Todo indica que el Pacto de Civilidad firmado el martes pasado por los aspirantes priistas a la gubernatura llegó tarde. Al menos tres de los pretensos ya fueron golpeados con el ánimo evidente de descarrilar sus carreras. Luego, entonces, alguien ya sacó ventajas de la mugre.
En esta misma edición llevamos opiniones de varios de los que participaron en el cónclave y no parecen muy convencidos de que la llamada “guerra sucia” llegue a su fin por el hecho de haberse comprometido, los aspirantes, a conducirse con más urbanidad.
De hecho se habla de la posibilidad de que el golpeteo provenga de una fuerza exterior, con la intención de dividir al priismo. Puede decirse esto como parte ya de un comportamiento mesurado y cortés, aunque no debe descartarse nada. Lo cierto es que, quienes pueden dar cátedra de estos procedimientos son los que habitan en el PRI y quienes, habiendo salido de este partido, detentan ahora el poder en Sinaloa. Así que todo puede pasar.
Por lo pronto, entre más se acerca la fecha en que habrá de definirse el candidato del PRI (finales de diciembre o principios de enero), más se revuelve el agua y menos claras las señales que puedan beneficiar a uno u otro aspirante.
El presidente Enrique Peña Nieto, que será quien al final de cuentas decidirá a quién mandar a competir, tiene a tres hombres en la cabeza: Jesús Vizcarra Calderón, David López Gutiérrez y Heriberto Galindo Quiñónez. Todo indica que en ese orden. Alguien le mencionó recientemente a Aarón Irízar y lo único que identificó de él es que siempre “anda bien vestidito”. No está, entonces, ni en su cabeza ni en su corazón. Tampoco en la cabeza de Jesús Vizcarra, por si alguien le llegara a preguntar. El desencuentro por lo que ocurrió en 2010 es real. Se le nota al empresario cuando se refiere al senador y al senador cuando se le pregunta si hay o no ese disgusto en el empresario.
En la tradición priista-presidencialista, si el candidato no es Jesús Vizcarra, tendría más posibilidades David López Gutiérrez, por los afectos que se deben él y el presidente. Medio mundo dice que no se le ven ganas. Y, bueno, una cosa es que no se le vean y otra que no las tenga. Otros afirman, y no sin razón, que es uno de los que están más abajo en las encuestas y que esto podría ser un obstáculo a sus aspiraciones.
Pero el PRI sigue teniendo el voto duro más amplio y no se ven en el PAN aspirantes fuertes. Los tres más notables —por decirlo de algún modo— son el senador Salvador López Brito, el ex diputado federal Martín Heredia y el diputado local Martín Pérez. Este último acaba de perder una elección cuando daba por descontado su triunfo y el otro mazatleco ganó una diputación federal por errores del PRI. Ninguno tiene presencia estatal ni arreos para una contienda de este nivel. Y López Brito, aun con el cargo, es más gris que los sacos que usa. Así, entonces, no se ve, en este partido, cómo puedan cuajar una buena candidatura por sí solos.
Ahora, si el candidato no es Jesús Vizcarra, por la razón que sea, el PRI y el Gobierno federal tendrían que armar una operación de Estado para garantizar el triunfo del que venga, basado en la unidad de sus cuadros dirigentes. Con dos acuerdos clave: Uno con el gobernador, que incluye a Gerardo Vargas Landeros y otro con Héctor Melesio Cuen para que el PAS se vaya por la libre y divida el voto opositor. El resto de los aspirantes tendrían, con pequeños pataleos, que aceptar la decisión del centro, también en la misma tradición priista-presidencialista que muy pocas veces se trastoca.
Si esto es así, el PAN viviría una de las campañas más grises desde 1986, cuando compitió el Maquío contra Francisco Labastida Ochoa, porque una alianza opositora que no contemple a Melesio Cuen simplemente sería testimonial. Del resto de los partidos, ni hablar. De los posibles candidatos independientes, tampoco. No por lo pronto.
Bola y cadena
DE LA REUNIÓN DEL MARTES, dice uno de los que firmaron el “pacto”, que no estuvieron todos los que son ni son todos los que estuvieron. Heriberto Galindo firmó pero en ausencia porque ese día estaba en Canadá. Jesús Vizcarra no fue invitado porque no ha dicho “esta boca es mía”. Pero hay uno que no estuvo y anda buscando que no lo dejen fuera de la lista. Se trata de Alfredo Villegas, dos veces diputado federal y ahora coordinador de delegaciones del Issste.
Sentido contrario
Y OTRO QUE NO ESTUVO Y NO SE APUNTA pero que está siendo visto como un posible caballo negro, es el diputado federal Quirino Ordaz Coppel. Tiene experiencia en los tres niveles de gobierno. Fue tesorero en la administración municipal de Mazatlán con el alcalde sustituto Ricardo Urquijo, fue tesorero en la segunda parte de la administración de Jesús Aguilar Padilla y ha ocupado cargos en la administración federal. También acaba de ganar una elección muy reñida en el distrito 08 de Mazatlán, al diputado Martín Pérez. Si esto es poco, considérese que está fuertemente ligado a la clase política del Estado de México. Pero es otro que tampoco ha dicho “aquí estoy”.
Humo negro
¿DE VERDAD ALGUIEN PIENSA QUE el Chapo Guzmán se esconde en algún país sudamericano? ¿Le habrían quedado ganas de esconderse en un lugar que no conoce después de que lo agarraron ya una vez en Guatemala? ¿No es cierto que cuando se baja de la sierra es cuando se ha vuelto más vulnerable? Joaquín Guzmán es ya, en sí mismo, una novela. Por eso no hay que inventar cuentos.
