El gobierno de Estados Unidos anunció este viernes la aplicación de nuevas sanciones contra Irán como respuesta al bombardeo de dos bases militares estadounidenses en Irak, ocurrido el miércoles pasado.
El secretario de Estado, Mike Pompeo, dijo que las medidas están dirigidas hacia el corazón del aparato de seguridad iraní.
Afectan a ocho altos funcionarios de Irán, incluyendo al secretario del Consejo Supremo de Seguridad Nacional, Ali Shamkhani; al jefe de gabinete adjunto de las Fuerzas Armadas, Mohammad Reza Ashtiani; y a Gholamreza Soleimani, comandante de la milicia Basij, considerada como responsable de la represión a las recientes protestas antigubernamentales, de acuerdo a la BBC.
Las medidas también impactan en sectores de la economía iraní como construcción, manufacturas y textiles, así como a las 17 principales empresas productoras de acero, hierro y cobre de ese país.
“Estas sanciones continuarán hasta que el régimen (iraní) detenga la financiación del terrorismo global y se comprometa a no contar nunca con armas nucleares”, indicó el secretario de Tesoro de EU, Steven Mnuchin, en una comparecencia desde la Casa Blanca.
Mnuchin justificó la aplicación de las medidas por “la implicación de estos altos funcionarios en los ataques con misiles balísticos” en Irak.
El miércoles pasado, Irán disparó 22 misiles a dos de las bases que albergan militares de EU en Irak: Irbil y Al Asad.
Ese ataque, en el que no hubo víctimas, era la respuesta de Teherán al asesinato por parte de Estados Unidos del general Qasem Soleimani, quien murió el pasado 3 de enero en un bombardeo contra el vehículo en el que se desplazaba en la cercanías del aeropuerto de Bagdad.
Soleimani era el jefe del cuerpo élite Quds, la unidad de la Guardia Revolucionaria de Irán encargada de realizar operaciones militares encubiertas en el exterior.
Se le consideraba como el militar más poderoso de Irán y como un hombre próximo al líder supremo de ese país, ayatolá Alí Jamenei.
El gobierno de Donald Trump está aplicando lo que denomina como una estrategia de máxima presión sobre Teherán, con miras a forzar a ese país a aceptar una renegociación del acuerdo nuclear que había sido suscrito por Irán con varias potencias mundiales, incluyendo Estados Unidos.
Ese pacto fue impulsado y firmado por el gobierno de Barack Obama pero Trump decidió abandonarlo argumentando que era insuficiente para garantizar que Teherán no desarrolle armas nucleares.
Teherán asegura que su programa nuclear solamente tiene fines pacíficos.