Los desastres de ‘Willa’; en Escuinapa alcalde entregará municipio devastado

Foto: Cuartoscuro.com.

A un mes de las inundaciones y pérdidas de vidas humanas dejadas en las zonas centro y norte del estado por la depresión tropical “19-E”, el 23 de octubre, el huracán “Willa” categoría 3, pega a Escuinapa y pueblos aledaños, dejando pérdidas materiales y como secuela la muerte de un menor de edad.

El jueves 25 de octubre, Meybi Alexis “N”, de 13 años de edad, junto con su familia sufrió intoxicación de monóxido de carbono, luego de que pusieron en marcha una planta de energía eléctrica para alumbrar la vivienda en la Isla del Bosque, Escuinapa, mientras se restablecía la luz de la Comisión Federal de Electricidad (CFE).

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Las víctimas de intoxicación estaban dentro de la vivienda y fueron encontrados por su abuelo Gilberto “N”, quien pidió ayuda a la Cruz Roja y Protección Civil, mismos que los trasladaron al Hospital General de Escuinapa.

Las otras dos víctimas, Yuliana “N” y Leonel “N”, de 25 y 7 años de edad, fueron trasladadas en un helicóptero de la Fuerza Aérea Mexicana, desde el Hospital General de Escuinapa hasta el Hospital General de Mazatlán.

El 25 de octubre, el presidente municipal de Escuinapa, Hugo Enrique Moreno Guzmán, había dicho que el impacto del fenómeno natural causó muchos daños materiales, cuando ese mismo día sobrevino la tragedia de la familia de la Isla del Bosque.

“El peligro ya pasó, no tuvimos pérdidas fatales…”, dijo Moreno Guzmán, y después en el recorrido que hizo a los pueblos del valle, afirmó que “había pérdidas totales”.

Escuinapa devastado

“¡Me desbarató Escuinapa!, me preocupan La Concha y Teacapán…”, lamentaba la mañana del 24 de octubre en la presidencia municipal, el alcalde Hugo Enrique Moreno Guzmán, agobiado por un fuerte dolor de cabeza, mientras una asistente le acercaba agua en un improvisado cono de papel y una pastilla que mitigara el dolor físico y emocional producido por el desastre.

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La noche del martes 23 de octubre, el huracán “Willa” ya había rugido con sus ráfagas de viento y agua contra la sección de lavandería del nuevo Hospital General, donde los rostros de pacientes y familiares, médicos y enfermeras reflejaban fielmente la angustia y la impotencia de Escuinapa y lugares circunvecinos ante la furia ciega de los elementos de la naturaleza.

Desde palacio municipal, donde el “puesto de mando” con el agua hasta las espinillas se había refugiado del fenómeno meteorológico, todas las calles y avenidas parecían un bazar del desorden, donde bardas, tejabanes, árboles, anuncios publicitarios y de vidrios rotos y tinacos, lámparas y otros enseres domésticos y comerciales habían sido arrancadas por la fuerza de los vientos.

El centro de la ciudad y las calles aledañas al boulevar Morelos, que conduce hacia la carretera de Tecapán, Isla del Bosque, Cristo Rey, y Palmito del Verde, estaban obstaculizadas por las ramas de los árboles, láminas de tejabanes, hasta más allá del centro educativo Antonio Toledo Corro, donde habitantes evacuados de las comunidades mencionadas habían encontrado refugio.

El miércoles 24, cuadrillas de electricistas maniobraban grúas y camiones, para levantar postes caídos y líneas conductoras de fluido eléctrico, los transformadores de la CFE, para restablecer la energía eléctrica del municipio de Escuinapa y liberar el paso de vehículos hacia los pueblos costeros.

En esa zona los vientos huracanados volaron las copas de los árboles, cuyos brazos parecían haber sufrido el impacto de rayos y centellas disparados del cielo.

Pero los daños ocasionados aquí por el paso del huracán eran relativamente “menores” respecto a lo ocurrido en Teacapán y pueblos costeros aledaños, donde arrasó 15 mil hectáreas de chile recién sembrado en la zona del valle.

Asimismo, fueron reportadas pérdidas totales en Teacapán, porque el huracán arrasó con el muelle turístico, los campos pesqueros y las huertas de mangos.

En La Campana, ubicada al sur de Escuinapa, también el embravecido río de Las Cañas que salió de su cauce arrastró todo lo que encontró a su paso.

Los pobladores relataron que el río de Las Cañas se había desbordado de golpe y habían salido corriendo para ponerse a salvo de la corriente enfurecida.

Artículo publicado el 28 de octubre de 2018 en la edición 822 del semanario Ríodoce.

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