Un paseo de Ríodoce por barrios adictos de Los Ángeles, California
Las calles del centro de Los Ángeles, cerca de la esquina donde convergen Flower y Sexta, viven sumergidas en las prisas de ejecutivos estadounidenses que, vestidos de trajes Hugo Boss y Dolce Gabanna, salen de los grandes edificios donde trabajan en busca de un lugar donde comer durante la hora del lunch.
A simple vista, todo es glamour, trabajo, buena apariencia, y el dinero parece abundar. Es difícil creer que a unas cuantas cuadras de ahí, a la altura de la calle San Pedro y sobre esa misma calle Sexta, la rutina americana se cae en mil pedazos, pues es precisamente en ese sitio, conocido como Skid Row, donde más de 8 mil estadounidenses alcanzaron la miseria y abandono al caer en el mundo de las drogas, particularmente en una de ellas: el Fentanilo.
Durante un recorrido hecho por Ríodoce a principios de este año, se pudo constatar el nivel de drogadicción que impera en la zona de una de las ciudades más emblemáticas de Estados Unidos, pues durante la investigación de campo, más de un vendedor de droga ofreció a este reportero dosis de Fentanilo, conocida en la calle como “China Girl”, o si no era eso lo que se buscaba, entonces ofrecían heroína blanca o “China White”, como ellos la llaman.
–¿Cuánto dinero traes amigo? (How much you’ve got, hommy?), era la pregunta recurrente de los puchadores, tres de ellos afroamericanos, y uno más de origen cubano.
Luego de rechazar la compra de droga, algunos de los colaboradores notaban que sólo grabábamos y tomábamos fotos del lugar, y entonces gritaban que tal vez éramos policía, y cuando nos identificábamos como periodistas, los indigentes gritaban con odio que no podíamos grabar ni tomar fotos de ellos, pues necesitábamos antes el permiso de ellos por escrito, de lo contrario demandarían al medio que representábamos, cualquiera que este fuera.
Y sin embargo, bastó sólo un pequeño recorrido para ver el nivel de perdición, abandono y pobreza que viven miles de estadounidenses en esa parte de Los Ángeles, que de acuerdo a estudios hechos por grupos de apoyo para los indigentes, han sido víctima de las adicciones, particularmente Fentanilo, Heroína, Crystal y Crack.
“Se vende de todo; si quieres cocaína también vendemos, pero lo que más pega por aquí es la China Girl, el Crystal, el crack, y la heroína blanca”, dijo antes de verter todo tipo de amenazas respecto a mostrar imágenes suyas, un cubano vendiendo droga en Skid Row.
De acuerdo a las autoridades, legisladores de California están considerando reforzar las leyes y acusar de homicidio a quienes sean sorprendidos vendiendo o traficando Fentanilo, en cualquiera de sus presentaciones: pastillas M-30, mezcladas con heroína o en polvo.
“Estamos en pláticas con legisladores para que se presenten cargos por homicidio a todo quien venda o mueva este tipo de droga, porque se trata de una droga que está avanzando y cada vez es más común que te ofrezcan Fentanilo en las calles”, dijo Mike Hestrin, fiscal del condado de Riverside, durante una conferencia hecha el jueves de la semana pasada.
En tanto, en Skid Row puede verse a gente durmiendo en las calles a la altura de las calles Crocker, Towne y Stanford: hacia el norte y hacia al sur, el corazón de una zona donde miles de indigentes han instalado casas de campañas que grupos de ayuda humanitaria les donaron semanas antes, igual que cobijas, sábanas y almohadas. Aún así, el aspecto inmundo del lugar no podía ocultar el asqueroso olor a orina, sudor, y drogas, entre gente que esperaba que algún grupo de ayuda les llevara comida, o agua potable, o al menos un poco de dinero con el que, en muchos casos, terminarán comprando drogas en lugar de comida.
El origen
Lejos de ahí, a mil 859 kilómetros al sur, integrantes de las facciones del Cártel de Sinaloa, operan en su vida diaria. Ignoran que gran parte de la droga que se produce en Culiacán, Badiraguato, Choix, Angostura, Cósala, y en las inmediaciones del valle de San Lorenzo, es la causa parcial de esa miseria que tiene en la calle a miles de personas y que, según la DEA, ha causado la muerte de más de 100 mil estadounidenses.
“A nadie se le pone una pistola para que consuma droga; uno la produce y así es como uno gana dinero. Porque para nosotros, cocinar el diablito (Fentanilo) es un trabajo, pero como digo, a nadie se le obliga que use droga, pues para empezar, uno ni conoce a los que la usan”, dijo un cocinero de fentanilo entrevistado hace unos meses, en un laboratorio clandestino del Valle de San Lorenzo.
La miseria en Skid Row es la contraparte de lo que muestran los narco juniors en Culiacán, con sus Razors, Cuatrimotos, y camionetas de lujo y de modelo reciente.
Uno de esos narcotraficantes dijo a una reportera alemana, que estaba en Culiacán haciendo un reportaje sobre los excesos de los narcos, que él generaba ingresos por aproximadamente 600 mil pesos mensuales, lo cual le alcanzaba para vivir con todos los lujos imaginados, incluyendo un yate en Mazatlán, un departamento de Polanco, en Ciudad de México, y viajes a cualquier parte del mundo.
