereña en el norte de Sinaloa

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Aún puede remediarse el sistema Santa María-Topolobampo-Ohuira

 

 

Las capturas de camarón y de jaiba en las bahías regionales apuntan a una caída drástica que depurará al esfuerzo pesquero, si antes la actividad no se paraliza por una nula rentabilidad, opinó José Alfonso Chaparro Bojórquez,  de la Federación de Cooperativas Pesqueras “Siglo XXI”.

El desplome de los volúmenes los estimó en 25 por ciento sobre el global de la temporada anterior (2019-2020) que fue una de las más bajas de los ciclos recientes.

Chaparro Bojórquez consideró que el origen del desplome fueron las políticas del actual gobierno federal que eliminó el presupuesto para la vigilancia, lo que favoreció la depredación de las especies, además de una apertura tardía cuando la primera generación del crustáceo ya había emigrado hacia aguas profundas y más frescas, la reducción de los subsidios al combustible y reequipamiento de motores marinos, y en escasa proporción a las condiciones de contaminación de las bahías regionales.

“Los técnicos explican que en zonas en donde no hay suficiente oxígeno disuelto en el agua y aumenta la materia orgánica, los juveniles de camarón no sobreviven”.

Pidió a los legisladores federales reconsiderar las políticas públicas sobre actividades económicas primarias, pues el empleo en las zonas pesqueras podría verse muy afectado.

Para el biólogo, Javier Fabián Palestina, responsable de Plan de Biodiversidad de Gas y Petroquímica de Occidente (GPO), la caída de la producción pesquera en el sistema lagunar Santa María-Topolobampo-Ohuira está relacionada con actividades culturales del pescador y no en la contaminación que se dice que existe pues nos se ha demostrado del todo su origen y mucho menos existe un plan de remediación de corto, mediano y largo plazo que la convierta a producción sustentable.

Dijo que la empresa busca obtener esa rentabilidad pesquera en 10 años de restauración con inversión privada, federal, estatal y municipal en la aplicación de un proyecto autoregulado por científicos y académicos del que se excluya a los estados para evitar que se burocratice y termine en nada.

Por principio, sostuvo que para determinar las actividades de remediación, hay que encontrar el problema y en dos años de análisis constantes se detectó que la columna de agua de la bahía está modificada con una concentración de oxígeno baja que afecta a la fauna comestible que sustenta la pesca. El impacto en la calidad del agua proviene de los drenes agrícolas que arrastran nitritos, nitratos y fosfatos que incrementan la cantidad de nutrientes naturales. Estos consumen el oxígeno que a su vez altera las condiciones del plancton que es la base de la cadena alimenticia del camarón, ostión, almeja y de peces.

Además, hay un impacto por las descargas sanitarias sin un tratamiento adecuado.

Este daño podría comenzar a reducirse con la siembra de bacterias que consuman el exceso de nutrientes y produzcan oxígeno.

La siguiente fase es analizar los sedimentos para detectar los metales pesados que están en el fondo marino sin disolverse y que son consumidos por la fauna ya que no existe datos comprobables de ello, lo que se ha convertido en un mito. En esa etapa se analizaran los tejidos de la fauna para buscarlos.

Dijo que el sector pesquero y otros culpan de la caída de la producción a una elevación de la temperatura por descargas de agua caliente, pero la modulación hidrodinámica y numérica lo descarta porque la temperatura de la bahía se iguala a 700 metros del desagüe de la Comisión Federal de Electricidad.

El agua de enfriamiento saldría a la bahía en temperatura inferior a la de CFE por lo que la suma calórica es inexistente.

El agua que utilizará la planta para producir amoniaco, urea y metanol nunca entra en contacto con los elementos de producción, por lo que tampoco se arrojaran a la bahía.

Fabián Palestina comentó que también se culpa de la insuficiente reproducción natural de las especies marinas aprovechables a la succión de post larva lo que no se ha comprobado porque no se han encontrado en los canales de llamada, además de que se construirán sistemas de exclusión de fauna acuática (Sefa) para reducir a cero una afectación del 12 por ciento. El antecedente de la crítica es lo ocurrido en las granjas camaroneras que se resolvió con el sistema Sefa.

El investigador con dos años de trabajo en la bahía de Ohuira dijo que han encontrado casos preocupantes como tumores en la tortuga marina sin que estos sean analizados si son cancerígenos y de transmisión para los consumidores.

“De ser así, estaríamos ante un problema de salud pública, que es lo que se pretende evitar”.

El científico aseguró que el proyecto de remediación del sistema lagunar es ambicioso y se logrará si todos los sectores disipan sus dudas y se atreven a apostar por la investigación científicas y la aplicación de métodos de recuperación ambiental probados en otros países, aunque no con la dimensión que se propone en Topolobampo.

Artículo publicado el 27 de diciembre de 2020 en la edición 935 del semanario Ríodoce.

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