Nunca nos refugiamos en ese escondite llamado “objetividad” porque hemos estado convencidos siempre de que el periodismo es profundamente subjetivo. Entonces había que tomar posición frente a la realidad que estábamos viviendo y que ahora, 12 años después, nos sigue fustigando el rostro.
Ríodoce nació la primera semana de 2003 con la consigna de hacer un periodismo sin más ataduras que nuestras propias limitaciones económicas y profesionales. Los fundadores veníamos de distintas experiencias pero habíamos confluido todos en el diario Noroeste, casa que empezamos a sentir como una camisa de fuerza.
Por eso inventamos este pequeño barco de papel que, dicen algunos, ya sopla como buque.
Definimos las líneas editoriales antes del arranque, sin tener que crear códigos ni manuales de conducta. Vamos a hacer periodismo, punto. Y esto era ya una definición sobre nosotros mismos. Sinaloa, México, nos marcarían las pautas.
A 12 años de iniciar la travesía, las condiciones que motivaron el proyecto no solo se mantienen, sino que se han profundizado: más violencia, mayor corrupción gubernamental, impunidad sin límites… con agravantes adicionales como el cinismo, la frivolidad y hasta la burla hacia los hombres y mujeres a los que, quienes están en el poder, debieran respetar por simple vocación.
Pero si México y Sinaloa no han cambiado, nosotros tampoco: mantenemos y sostendremos nuestra línea editorial sin concesiones de ninguna índole, honrando, como un apostolado innegociable, nuestras razones de ser.
A 12 años de ver la luz, nuestras repetidas gracias.
