Un día sin mujeres; De ‘la vista es muy natural’ y otras falsas verdades heredadas

acoso callejero

Este domingo se conmemoró en el mundo el Día Internacional de la Mujer, instituido por la Organización de las Naciones Unidas desde 1975, aunque desde inicios del siglo pasado las luchas por la emancipación de la mujer habían estado presentes sobre todo en países europeos como Alemania, Austria, Suiza, Dinamarca, Suecia…

En los últimos años, la lucha de las mujeres por la igualdad de género ha avanzado a pasos agigantados tanto en Europa como en América. En México, esta lucha ha empatado con los reclamos de justicia ante las miles de agresiones que se cometen contras las mujeres, casi siempre impunes.

Lea: El día después de mañana http://bit.ly/3aGQH0I

Esta vez, en el marco del Día Internacional de la Mujer, organizaciones de mujeres de todo el país hicieron un llamado a salir a las calles pero también, el 9 de marzo, a “Un día sin nosotras”, “Un día sin mujeres”. Un llamado que despertó mucha controversia y cuyos alcances son todavía invaluables.

Como contribución a este esfuerzo, Ríodoce ofrece a sus lectores notas y reflexiones sobre el tema desde muy diversos enfoques.

 

 

De ‘la vista es muy natural’ y otra falsas-verdades heredadas

Si eres hombre o mujer, no importa. Igual te pido que imagines por un momento que eres el hombre invisible. Aprovecha esa invisibilidad para seguir a tu novia, esposa, hermana o a tu hija en su trayecto hacia el trabajo o la escuela. Imagina que puedes ver cómo un hombre desconocido la desviste con la mirada, le hace una seña obscena con la lengua, le da una nalgada en una calle solitaria, le silba como si fuese un animal, o aprovecha un tumulto (en el autobús, por ejemplo) para restregar sus partes íntimas en el cuerpo de esa mujer que es parte importante de tus afectos y de tu vida. Alguna de estas cosas le pasa diario a más de una mujer en Sinaloa.

Si eres una persona empática, y sientes algún tipo de rabia, angustia o sufrimiento al realizar este ejercicio, significa que podemos construir juntos a una mejor sociedad. Si, por el contrario, consideras que todo esto es una exageración, que las mujeres se exponen a la agresión porque se visten “provocativamente” y que “ahora resulta, que no las pueden ni voltear a ver”, significa que sigues aferrado o aferrada a falsas-verdades heredadas que justifican el acoso y la violencia contra las mujeres.

En las últimas semanas he visto hombres alzar la voz, sobre todo a través de las redes sociales, para defender lo que consideran “su derecho” a piropear, silbar o compartir lo que según ellos son “expresiones de admiración por la belleza femenina”, y otros que se muestran indignados ante la posibilidad de ser señalados, “sin fundamentos” y “de manera anónima”, por las que consideran mujeres sin escrúpulos. Estos hombres que ahora se hacen visibles externando sus preocupaciones e indignación, “por ellos”, raramente o nunca se hicieron visibles “por ellas” manifestándose como varones en contra del acoso visual, sexual, verbal o de la violación, mutilación, asesinato y desaparición forzada de mujeres en Sinaloa.

He escuchado a muchos hombres exigir pruebas a las mujeres que se han atrevido a denunciar a maestros acosadores en las escuelas. Es difícil que la mujer reúna evidencia de la mirada fija de un maestro sobre sus senos, de la mano que “accidentalmente” rozó su trasero, del maestro que le pide un favor sexual a cambio de una calificación. En lugares como Sinaloa la justicia es un lujo que a pocos les es otorgado, el acceso a la justicia es un camino largo, penoso y, no pocas veces, humillante para las mujeres que sufren acoso o violación sexual y que se atreven a denunciar, siendo además re-victimizadas por funcionarios incapaces de atender adecuadamente este tipo de denuncias.

En países como Estados Unidos y Francia los gestos lascivos, silbidos, comentarios y chistes sexuales, así como el contacto físico no deseado son expresiones inequívocas de acoso sexual. En España se discute el anteproyecto de la llamada Ley de Libertad Sexual que se centraliza en el consentimiento de las partes involucradas en una relación de connotación sexual. En México apenas estamos luchando contra frases lapidarias que desgastan el ánimo de aquella que se siente agredida cuando la miran con morbo al salir a la calle: “la vista es muy natural”, dicen ellos, “me miró de manera sucia, como si estuviera desnuda”, dicen ellas. El consenso, es decir, el mutuo acuerdo, es la clave de todo esto, e implica que una mirada sea cortejo y no acoso, y que un roce o caricia sea el inicio de una sana relación sexual y no de una violación.

La mayoría de las mujeres en Sinaloa, más aún las jóvenes, son vulnerables y son víctimas del acoso verbal y visual, esa es una brutal realidad que está ahí a pesar de quienes fingen ser, no invisibles, sino ciegos y mudos. Anécdotas de acoso sexual, visual y verbal en Sinaloa hay por miles, cada una de ellas tiene una víctima a la que re-victimizamos cuando preguntamos cómo iba vestida y a un victimario al que le hemos dado el poder de mirar de manera obscena, silbar, piropear o tocar el cuerpo femenino por ser hombre y porque ellas lo provocan.

Sobre esta realidad de definición de los sexos se ha escrito de manera profunda desde perspectivas sociológicas que atañen también a lo biológico, lo antropológico y lo histórico. Pierre Bourdieu refiere una dominación masculina y una sumisión femenina naturalizadas y un sentido de género “jerarquizado” con una visión androcéntrica normalizada y legitimada en su sentido de dominación masculina sobre lo femenino.

Tal como lo hace Bourdieu, Simone De Beauvoir resalta la dominación masculina sobre la mujer, pero destacaba como un elemento de análisis fundamental la paridad existente en cuanto a la población femenina y masculina, es decir, no somos una minoría como en el caso de los indígenas o los afroamericanos, y a pesar de que “hay tantas mujeres como hombres en la tierra”, las mujeres han carecido históricamente de medios para organizarse como “nosotras”, manteniéndose dispersas entre los hombres.

Todo indica que las jóvenes de hoy están enfrentando el reto generacional que les ha sido heredado: luchar contra el acoso y los acosadores, defendiendo su libertad sexual y exigiendo el respeto a su cuerpo y a su humanidad. Espero vivir lo suficiente para ver cómo la mujer sumisa descrita por Bourdieu se desvanece ante una mayoría solidaria de mujeres organizadas como “nosotras”, tal como sugería De Beauvoir.

Artículo publicado el 8 de marzo de 2020 en la edición 893 del semanario Ríodoce.

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