“Y soy de los (narcos) chiquitos”, se jactaba, en referencia a que había narcotraficantes que generaban mucho más dinero que él.
Del otro lado de la balanza, estaban los campesinos que apenas sobrevivían produciendo goma de opio que vendían a los grandes capos, como también estaban los sicarios y punteros, donde los primeros generaban 8 mil pesos mensuales, mientras que los últimos debían conformarse con sueldos de 5 mil pesos mensuales, cuando mucho.
Una parte de ese dinero se utiliza para comprar policías, políticos, y pagar a cada uno de los integrantes de una organización criminal, viene de adictos que muchas veces terminan en las calles de Skid Row, o bien desamparados, viviendo en las calles o improvisando una vivienda de cartón bajo los puentes, en las estaciones de tren, enseguida de las autopistas del sur de California, o en algunos casos, deambulando por calles y avenidas.
Según el Departamento de Servicios para personas Desamparadas (LAHSA, por sus siglas en inglés), Skid Row es sólo la punta del iceberg en cuanto al problema que han ocasionado las drogas, pues en el condado de Los Ángeles se estima que hay 83 mil 347 personas desamparadas que no cuentan con un lugar para vivir, luego de haberlo perdido todo a causa de las adicciones. Y muchos andan vagando en las calles.
“Del número total de indigentes en este condado, el 39 por ciento son afroamericanos, el 29 por ciento son anglosajones, 25 por ciento son de origen latino, mientras que el 7 por ciento restante son asiáticos”, explica un documento enviado por LAHSA a este semanario.
La situación vuelve a levantar la controversia de si la estrategia usada por los gobiernos de México y de Estados Unidos realmente está funcionando, pues durante muchos años se dijo que narcotraficantes como Joaquín el Chapo Guzmán eran los causantes del problemas de las adicciones en las sociedades de ambos países, pero aún cuando los grandes capos han caído, uno a uno, el problema se sigue dando.
“Y no va a acabar, porque no es problema de seguridad, sino un problema de salud pública, y mientras los gobiernos no lo entiendan, esto seguirá”, comentó George Gavito, un agente de la DEA que durante los años 80s trabajó como agente encubierto en México.
Mientras tanto, gente sigue muriendo en ambos lados de la frontera a causa de la estrategia fallida contra el tráfico de drogas: en Estados Unidos, decenas de miles producto de las sobredosis, y en México, producto de la violencia que poco a poco se extiende a cada rincón del país, incluyendo esos municipios que hace algunos años eran tranquilos como Fresnillo Zacatecas, Coalcomán Michoacán, Allende Coahuila, y Mexicali Baja California, y donde cientos de madres con hijos desaparecidos son testimonio de esa violencia.
Estados Unidos tampoco se ha ido ileso, pues el número de muertos por sobredosis rebasa ya el número de muertes violentas que en México en 2021 rebasó los 35 mil homicidios, aún lejos de los 100 mil muertes por sobredosis que reportó el Centro Nacional de Estadísticas de Salud en Estados Unidos (CDC), lo cual se suma a todas las muertes que han ocurrido desde la llegada del fentanilo.
Una de esas víctimas fue Alexandra Capelouto, una joven de 20 años del condado de Riverside que tomaba píldoras de oxitocina para atenderse la depresión, y al no encontrar en las farmacias, una amiga le dio una pastilla de opio, quizás M-30, y esta la tomó antes de dormirse y ya no volvió a despertar.
“Les puedo garantizar esto, mi hija no quería morir, pero esa droga al ser tan potente la mató”, dijo su padre Matt Capelouto, durante una conferencia de prensa hecha en Riverside el jueves de la semana pasada, en demanda de un mayor castigo para quienes producen Fentanilo.
El Fentanilo es un opioide que fue creado en Bélgica, en 1960 para anestesiar cirugías, y para tratar dolores intensos, pero en los 80s, farmacéuticas estadounidenses retomaron la fórmula y la ofrecieron para reemplazar medicamentos que se hacían a base de opiáceos.
A principios del 2000, la incluyeron como medicina alterna a la oxicotina y otros medicamentos llamados “pain killers”, (Mata dolores), provocando una fuerte ola de adiciones al opio, hasta que, diez años después y conscientes de la ola de adictos que había a la heroína, llegó el fentanilo a Estados Unidos, provocando muertes por sobredosis al mayor.
Steven Knight y su novia Claudia Hernández fueron de las primeras víctimas de esa doga, según recuerda un primo de Claudia, pues ambos murieron por sobredosis en Long Beach.
“Lo que me dijo mi tía es que Steve llegó presumiendo un opio sintético adulterado a mi prima Claudia, el cual era tan potente que los haría “volar”, y sí, los dos volaron al cielo”, recuerda Rafael Hernández, primo de Claudia.
Ambos fueron declarados muertos por sobredosis, y al poco tiempo la familia se enteró que la droga que los había matado era conocida como Fentanilo.
Artículo publicado el 16 de enero de 2022 en la edición 990 del semanario Ríodoce.