Sinaloa, muy vulnerable a sismos

 

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Riesgo latente en asentamientos de Mazatlán, Topolobampo y Culiacán

  

El registro constante de temblores en el Golfo de California encendió las alarmas en Sinaloa. En los últimos 30 días, el Comité Técnico Científico de la Dirección Estatal de Protección Civil ha registrado 39 sismos, la mayor parte de baja intensidad, y  alerta sobre sismos cada vez más frecuentes y de mayor fuerza que afectarán al Estado por su cercanía con las principales fallas geológicas de la región.

Para el doctor en Sismología por el Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada (CICESE) en Baja California, Héctor Enrique Rodríguez Lozoya, Sinaloa está catalogado en el atlas nacional de riesgos sísmicos en un nivel de moderado a alto y de registrarse un movimiento con escala mayor traería serias repercusiones, porque la mayor parte de su infraestructura no está adaptada a los requerimientos de la norma oficial 2015 que obliga a protegerse de este tipo de fenómenos.

Es muy preocupante, dice, porque en un Estado que almacena millones y millones de metros cúbicos de agua en presas que ya traspasaron su edad promedio de vida útil, existe el riesgo latente de que un sismo de mediana o alta intensidad ocasione daños a las cortinas de los embalses —que ya resienten los efectos de la erosión mecánica— y puedan ocurrir desgracias, sobre todo porque no existe una cultura arraigada en la prevención de desastres derivados de la actividad sísmica.

El especialista dice que esta ausencia de cultura de prevención convierte al Estado en una región muy vulnerable porque encima de que no se acataron lineamientos de construcción para resistir a este tipo de embates, hay extensas áreas habitadas sobre suelos arenosos dentro de las principales ciudades, y otras como Topolobampo, que ante un movimiento telúrico intenso sufrirían daños severos.

El coordinador de Protección Civil en Mazatlán, Óscar Osuna, considera que en Mazatlán, salvo los edificios más modernos, el resto de la infraestructura hotelera y de servicios turísticos no está construida ni adaptada para soportar temblores fuertes,  y el mismo caso se tiene con la infraestructura hospitalaria, escolar y edificios públicos que no previeron estas medidas en sus lineamientos de construcción.

Ahora, por políticas estrictamente de prevención y seguridad, deberán iniciar procesos de revisión y acondicionamiento para adaptarlos a la ocurrencia de estos fenómenos naturales.

El investigador del CISECE comenta  que en un principio la zona más afectada era el norte, donde la mayor parte de los temblores tenían su epicentro frente a la zona de Topolobampo. Ahora ésta se está ampliando y los riesgos de movimientos más frecuentes e intensos se están extendiendo a Culiacán y Mazatlán, que son las ciudades que donde reside  la mayor población del estado. Y frente a estos avisos de la naturaleza no se puede permanecer ajeno, y se tiene que educar a la población.

 

El origen

El  científico del CICESE, asesor del Comité Técnico Científico avocado a investigar y monitorear la actividad sísmica en Sinaloa, explica que esta actividad de la corteza terrestre se registra con intensidad desde 1977 a raíz de los constantes movimientos que tienen las placas tectónicas  al provocar la separación gradual de la Península de Baja California, fenómeno que provoca un desprendimiento de tres centímetros cada año y que favorece la actividad sísmica en Sinaloa y la región peninsular.

“Estamos en la parte más activa de la región, es decir, en la boca del Golfo de California”, dice.

El desprendimiento de la Baja California lo explica como si se tratara de un lagarto que cada año abre su boca tres centímetros más. Y esa boca se ubica justo frente a Sinaloa, aunque los efectos se han resentido más en Los Mochis que en otras regiones del Estado.

Los epicentros graficados en los últimos 30 días corresponden del 20 de marzo al 19 de abril. Se detectaron un total de 39 temblores cuyas causas se asocian directamente al movimiento de las fallas geológicas de la región. El reporte destaca que 21 de estos sismos fueron menores a tres grados; 16 fueron entre 3.1 y 4 grados y solamente dos fueron mayores de 4.1 grados. Se sabe que el de mayor intensidad fue de 5.4 grados con epicentro ubicado a 102.9 kilómetros al oeste de Los Mochis.

 

Mínimo riesgo de tsunamis

Ya en el 2004 se registró un sismo de 6.5 grados, pero como en otras tantas ocasiones, la energía se disipó hacia el océano y fue menos perceptible.

