Los poderes miden fuerza en Sinaloa. Signo de los tiempos. Ejecutivo, Legislativo y Judicial acoplándose a la nueva realidad, una que los lleva a rutas desconocidas porque siempre se trató de un valor entendido de supremacía en uno de ellos.
Mientras tanto, desde la opinión publicada las explicaciones son estridentes y hablan de enfrentamiento, pleito, o encontronazo, pero es porque exponen el tema con categorías agotadas, con el viejo lenguaje que es insuficiente para estos tiempos. El poder es obligado a renovarse, no es un convencimiento interno, pero el periodismo en la generalidad sigue anquilosado, casi ajeno a lo que ocurre, más preocupado por la tecnología que por los principios básicos.
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Quirino Ordaz —el gobernador—, los Morenistas —un grupo muy compacto en el Congreso con Graciela Domínguez y José Antonio Ríos Rojo—, y Enrique Inzunza —en el grupo colegiado de Magistrados—, ellos y otros en un juego de vencidas legítimo pero sumamente desigual. Por ahora.
Morena aprobó un presupuesto 2019 con modificaciones mayúsculas, sin antecedente en la historia legislativa donde solo se fingían reasignaciones, Quirino Ordaz lo vetó en su facultad y le llevó ocho días documentar el sustento, y Enrique Inzunza promueve una acción de inconstitucionalidad porque desde el Ejecutivo le recortaron su petición de recursos. Aquí no hay enfrentamiento, ni falta de institucionalidad, ni choques, hay grupos de poder recurriendo a las instancias legales para dirimir las diferencias de criterios.
Debajo, claro, la situación ya no es tan simple. Desde la Secretaría de Gobierno de Quirino Ordaz se opera para restar diputados de Morena o el Partido del Trabajo para romper la mayoría, éstos a su vez tratan de mantenerse cohesionados. Es de manual: El que sabe sumar, sabe dividir. En el Poder Judicial, mientras, ganaron la batalla del recorte y el Congreso le otorgó el presupuesto solicitado para 2019, saltándose al Ejecutivo. Nada está dicho todavía.
Si el Ejecutivo repone algunas, muchas o todas las reasignaciones, que alcanzaron el orden de mil 600 millones de pesos, habrá saltado el episodio básico para su operación en 2019, pero igual el Congreso habrá ganado porque obligó al Ejecutivo a sentarse en la mesa a explicar más allá del documento algunos de los gastos que mantiene.
Inicialmente se negó de manera sistemática a responder sobre detalles en diferentes partidas, o los convenios que las sustentaban. El Poder Judicial también habrá ganado, simplemente con el atrevimiento de recurrir a la Suprema Corte para que zanjara la diferencia con el Ejecutivo, además de que fue el único organismo autónomo que se atrevió a interponer el recurso, porque no fueron los únicos recortados por las finanzas de Quirino para cuadrar sus números. Y ninguno de esos organismos autónomos quiso enemistarse con el gobernador y mejor calló boca.
A pesar del juego sucio que de repente surge en este episodio, y al que muchos ven como una de las incomodidades de la democracia, lo que prevalece es el ejercicio de la política, en mejor o peor lid alguna de las veces, pero política al fin.
Margen de error
(Sombra) Quirino Ordaz, el gobernador, se ha mantenido como una sombra las últimas semanas. Atento, pero sin destacar ni mostrar el interés real que tiene al curso que lleva el todavía sin aprobar presupuesto 2019. Evita a toda costa la confrontación de manera directa con la mayoría de Morena en el legislativo. Eso no quiere decir que no confronte, ni que no sea agresivo, ni que tome sana distancia con los diputados. Es justamente al revés. Muchos meses antes mostró quienes darían la cara por él: Sergio Jacobo y Gonzalo Gómez Flores.
Jacobo Gutiérrez, un politólogo cercano a los aguilaristas, muestra la cara rijosa, muy lejana a su perfil anterior de académico, encargado de cultura o la cara amable de la oficina del gobernador Quirino, su último puesto. Gómez Flores la estrategia pausada y bien armada desde el tercer piso, consensuada a detalle con el Ejecutivo.
Con ellos dos hace frente Quirino Ordaz desde la sombra cualquier enfrentamiento político, sin conflicto de manera directa.
Mirilla
(Carambola) El juego de Quirino Ordaz, como en la carambola de tres bandas del billar, le permite un margen de maniobra con el gobierno federal. Él nunca entra en choque, siempre son otros que él se encarga de empujar. Así logra el deslinde de cualquier conflicto con el superdelegado de AMLO, José Jaime Montes, o directamente con la presidencia. Nunca está en la mira.
En sus intestinos Morena tiene su propio juego de las vencidas y de carambola. Sin las reglas no escritas de la disciplina partidista de que gozaba el PRI en sus años mozos, al joven partido de izquierda todo le es más difícil. Los legisladores no se ciñen al cinto de la disciplina y pueden soltar el bloque monolítico que mantuvo al PRI tantos años.
De ahí las acusaciones de sobornos a diputados de Morena o el PT que provienen del gobierno estatal. O posiciones encontradas, como la de Victoria Sánchez, la Presidenta de la Comisión de Hacienda.
Primera cita
(Empate) Podría pensarse que el tema está en un empate. La Ley de Ingresos y Presupuesto de Egresos 2019 de Sinaloa regresa a la cancha del Legislativo y tiene que seguir de nueva cuenta todo el proceso por el veto de Quirino Ordaz.
El juego de las vencidas es que Morena construya la mayoría de 27 diputados, y entonces insistir en las reasignaciones —evidentemente no todas las que hizo originalmente, porque tendrá que atender donde tenga razón el gobierno estatal. Desde el Ejecutivo hacer lo imposible porque no alcance los 27 y desde esa posición negociar (PUNTO)
Columna publicada el 13 de enero de 2019 en la edición 833 del semanario Ríodoce.
