Testigos protegidos están dispuestos a declarar cómo ejecutaba a sus enemigos
Nada parece detener al gobierno de Estados Unidos en su intención por hundir a Joaquín el Chapo Guzmán de una buena vez y para siempre, luego que fiscales federales del Distrito Este de Nueva York presentaran la semana pasada una nueva moción en donde acusan al narcotraficante sinaloense de ser el responsable directo de al menos 20 homicidios de “gente que lo traicionó”, o bien que eran sus enemigos, incluyendo elementos de los Zetas, del Cártel de Juárez, del Cártel de Tijuana, y sicarios sinaloenses.
Según la fiscalía, se cuenta con un grupo de testigos protegidos que en su momento trabajaron muy cerca de él y que están dispuestos a declarar ante un jurado la forma que Guzmán Loera ordenaba o participaba en las ejecuciones de quienes le estorbaban.
En un completo estado de aislamiento, vigilado con cámaras de seguridad las 24 horas del día, siete días a la semana, y confinado a una celda de 6 por 3.6 metros localizada en el décimo piso del edificio del Centro Correccional Metropolitano de Manhattan, Nueva York, Joaquín el Chapo Guzmán, parece pudrirse entre las luces fresnel que lo iluminan en su celda de día o de noche, dormido o despierto.
“Son luces que no lo dejan dormir, y que han hecho que su salud cada vez esté más deteriorada, y tememos por su condición porque, aunque es un hombre fuerte, es claro que las condiciones en que se encuentra, le han afectado”, comentó su abogado Eduardo Balarezo.
Y no obstante, el otrora capo más buscado del mundo parece decidido a enfrentar al gobierno de Estados Unidos, a que le demuestre todas las acusaciones que tiene en su contra, y que en su momento hizo que la ciudad de Chicago lo calificara como enemigo público número uno.
Apenas el lunes de la semana pasada, los fiscales Richard P. Donoghue, Arthir G Wyatt, y Benjamin G. Greenberg, presentaron una moción en que acusan a Guzmán Loera de ser el asesino directo de narcotraficantes como Ramón Arellano Félix, Rodolfo Carrillo Fuentes, Francisco Aceves Urías Barbarino, además de elementos del Cártel de los Zetas, del Cártel de Juárez, y de la organización de los hermanos Beltrán Leyva.
De acuerdo a un documento filtrado a este semanario, el gobierno de Estados Unidos asegura tener información clasificada que precisa fechas, lugares, y nombres de la mayoría de las víctimas que fueron muertos por órdenes de Guzmán Loera, algunas fechadas desde 1989, y hasta días antes de su recaptura en Los Mochis, en enero de 2016.
“Los asesinatos forman parte de una acusación por conspiración para asesinar a personas que representaron una amenaza para el Cártel de Sinaloa, y por ello, el gobierno estadounidense tiene ahora la intención de demostrar su culpabilidad en esos asesinatos durante el juicio”, se lee en el documento número 1:09-cr-00466-BMC, dirigido a la corte federal del Distrito Este de Nueva York.
Esta nueva acusación es la continuación de otro documento acusatorio presentado el 25 de octubre de 2014 en esa misma corte, por la ex procuradora de Estados Unidos Loretta E. Lynch, quien también acusó a Ismael el Mayo Zambada como el principal cómplice del Chapo, aunque en aquella acusación no se incluía entre las víctimas ni al Barbarino, ni a Ramón Arellano Félix, como ocurre en este nuevo documento, lo que supone la presencia de nuevos testigos protegidos convocados por la fiscalía.
Tras la acusación, Balarezo calificó las acusaciones de la fiscalía como “irrisibles”, al considerar ridículo cómo van a hacer para demostrar que participó en cada caso, lo que hará que cada acusación sea como un “mini juicio”.
“Si ese es el caso, y desean probar cada acusación, deben entender que el señor Guzmán tiene derecho a la evidencia, ahora para que él puede defenderse la defensa debe poder investigar los alegatos, la circunstancias y cualquier testigo con el fin de prepararse adecuadamente para el juicio. Esto significa que el Sr. Guzmán tiene que estar preparado para defenderse contra al menos 20 homicidios nombrados e innumerables anónimos que abarcan un período de 26 años”, expuso Balarezo en la carta.