Sin embargo, el científico asegura que Sinaloa no está entre los estados con riesgos de ser afectados por tsunamis. Y explica que a diferencia de Chiapas y otras regiones con alto riesgo de sufrir este fenómeno —porque las placas tectónicas chocan y provoca que el agua tienda a salir del fondo marino— aquí las probabilidades son muy escasas porque las fallas en lugar de tocar las placas, las separan.

Además, el sismólogo argumenta que el comportamiento de la actividad sísmica en la costa del pacífico occidental ha puesto a la región fuera de los desastres naturales derivados de maremotos, porque al estar frente a la Baja California, ésta le sirve como valla natural protectora, lo que hace que ni el sur de Sinaloa que está más abajo del nivel, sufra de este tipo de fenómenos, o bien hace que las probabilidades sean muy escasas. Aquí, los riesgos más evidentes y latentes serían por daños a la infraestructura.

 

Urge el Atlas de riesgos sísmicos

El mismo comité Técnico Científico responsable de monitorear la actividad sísmica en Sinaloa inicio la elaboración de un programa para diagnosticar y detectar todas las áreas susceptibles de riesgos derivados de este tipo de desastres naturales. Se trata de un atlas sobre riesgos sísmicos para el Estado, que se estima concluir en octubre próximo.

 

En este mapa-documento se definirán todas las áreas de Sinaloa que reportan vulnerabilidad frente al tema, detallando los asentamientos que por estar ubicados en suelos blandos o arenosos puedan sufrir daños en su infraestructura. Además, se contempla iniciar trabajos de coordinación con distintas dependencias para el monitoreo y verificación de la infraestructura hidráulica, hospitalaria, educativa y de aquellos edificios cuyas empresas  trabajan con equipos de almacenamiento como silos y otros.

 

La Dirección Estatal de Protección Civil dio a conocer que en Mazatlán, los nuevos desarrollos hoteleros que se construyen en la zona turística ya cuentan con este tipo de tecnologías antisísmicas y se está exigiendo que todo proyecto con estas características se regule bajo la norma 2015 que prevé sismos, de tal forma que las nuevas construcciones puedan resistir movimientos telúricos de hasta siete grados.

 

El experto Rodríguez Lozoya dijo que algunos desarrollos hoteleros están adaptando  amortiguadores o disipadores de actividad sísmica para soportar temblores de hasta nueve grados.

 

En los casos de edificios que no fueron diseñados con la carga sísmica, propone verificar cada caso para iniciar la rehabilitación con aisladores o amortiguadores que adaptan entre la cimentación y la estructura. En el caso de edificios altos sugiere adaptar disipadores de energía para prevenir la fuerza de los sismos.

 

“Y esto debe ser una prioridad. Aunque la urgencia dependerá de cómo lo exija la actividad sísmica. Solo hay que tomar en cuenta que los sismos seguirán y más fuertes y aquí es necesario prevenir incidentes en las ciudades donde se concentran los mayores núcleos de población”, enfatizó.

 

Alertó que hay ciudades como Mazatlán, Topolobampo y Culiacán, cuyos asentamientos están sobre suelos “licuables”, con alto contenido de agua, que hacen que cuando haya sismos sean totalmente vulnerables. Y eso, dijo, es delicado.

 

La sorpresiva incorporación de Sinaloa al mapa de actividad sísmica en el país, está replanteando nuevas formas de diseñar políticas públicas para la prevención de desastres, admite el representante de Protección Civil en Mazatlán. Y entre las ventajas que conlleva se están retomando verificaciones de áreas muy susceptibles.  Por ejemplo, se han instalado acelerógrafos en las presas almacenadoras de agua, mismos que son monitoreados por la UNAM.

 

La Dirección Estatal de Protección Civil trabaja un convenio con la Universidad Autónoma de Sinaloa para formalizar un plan de monitoreo de los acelerógrafos instalados en las cortinas de las presas, con el fin de que se realice una supervisión más constante y estricta en este tipo de  infraestructura.

 

El investigador subraya que la verificación del estado actual de las presas hidráulicas de Sinaloa es un asunto que urge revisar si se toma en cuenta que la infraestructura de los embalses ya cumplió su periodo de vida útil y oficialmente no se sabe que tengan una supervisión estricta de sus cortinas, considerando los riesgos que conlleva la reciente actividad sísmica en la región.

 

 

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