Quienes han visitado Las Labradas las describen como un lugar lleno magia que los hace cargar la energía que emana a cada paso.

Las Barras de Piaxtla, con sus petroglifos, es un interesante lugar para los amantes del turismo ecológico.

Aunque el acceso está libre todo el año, es el equinoccio de primavera el momento cumbre para los visitantes que asisten a las ceremonias y bailes prehispánicos de las etnias mayo-yoreme cada año.

Localizadas justo sobre la línea del Trópico de Cáncer, Las Labradas se encuentran relacionadas con los solsticios de verano, de ahí su importancia en la época prehispánica, pues las antiguas culturas que habitaron la región observaron que a finales del mes de junio, entre los días 21 y 23, ocurría un fenómeno especial.

A partir de diciembre el sol se oculta en el mar durante el ocaso en un sitio diferente, siguiendo una ruta de sur a norte, pero precisamente en el mes de junio, durante el solsticio, el sol se detiene durante varios días (la palabra solsticio está compuesta por dos vocablos que significan “detención del sol”), lo cual puede observarse por la tarde en el mar; después del solsticio, el sol ya no avanza en su recorrido hacia el norte, regresa hacia el sur (hacia el Trópico de Capricornio). Cuando esto ocurre comienza la temporada de lluvias en esta región del país.

Para llegar a este sitio arqueológico debe tomar la carretera número 211 que va de Mazatlán a Culiacán, y aproximadamente en el kilómetro 75, antes de llegar a Estación Dimas, se encuentra la desviación a Barras de Piaxtla por un camino de terracería.

Para llegar a San Ignacio, hay que llegar a Estación Dimas y de allí hay una carretera rumbo a Coyotitán. De este poblado sale la carretera que llega a San Ignacio, y de Piaxtla a San Ignacio hay una distancia de aproximadamente 50 kilómetros.

El hospedaje sólo puede encontrarse en San Ignacio.