Secuestran por 50 años la salud pública

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Documentos de la industria azucarera de Estados Unidos revelan cómo esta industria en los 60 y 70, influyó para determinar que la política de salud pública destinada a reducir la mortalidad por enfermedades del corazón se enfocara en las grasas saturadas e ignorara el impacto del consumo de azúcar. Esta influencia ha durado decenios comprometiendo la eficiencia de las políticas públicas para enfrentar la principal causa de muerte en muchos países.

En la revista científica JAMA Internal Medicine fue publicado recientemente el reporte “La Industria del Azúcar y la Investigación sobre Enfermedades Coronarias del Corazón. Un Análisis Histórico de Documentos Internos de la Industria”, donde se da conocer la estrategia que desarrolló la industria azucarera en los Estados Unidos, a través de su Fundación de Investigación del Azúcar (SRF, por sus siglas en inglés), para negar el vínculo del consumo de azúcar con las enfermedades cardiovasculares.

A fines de los años 50 surgió una enorme preocupación por el incremento de la mortalidad por cardiopatías en los Estados Unidos y los estudios científicos se enfocaron en señalar que las causas estaban en las grasas y el colesterol, por un lado, y en el azúcar, por otro.

Financiando estudios científicos e influyendo en organismos gubernamentales, la SRF puso la atención en las grasas saturadas y el colesterol como única causa de estas enfermedades. De hecho, la industria azucarera identificó que una dieta baja en grasas era una oportunidad para aumentar la presencia de azúcar en la dieta. En 1954, el presidente del SRF, Henry Hass, declaraba: “este cambio significará un aumento en el consumo por persona de azúcar más que una tercera parte con un mejoramiento tremendo de la salud pública”.

Desde finales de los 50, John Yudkin señalaba que había otros factores que aumentaban el riesgo de enfermedades cardiovasculares, como el azúcar, que al menos era igual de importante que las grasas saturadas”.

Para 1965 la SRF invitó al Dr. Fredrick Stare, jefe del Departamento de Nutrición de la Escuela de Salud Pública de Harvard a ser miembro de esta fundación. En julio de ese año la SRF contactó con el Dr. Mark Hegsted, miembro de la facultad dirigida por Stare que había publicado dos artículos que presentaban una relación más evidente entre el azúcar y las enfermedades cardiovasculares, que entre las grasas y estas enfermedades. Los resultados ocuparon la atención de medios de comunicación que comenzaron a difundir la relación entre azúcar y enfermedades cardiovasculares. La SRF financió una revisión de la literatura “Metabolismo de los Carbohidratos y el Colesterol” a los propios investigadores de Harvard (Hegsted y McGandy) coordinados por Stare. Los documentos internos muestran que la revisión tenía por finalidad criticar los estudios que vinculaban al azúcar con las enfermedades cardiovasculares.

El estudio fue publicado en el New England Journal of Medicine en 1967 sin que se mencionara el financiamiento del SRF. La revisión concluyó que la única medida recomendada para prevenir las enfermedades cardiovasculares era reducir en la dieta el colesterol, sustituyendo las grasas saturadas por grasas polinsaturadas y negando toda evidencia de daño del azúcar.

La investigación muestra cómo se influyó también en el Programa Nacional de Caries del Instituto de Investigación Dental para que se dejara de poner en el centro de atención el consumo de azúcar como principal causa de este padecimiento. La industria influyó en la elaboración del reporte “El Azúcar en la Dieta del Hombre”, que protegió sus intereses en la evaluación que realizó sobre la seguridad del azúcar la Administración de Alimentos y Medicamentos de los EUA en 1976.

Pasada la segunda guerra mundial y paralelamente a esta captura de la ciencia y la política de salud pública por la industria azucarera, las empresas trasnacionales de bebidas y alimentos comenzarían a extenderse por los mercados de alimentos en todos los continentes teniendo la característica de contener altas cantidades de azúcares.

El azúcar y, especialmente, el jarabe de maíz de alta fructuosa a partir de los 80, con los altos subsidios a la producción de maíz en los Estados Unidos, se convirtió en un ingrediente con presencia en la mayor parte de los productos; el azúcar, fuera de caña o jarabe de maíz, se convirtió en un ingrediente omnipresente en las bebidas y los alimentos ultraprocesados.

La práctica de comprar la ciencia y determinar la política pública ha continuado hasta nuestros días por parte de la industria del azúcar pero, especialmente, de la industria de bebidas azucaradas responsable de la mayor ingesta de azúcar entre la población.

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