El pasado 22 de octubre el periódico El Tiempo de Colombia publicó que el Buró Federal de Investigación (FBI) de Estados Unidos tiene de su lado a un grupo de narcotraficantes colombianosextraditados como testigos contra Joaquín Guzmán Loera, alias El Chapo.
La intención es garantizar que el gran jurado le dé cadena perpetua al Guzmán Loera.
Uno de estos testigos es el narcotraficante Diego Montoya, Don Diego, exjefe del cártel colombiano del norte del Valle.
Según dijo Don Diego, el capo de capos mexicano le compraba al año 15 toneladas de coca, la mayoría de las cuales salían en aviones King Quest, Grumman, Commander y Convert, que aterrizaban en los aeropuertos de Los Mochis, Torreón y Veracruz (México), y cuyas matrículas tiene en su poder.
Además, conoce los nombres de ingenieros rusos y estadounidenses que fueron enviados por el Chapo a Colombia para ensamblar submarinos, y moverle droga desde la costa del Pacífico –especialmente desde la convulsionada Tumaco–, y proveer a los hermanos Beltrán, a Ismael el ‘Mayo’ Zambada y al expolicía Juan José el ‘Azul’ Esparragoza.
Aunque en el ‘indictment’ del Chapo ya se anunciaba que “numerosos líderes de carteles colombianos van a testificar sobre los envíos a Guzmán a través de rutas aéreas, marítimas y terrestres”, Washington guardaba en secreto sus identidades.
La defensa de El Chapo busca desestimar a los potenciales testigos, asegurando que van a mentir a cambio de beneficios judiciales.
Otros testigo sera Juan Carlos Ramírez Abadía, alias Chupeta, quien va a colaborar”, dijo una agente.
Chupeta, va a contar cómo el jefe del cartel de Sinaloa le secuestró a uno de sus emisarios tras una disputa por un cargamento. Se trata de Juan Carlos Ortiz, Cuchilla, quién años después murió acribillado en Cali.
El diario El Tiempo estableció que a la lista de testigos se unen Luis Caicedo Velandia y Julio Lozano Pirateque, jefes del narcotraficante Daniel el Loco Barrera. Sus testimonios son claves porque demuestran que el capo mexicano mantuvo su imperio y sus nexos con la mafia colombiana hasta hace tres años, cuando cayó en manos de la Marina de su país.
De hecho, aunque Caicedo ya cumplió su condena, tras una ventajosa negociación con Estados Unidos, permanece preso en Brooklyn para garantizar su comparecencia en el juicio.
Y, por esa misma razón, Lozano, ya en libertad, no fue deportado a Colombia y se le ha visto en Miami.