2021

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La sucesión a la gubernatura o a la presidencia empieza el mismo día que se toma posesión del cargo. En la conformación del gabinete, en la correlación de fuerzas políticas, en las simpatías y antipatías desde el poder, se va formando el germen de la próxima disputa por el cargo. Pero es un camino lleno de sorpresas.

Quirino Ordaz está en la plenitud del poder en el gobierno estatal, cumpliendo apenas su segundo año. Ya pagó las novatadas, aprendió y desaprendió, el segundo año es para sentirse pleno, a sus anchas y así está. Vienen los mejores tiempos, más de mil días por delante, tres años que parecen largos y que después se verán como un suspiro.

El gobernador gobierna, pero en un carril alterno están quienes se sienten con el tamaño para sucederlo, dentro de su gabinete y fuera de él. En su partido y en otros. Desde el poder se estimulan aspiraciones o se ahogan. Igual afuera, muchas de las candidaturas se fortalecen con el fracaso del otro.

La sucesión gubernamental en Sinaloa el 2021 está en el lejano horizonte. Eso no impide que al menos una docena de hombres y mujeres estén entregados a ese objetivo. Se despiertan pensando en eso, pasan el día con ello en la cabeza y terminan soñándolo porque se duermen sin dejar de pensarlo.

El gobernador anterior, Mario López, permitió que la sucesión se anticipara demasiado al cargar todos los apoyos a su incondicional Gerardo Vargas Landeros. Muchos lo veían abocado y no quisieron quedarse atrás. Algo parecido le sucedió a Jesús Aguilar, que claramente perfilaba a Jesús Vizcarra como sucesor. Muy diferentes a Juan Millán, que prolongó lo más que pudo su poder al llevar a más de uno a la recta final sin entregarse por completo a ninguno. Son estilos.

¿Cuál es el estilo Quirino Ordaz? Primero, impredecible. Quienes están cerca de él no logran descifrarlo por completo. La mayoría de ellos y ellas no son de un círculo cerrado donde se conocen por completo, sino personajes incluidos en el camino. De ese modo es difícil leer los encriptados mensajes en política.

El resto lo aporta la nueva realidad. La que muchos niegan. Es evidente en el lenguaje. Desde el poder se sigue hablando como en el pasado, suenan huecos pero repiten los mismos argumentos. La estrepitosa derrota del 1 de julio cambió por completo la visión clásica de la política, incluso agoniza un régimen, y los estertores nadie los atiende.

Las contiendas políticas en Sinaloa, en la generalidad, fueron en la historia reciente asunto de dos: PRI y PAN. Los demás eran convidados de palo. En 2004 el PAN se le acercó tanto al tricolor que lo tambaleó, seis años después una alianza de partidos y con un desertor lograron un triunfo que fue a la postre otra derrota, Malova nunca se quitó el corazón priista. En la próxima contienda el panorama será otro, hay un nuevo actor, un neonato llamado Morena. Pueden terminar pareciéndose a los otros, o ser un factor disruptivo.

¿Cuántos de quienes andan en la planeación de la próxima elección están leyendo los nuevos tiempos?

Margen de error
(Huérfanos) No es fortuito que Quirino Ordaz politizara su gabinete después de la derrota del PRI. Cobijó a los derrotados. Les faltaba contacto con la gente al primer gabinete, dijo.

El país entero necesita sacudirse la política como un asunto de partidos. Las diferencias que se debaten solo entre ellos. Por eso el fracaso del Pacto por México que tanto presumió Enrique Peña al arranque de su gobierno. Sí fue un pacto, pero solo entre las cúpulas de los partidos, los mismos que estaban en un declive que ni ellos mismos se percataban. Por eso las reformas posteriores, esas llamadas estructurales, se hicieron sin el respaldo de las bases, porque a nadie se tomó en cuenta.

Cierto que en una democracia representativa así se toman las decisiones, pero México no terminó por madurar esa democracia representativa, se quedó enana.

Si fuera de otro modo no le sería tan fácil a Andrés Manuel López Obrador hablar de derogarlas o de darles para atrás. Si contaran con algún respaldo, así sea mínimo, no podría ni tocarlas.

Mirilla
(Vicentillo) El Chapo sigue en la mira. En la semana se esperaba la declaración de Vicente Zambada, enviado desde los tiempos de Felipe Calderón a Estados Unidos, pero no se dio. El testimonio de Zambada Niebla podría ser demoledor para Guzmán Loera, aun cuando la defensa se dedique a desprestigiarlo por tratarse de un pacto previo con los fiscales para recibir condenas menos fuertes a sus delitos.

Hasta ahora son los fiscales, y el sistema de justicia americano junto a su política antidrogas, quienes tienen más que perder en el juicio. No tanto el Chapo y sus defensores. Al fin y al cabo Guzmán llega como culpable al juicio, aun con todo y la presunción de inocencia.

Primera cita
(Beis) En el conflicto entre los dueños del equipo de beisbol Venados y el Ayuntamiento de Mazatlán se juega más que el pago del recibo del agua, así sea por 3 millones de pesos. Se trata de un asunto de privilegios, y la terquedad de la familia Toledo por mantenerlos. El Alcalde Guillermo Benítez se vio ecuánime, sin ánimos de pleito, sin la rudeza que podría significar el caso. Algo similar podría estar pasando en Culiacán y su equipo, pues el estadio está otorgado en concesión en condiciones similares al Teodoro Mariscal.

Con asuntos como esos es como pueden demostrar las nuevas autoridades que los tiempos son otros, aunque tampoco los empresarios quieran entenderlos (PUNTO)

Columna publicada el 9 de diciembre de 2018 en la edición 828 del semanario Ríodoce.

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