El de La Rastra no fue un “jueves negro”, como el pasado en Culiacán, sino el lunes, cuando “ni las gallinas ponen”, según dicen lo oriundos de la comunidad, pero dejó el camión de pasajeros en cenizas atravesado por el camino.
En La Rastra, un poblado ubicado en la zona serrana del municipio de El Rosario, no paran los enfrentamientos entre grupos armados que luchan por el control del territorio que colinda con la sierra del estado de Durango.
La tarde-noche del lunes 2 de septiembre, los habitantes de dicha comunidad, quienes desde siempre han vivido el infierno de las balaceras, reportaron que volvieron a vivir el pánico con una balacera que habría durado cuatro horas, con el añadido de que uno de los grupos armados confrontados, luego de bajar a sus pasajeros incendió un autobús pasajero con Ruta El Rosario-La Rastra.
De acuerdo con la información, siete adultos entre los que se encontraba un menor de edad, junto con el conductor del transporte público fueron obligados por los hombres armados a bajarse, para luego prenderle fuego con el objetivo de que el camión ardiendo obstaculizara la vía de acceso a la comunidad.
Las autoridades de los tres niveles de gobierno que tuvieron conocimiento de los hechos mediante C-4, se trasladaron a La Rastra, y encontraron el camino bloqueado con el camión que intencionalmente obstaculizaba los operativos de seguridad organizados alrededor de la 22:00 horas, por elementos del Ejército Mexicano, la Guardia Nacional y las policías locales del estado de Sinaloa.
Luego de despejar el camino, los efectivos policiales y militares lograron penetrar en el poblado de La Rastra, donde pernoctaron, para después con la ayuda de la luz del día martes 3 de septiembre, hacer un recuento de los daños ocasionados por el enfrentamiento y sobre todo ver si había personas sin vida.
Desde el 25 de julio pasado, con la “entrega o captura” de Ismael Zambada García, el Mayo, las versiones extraoficiales que antaño circulaban desde el municipio de El Rosario hacia la zona serrana y viceversa sobre los móviles de los enfrentamientos entre grupos armados, ya no son las mismas.
Antes del 25, cuando se desataban las balaceras en La Rastra o en los poblados aledaños a Santa María, donde está ubicada la presa del mismo nombre, corría la voz de que algún grupo armado adverso a los de “casa” habría sido rechazado a sangre y fuego, por intentar meterse por la sierra.
A partir del jueves 25, la narrativa de algunos observadores de los hechos violentos, atribuyen, claro que sin confirmarse oficialmente, que los zarpazos donde asoma el fuego armado son los signos palpables de que “la mayiza” realiza la “limpia” largamente anunciada, que vendría desde la sierra hasta el “charco”.
