A través de una carta Joaquín el Chapo Guzmán pidió al juez Brian Cogan intervenga ante el Buró de Prisiones para que le permitan tener dos horas a la semana de ejercicios al aire libre, tapones para los orejas para reducir un dolor de oídos que padece desde hace meses y la posibilidad de comprar botellas de agua y no tener que beber de un grifo que está lleno de moho.
El Chapo se encuentra actualmente recluido en una minúscula celda en el Metropolitan Correctional Center (MCC) de Manhattan, en Nueva York, desde su extradición el 20 de enero de 2017, donde no tiene ningún tipo de privilegio, se encuentra en aislamiento solitario, y mantiene comunicación con el exterior a través de las visitas de sus abogados y dos llamadas al mes de 15 minutos con sus familiares, con una única hora de recreo en un pequeño gimnasio de lunes a viernes, y ningún acceso al aire libre ni luz solar, de acuerdo a El Universal.
Las medidas extraordinarias de seguridad aplicadas a Guzmán Loera, impuestas por su “peligrosidad”, también incluyen que su celda tenga la luz encendida todo el día -lo que afecta su sueño-, una regulación irregular del sistema de aire acondicionado y calefacción, y deficiente provisión de sábanas limpias y comida, según han denunciado constantemente sus abogados.
“El señor Guzmán se ha comportado de una forma ejemplar en los 27 meses que ha estado en custodia; nunca ha sido irrespetuoso ni violento hacia los miembros de la prisión, ni ha habido ningún reporte (de queja)”, escribió en la carta Mariel Colón, abogada del equipo del Chapo, de origen puertorriqueño y muy cercana a Emma Coronel, la esposa del capo.
Según la abogada, lo que más está afectando a Guzmán es la falta de aire libre y luz solar, que le estaría afectando sicológicamente, causándole “angustia” por no entender un “castigo tan largo” y fatiga mental, así como pérdida de atención.
Don Joaquin, still in a federal lockup awaiting sentencing, would like additional exercise, a few more bottles of water and some earplugs. pic.twitter.com/u1nL8wkzVa
— Alan Feuer (@alanfeuer) May 9, 2019
El dolor de oídos, para el cual solicita tapones, apareció durante los tres meses de juicio: era tan molesto que le impidió seguir el proceso judicial a través de un traductor electrónico, y tuvo que hacerlo con intérpretes a su lado.
La petición de acceso a productos de la tienda de la prisión, especialmente botellas de agua (solicita poder adquirir al menos seis a la semana) tiene que ver con la mala calidad del agua corriente que tiene en su celda, de la que puede “ver y saborear” el moho que llevan.
Según Colón, en los últimos seis meses sólo ha tenido acceso a 22 botellas de agua a pesar de que se le prometieron media docena cada dos semanas; beber agua de la celda, en opinión de la abogada, es perjudicial para la salud.
“El tipo de restricciones no tiene ninguna relación con la preocupación de seguridad, y solo sirve para castigar al señor Guzmán, y alargar su sensación de frustración y aislamiento”, concluye la petición, lo que habría afectado “profundamente” la salud general y el bienestar del capo hasta el punto de ser un problema en la preparación de su defensa.
Guzmán Loera está a la espera de que el 25 de junio se le dicte sentencia, después de que hace casi tres meses se le declarara culpable de 10 delitos de narcotráfico que, con absoluta certeza, le condenarán a cadena perpetua que cumpliría en una cárcel de máxima seguridad en Florence, Colorado.
Su equipo de abogados, sin embargo, está trabajando en la apelación para solicitar la repetición del juicio, después de que un miembro del jurado admitiera en una entrevista a Vice News que violó la normativa al consultar medios de comunicación y redes sociales durante los tres meses que duró el proceso judicial.
