Los Mochis, Sinaloa.- En los tiempos álgidos, la delincuencia no solo ganó las calles de la ciudad, sino que también obligó a la Liga Pequeña de Béisbol a dejar sus dos campos deportivos.
Y así pasaron dos años.
Durante los casi 700 días de inactividad forzada, los dos campos de béisbol fueron convertidos en corrales y pastizales, pistas para cuatrimotos y motonetas. Las cercas y las gradas desaparecieron. El parque infantil contiguo es ahora un taller mecánico improvisado en donde los columpios se utilizan como elevadores de motores. Las aceras son campamentos para húngaros o estacionamiento de camiones gaseros y hasta tiradero de escombros, y no solo de desechos de construcción pues también se dejaron cadáveres, lo que las hace macabras. Los baños son lienzos para grafiteros. Y en las noches, la zona es una cueva de lobos, tan oscura y tenebrosa como las Fosas de las Marianas o los polos en invierno. Es una oscuridad tan densa que da miedo.
A Víctor Manuel Sánchez Castro esos dos años le pesan, y se resiste a dejar los campos entre vacas, entre delincuentes. Busco y buscó quien le ayudara a rescatarlos, pero nunca obtuvo apoyo. A todos los que visitó le dijeron que sí, pero no cuánto ni cuándo le darían el apoyo. Incluso, gobiernos lo olvidaron y los patronatos impulsores del deporte tanto municipales como estatales nunca le pidieron la bola para entrar a su relevo.
Pero persistió.
Hace poco tiempo se enteró del torneo de béisbol “Guiber” Nuevos Valores y de lo bien que hablaban jugadores, patrocinadores y entrenadores. La semilla renació.
Buscó, pidió y explicó su proyecto. Los hermanos Bernardino y Guillermo Antelo Esper lo escucharon. No le dijeron qué necesitas, ni cómo está el campo, muchos menos cuántos jugadores y qué beneficios ellos obtendrían como patrocinadores. Sólo le dieron plazo. Un tiempo corto, breve para iniciar. Y este sábado, luego de dos años de abandono, la Liga Pequeña reinicia con 11 equipos.
Víctor Manuel se ahoga con la emoción del anuncio, tose, se pone rojo y tiene un gesto de agradecimiento.
Cambiará el nombre de la liga que durante 20 años formó beisbolistas. Ahora, a partir del sábado, se llamará “Bernardino Antelo Esper”. “El Berna” como le llaman quienes lo conocen y que saben que él es un hombre joven con palabra de honor de los de antaño, no está en el anuncio pero sí su hermano Guillermo.
“Fuimos educados en los valores, y eso transmitimos. Apoyar al deporte, a la juventud y a los niños en especial, es un privilegio. Nosotros estaremos con ellos”, explica Guillermo, que no muestra emoción alguna, sino hasta ver el resultado.
Víctor Manuel espera que “El Berna” sí este con ellos el sábado que arranquen con la liga renovada, cuando menos durante otros 20 años.