Refugio Rodríguez Núñez, quien defendió a Guzmán Loera estando preso en el Altiplano y en Ciudad Juárez, consideró que las acusaciones eran ridículas, pues estaban basadas en testimonios de testigos protegidos, que estaban dispuestos a lo que sea por lograr una reducción en sus condenas.
“Estados Unidos se está valiendo de un principio de ley conocido como Jurisdicción Extraterritorial, el cual sólo se usa cuando la víctima es de origen estadounidense o cuando el homicidio afecta su seguridad nacional, pero bueno, los estadounidenses se creen los policías del mundo y quieren juzgar a todos, y ahora deberán demostrar que efectivamente, el señor Guzmán estuvo involucrado en esos homicidios, y no debe ser suficiente con el testimonio de un criminal que quiere reducir su condena”, dijo Rodríguez.
La batalla
Y mientras los fiscales preparan lo que parece ser la batalla más encarnizada en contra de un narcotraficante mexicano, la defensa de Guzmán Loera en México intenta demostrar cómo el Chapo fue violentado en sus derechos humanos, pues mientras en el documento de extradición se le acusa por delitos relacionados con su condición como criminal, en Estados Unidos está siendo juzgado por otros delitos.
“Esa es una violación a sus derechos, es decir, la justicia mexicana pasó por encima de él a como quiso, sin contar cómo fue abusado psicológicamente, al grado de pedir que mejor lo extraditaran porque el gobierno asumió una actitud personal en contra de él”, explicó Rodríguez Núñez.
Esas omisiones, agregó el abogado, pueden ser usadas por la defensa en Estados Unidos, como lo serán usadas por nosotros, pues nadie puede estar por encima de la constitución, y confiamos que se haga justicia.
—¿Cómo confiar en la justicia si usted dice que se le han violentado todos sus derechos al señor Guzmán —se le cuestiona.
—Porque viene una nueva administración de gobierno, y esperemos que estos que llegan hagan las cosas bien, y realmente hagan valer los derechos del señor Guzmán.
La tortura
De acuerdo a agentes familiarizados con el caso, Guzmán Loera fue torturado psicológicamente hasta el grado de afectarlo, y hacerlo confesar qué podía decir sobre el nivel de corrupción con que habría permeado al gobierno mexicano.
“Dijo todo lo que sabía, y cuando el gobierno mexicano comprendió que no representaría un peligro para ellos, decidió extraditarlo”, señaló una fuente del gobierno mexicano que solicitó no ser identificada.
Pero justo cuando Guzmán Loera pensó que ya había librado la tortura, Estados Unidos lo siguió torturando, pues lo aisló en una celda en el décimo piso de una prisión de máxima seguridad, localizada en el barrio chino de Manhattan, en Nueva York, para luego incomunicarlo, y hacerlo dormir con aire frío, luego caliente, y con dos guardias que le pasan lista cada dos horas.
“Es evidente que Estados Unidos no quiere que este caso llegué a juicio, porque se dice que la DEA llegó a negociar con el Cártel de Sinaloa, y el grado de información que puede salir a la luz pública es desconocido; sin duda sería un caso inédito”, opinó el periodista británico Ioan Grillo, autor de libros como El Narco, Caudillos del Crimen, y Gangsters Warlords, entre otros.
Por lo pronto, el juicio fue aplazado dos meses, y actualmente se encuentra programado para el próximo 5 de noviembre, luego que la defensa de Guzmán Loera argumentara no contar con el tiempo suficiente para revisar las de más de 117 mil grabaciones que se tienen, además de miles de páginas más que deben revisar para estar listos para ese proceso.
Aunque los fiscales cuentan con una lista de testigos protegidos que llamarán a testificar contra el Chapo, ni los fiscales ni la defensa han dicho que llamarán a testificar a Sean Penn, con quien el narcotraficante se habría visto en una ocasión, aunque no se tiene precisado si la actriz Kate del Castillo sería llamada también.
De acuerdo a la acusación, Guzmán Loera habría enviado a Estados Unidos al menos 200 toneladas de cocaína, que le generaron casi 14 mil millones de dólares en ganancias.
Artículo publicado el 29 de julio de 2018 en la edición 809 del semanario Ríodoce.
