La misma dinámica de los cárteles; la misma reacción de los gobiernos
Finalmente, después de tres años de pregonar una política contra la violencia de “abrazos, no balazos”, el presidente Andrés Manuel López Obrador decidió implementar un descomunal operativo de las fuerzas armadas para “pacificar” Zacatecas.
La estrategia anunciada la semana pasada es idéntica a la que instrumentó Felipe Calderón Hinojosa desde que asumió el poder en diciembre de 2006, enviando miles de soldados a Michoacán para combatir al crimen organizado. Esa vez, Calderón movió también miles de tropas a Baja California, donde la violencia había estado creciendo y más tarde hizo lo mismo en Sinaloa.
Los resultados de esos operativos, se sabría en muy poco tiempo, no solo no dieron los resultados esperados sino que, además, se incrementaron ampliamente las violaciones de los derechos humanos, incluyendo cateos extrajudiciales, tortura de detenidos, saqueos en pueblos de la sierra y rapiña, mucha rapiña.
Hasta el operativo de Zacatecas, llamado Plan de Apoyo en Seguridad, AMLO se había negado a poner en marcha acciones donde la fuerza castrense fuera el eje central, bajo la idea de que el fuego no se puede combatir con el fuego. Y siempre por delante la crítica al gobierno de Calderón, de que su estrategia semejaba al tonto que va y le pega un escobazo a un panal para luego tener que lidiar con un millón de avispas encendidas.
El recuento del General
De acuerdo con un reporte ofrecido por Luis Cresencio Sandoval, al anunciarse el operativo, Zacatecas ocupa el tercer lugar en incidencia de secuestros, con una tasa de 6.04 por cada 100 mil habitantes. Además, el estado ocupa el quinto lugar en homicidios dolosos.
El secretario de la Defensa Nacional (Sedena), observó que el estado presenta una tendencia a la alza en homicidios, habiéndose registrado 948 de estos en lo que va de 2021. También incrementos en el número de extorsiones.
De acuerdo a los números del secretario, los asesinatos en Zacatecas registraran un aumento del 57 por ciento en 2021, respecto a los casos consignados el año pasado.
En los tres años de la administración de López Obrador, Zacatecas ha registrado 2 mil 192 asesinatos, que todavía se encuentra muy lejos de Guanajuato que encabeza la lista con 8 mil 525 homicidios dolosos en el mismo periodo.
Arde Zacatecas
Podrían llenarse páginas y páginas con historias de verdadero terror sobre lo que está ocurriendo en Zacatecas desde hace más de un año, pero, sobre todo, a partir de la segunda mitad de 2021, cuando las masacres de han incrementado debido a la pugna que por los territorios existe entre el Cártel de Jalisco Nueva Generación (CJNG) y el Cártel de Sinaloa, particularmente la facción de Ismael Zambada García, el Mayo.
Hechos que han sido grabados en videos y publicados por los dos bandos hablan de esta guerra que ha ensangrentado la entidad. En ellos se aprecian decenas de hombres armados lanzando vítores para sus líderes y amenazas a los contrarios. Y también ejecuciones de hombres que antes son interrogados.
Zacatecas colinda con ocho entidades, pero su valor estratégico es que constituye el paso de una ruta más directa hacia la frontera a través de Coahuila. Tanto para el Mencho, líder del CJNG, como para el Mayo, que históricamente ha dominado el estado de Durango, controlar Zacatecas es vital.
En la entidad hubo una fuerte presencia de Los Zetas, hasta que prácticamente desaparecieron; en 2019-2020, las autoridades de Zacatecas afirmaban que también había presencia de los cárteles del Golfo, del Noreste y de Los Talibanes. Sin embargo, según reconoció Ismael Camberos Hernández, entonces secretario de Seguridad Pública del estado, al diario El Universal, en febrero de 2020, debido las alianzas de estos grupos con uno y otro bando, la guerra se ha polarizado entre el CJNG y el CDS.
Y es a partir de esta polarización que las masacres y la saña con que los crímenes son ejecutados, han venido en aumento. Uno de los hechos de más alto impacto es la muerte de 35 hombres de ambos bandos en enfrentamientos que tuvieron lugar en el municipio de Valparaíso. Ocurrió el 24 de junio, pero un día antes cuatro mujeres y tres hombres habían sido asesinados en Fresnillo durante el ataque de un comando a una casa. Ese mismo día, en la misma ciudad, fueron colgados de un puente dos policías de San Luis Potosí.
El recuento es dantesco. El 19 de julio fueron asesinadas ocho personas en una fiesta, en Pánuco. El 12 de agosto, los cuerpos de seis hombres aparecieron colgados de un puente en Zacatecas. Más tarde, el 6 de octubre, los cuerpos de tres policías aparecieron a la orilla de la carretera 49. Cuatro días más tarde, otros cuatro policías que se encontraban francos fueron asesinados en Zacatecas, adentro de un vehículo que fue rociado con armas largas.
