Cine: ‘Fuerza trueno’

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Luego de haberse alejado por años, las amigas Lydia (Melissa McCarthy) y Emily (Octavia Spencer) se reencuentran para una fiesta, pero un pequeño descuido las lleva a unirse para salvar a su ciudad de quienes buscan apoderase de ella desde las filas del gobierno (Bobby Cannavale), apoyados por un equipo malvado y de poderes sobrenaturales.

Por donde se le vea, Fuerza Trueno (Thunder Force/EU/2021) es una película mala, y eso es más visible si se toma en cuenta que los últimos años se han desarrollado muy buenas historias de superhéroes, con magníficos efectos especiales y personajes mejor definidos e interpretados que, incluso, se han convertido en ídolos de muchos.

La cinta dirigida por Ben Falcone (esposo de McCarthy y realizador de otras películas de ella: Superintelligence, 2020; El alma de la fiesta, 2018; La jefa, 2016; Tammy, 2014), además de predecible hasta el cansancio, recurre a mostrar situaciones vistas en otros filmes, sirva o no eso como homenaje; se vale de actos y artimañas absurdas, por no decir tontas; cae en diálogos superficiales, vacíos, escatológicos y “groseros”, con la finalidad de hacer reír, pero en lugar de conseguirlo, acaba siendo de mal gusto.

En el filme con guion de Falcone (igual que otros hechos para su esposa, quien, por cierto, interviene en la escritura) no es gracioso pedirle a alguien que se meta a un contenedor de basura para hacerle pagar las burlas a una niña; mezclar cerveza con cereal porque la leche sabe mal; comportarse como una persona inmadura; llevar alcohol al trabajo escondido en un termo; amenazar de muerte a quien se mete con la playera de tu banda favorita; decirle “nerd” a un “listo”; comer pollo crudo; destruir las letras del nombre de la compañía de tu amiga con una pelota de metal; apagar un dispositivo electrónico y burlase quien estaba del otro lado, quien, en realidad, sigue escuchando; no poder entrar un automóvil y un largo etcétera.

En Fuerza Trueno, nueva apuesta de Netflix y de las más vistas de su plataforma, que ojalá no se vuelva una franquicia, no es creíble que una persona pueda entrar a un área en la que se está investigando por años una importantísima sustancia y que la manera de activar mecanismos ahí sea sin contraseñas; no se percibe verosímil la intención de una abuela de poner de novia a su nieta con su mejor amiga y tener un objeto guardado por años que simbolice el hecho; y tampoco se percibe natural la cita que una chica tiene con un cangrejo y todo lo que sucede en ella.

Más allá de señalar las debilidades de la cinta, de la que desde el inicio se identifican buenos, malos, traidores, inmaduros, listos, poderosos, débiles… cabría preguntarse las razones por las cuáles dos actrices de la talla de McCarthy y Spencer acceden a participar en ella, porque de la gracia de la primera no hay duda y la capacidad histriónica de la segunda tampoco, aunque no se vea en esta ocasión. Puede tratarse de falta de dinero, de un fuerte compromiso, de no poder decir no, o de una etapa de no tomarse las cosas tan en serio, lo cierto es que tanto una como la otra están contenidas y no muestran su verdadero talento ni juntas ni por separado. No se la pierda… bajo su propia responsabilidad, como siempre.

Artículo publicado el 18 de abril de 2021 en la edición 951 del semanario Ríodoce.

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