Las oficinas donde operan los empleados administrativos están cerradas. Las plumas están arriba, libres.
La tienda contigua a la caseta está cerrada. La persona que atiende los baños asegura que los comerciantes abandonaron el lugar asustados, porque les avisaron que estaban por llegar los malandrines.
Mientras tanto, los militares están apostados resguardando la caseta.