En noviembre 14 los cuerpos de tres policías de Loreto que habían sido secuestrados una semana antes, fueron encontrados en los límites de Zacatecas y San Luis Potosí. Entre ellos estaba el director de la corporación. Después de este hecho, toda la policía, 23 agentes, renunció.
Entre el 12 y 13 de noviembre fueron reportadas al menos 14 personas asesinadas en la entidad, producto de esta guerra.
El 15 de noviembre aparecieron tres hombres colgados en Fresnillo, un municipio que gobierna un hermano del gobernador; y tres días después, el 18, aparecieron diez ejecutados en otro puente pero de Zacatecas, nueve colgados y otro cuerpo sobre el pavimento.
En este contexto de plomo y sangre se presentó el Plan de Apoyo en Seguridad para Zacatecas con el cual, dijo el secretario de la Defensa, se reforzará el combate a la delincuencia. Se sumarán a las fuerzas que ya están, 3 mil 848 agentes federales entre soldados y miembros de la Guardia Nacional y se pondrán a disposición tres helicópteros artillados del Ejército y de la Guardia Nacional. Igualmente se anunció el apoyo de las bases militares de San Luis Potosí, Guanajuato, Aguascalientes y Jalisco, quienes destinarán 360 efectivos para patrullar los límites de la entidad.
Cada 30 días, aseguró el general, se hará una evaluación de los esfuerzos. Se trata de “evitar la confrontación de grupos delictivos que generan la violencia en el estado y actuar en los límites”.
Sinaloa como espejo del fracaso
Lo que menos se esperaría es que el gobierno federal fracase en su intento por pacificar Zacatecas. Los sinaloenses, —igual que los bajacalifornianos, y los sonorenses, y los chihuahuenses, y los coahuilenses, y los michoacanos, y los guerrerenses…— ya vivieron este tipo de escenarios donde en medio de una guerra de cárteles llega el gabinete de seguridad, anuncia un magno operativo para combatir la criminalidad, se van y ya no regresan.
Ocurrió en mayo de 2008 cuando estalló la guerra entre los hermanos Beltrán Leyva y la alianza del Mayo Zambada y el Chapo Guzmán, también con el apoyo de los hermanos Cázarez, Emilio a la cabeza.
De pronto Sinaloa se convirtió en un infierno y este infierno se extendería a buena parte del país. Después de la detención de Alfredo Beltrán Leyva, en enero de 2008, se fractura el Cártel de Sinaloa y empieza la guerra.
Fue brutal sobre todo después del asesinato de Edgar Guzmán el 8 de mayo de ese año, en una lluvia de balas y bazucasos que lanzaron los pistoleros de su propio bando comandados por Gonzalo Inzunza Inzunza, el Macho Prieto.
Los soldados, que después de haber estado en Sinaloa en operaciones especiales, volvieron por miles. En principio querían intimidar. Algo parecido a lo que dice ahora el general Sandoval cuando afirma que lo que pretenden en Zacatecas es que los bandos ya no se enfrenten para que disminuya la violencia.
Pero fue un cálculo erróneo. Los narcos se replegaron unos días pero luego volvieron a la carga con más fuerza. La violencia fue incontrolable durante tres años. Los homicidios dolosos y la saña se incrementaron a casi el doble de 2007 a 2008, llegando a sumar, 6 mil 575 asesinados en los cuatro años que duró la guerra.
Y, por el contrario, la guerra se extendió a muchas zonas del país. Arturo Beltrán se alió con Los Zetas y con Vicente Carrillo Fuentes. Ardieron Chihuahua, Tamaulipas, Guerrero, Michoacán, Jalisco, Morelos, Baja California… casi todo el país en llamas, hasta que el espectro del narco se fue reconfigurando, pero no como producto de acciones del Gobierno —salvo el debilitamiento de Los Zetas—, sino por la propia dinámica de las organizaciones criminales.
La apuesta de AMLO
El presidente López Obrador llegó a Zacatecas con una propuesta con la cual pretende diferenciarse de Calderón. Tenía que hacerlo después de haberlo criticado tanto. Se hizo acompañar de los secretarios de Agricultura, de Gobernación, de Educación, de Bienestar y del Trabajo. Pero no anunció nada nuevo y fueron solo parte de la escenografía. Nada que marque, en serio, una diferencia.
Dos años después de haber puesto en marcha su guerra contra el narco, Calderón reconoció que no estaba dando resultados. Pero no cambió de estrategia, siguió de frente y al final fracasó dejando un país más violento que el que recibió.
Andrés Manuel va en el mismo camino, sabe que ha estado fallando en darle mayor seguridad a la población y en diezmar el poder del narcotráfico, pero no es capaz de instrumentar una política de Estado contra el crimen. No lo ha sido hasta ahora. Pero ni siquiera lo reconoce.
Artículo publicado el 28 de noviembre de 2021 en la edición 983 del semanario Ríodoce.