Nuestro fracaso para establecer la paz, seguridad y desarrollo

Balacera

 

Uno de los mayores fracasos de los sinaloenses es el festejo del 31 de diciembre.

Durante años, repetidamente, ese día se han puesto en peligro nuestras vidas; se han enaltecido la violencia y el abuso; se ha creado un ambiente de miedo  e inseguridad y se han deteriorado las bases de la economía estatal.

Lea: Burlan operativo y balaceras marcan inicio de 2019 en Sinaloa https://bit.ly/2RhXgBI

En 2017, el impacto económico total de la violencia en Sinaloa fue de 157 mil millones de pesos, que significa el 29 por ciento del PIB del estado, esto es, aproximadamente 45 mil pesos por persona, según estimó el Instituto para la Economía y La Paz.

Una parte de este impacto económico se deriva de la imagen de impunidad y violencia del estado. Una imagen que se forja, en un alto grado, en la noche del nuevo año.

Que se disparen miles de balazos por cientos de sinaloenses hace concluir a muchos inversionistas, compradores y vendedores que aquí no hay certidumbre ni seguridad para las transacciones económicas. Que acá, alguien armado lo puede defraudar o robar impunemente.

Las balaceras de año nuevo son la escenificación de nuestro fracaso por establecer mejores condiciones de paz, seguridad, convivencia, competitividad y desarrollo.

Obviamente en esa noche no suceden todos los males pero si es una acción emblemática que asienta el triunfo cultural de la violencia y la inseguridad.

El daño que se apuntala con las ráfagas no es menor.

La tasa de victimización de las empresas en 2016 fue 2.4 por ciento mayor en Sinaloa que en el resto de México. Sinaloa se encuentra entre los 10 estados que presentan las mayores amenazas para la seguridad de las empresas en el país.

La Encuesta Nacional de Victimización de Empresas 2015 (ENVE) que realizó el INEGI establece que la tasa de delitos contra las empresas en Sinaloa es superior a la media nacional. En 2016, Sinaloa tenía la décima tasa más alta de delitos contra las empresas.

Los resultados del Sondeo de Seguridad Empresarial en México realizado por la Cámara Americana de Comercio, clasificaron a Sinaloa en el noveno lugar de los 10 estados que presentaron los mayores desafíos a la seguridad empresarial en México.

De acuerdo con la ENVE, el 15 por ciento de las empresas que había sido víctima de delitos indicó que canceló planes para crecer o invertir como resultado de ser víctima de un crimen. Las empresas víctimas de delitos también limitaron operaciones comerciales. El 5 por ciento de las empresas canceló rutas comerciales y casi el 8 por ciento dejó de operar o de negociar con otra empresa debido a una experiencia con la delincuencia.

Nuestra capacidad de unirnos y organizarnos para resolver nuestros problemas comunes también se ve mermada por la sensación de temor y el triunfo de la cultura de la violencia.

El Instituto para la Economía y La Paz (IPPM) nos da una calificación débil en buenas relaciones entre los vecinos y en aceptación de los derechos de los demás.

El pilar de buenas relaciones con los vecinos en el IPPM considera tres indicadores: la confianza en sus vecinos reportada por los habitantes, su sentido de seguridad en espacios públicos y la migración neta en el estado.

En general, la mayoría de los habitantes de Sinaloa no se siente seguro en su municipio. Vivimos en un ambiente de zozobra y miedo. El 51 por ciento de la población de Sinaloa indicó que la inseguridad era su principal preocupación.

Los habitantes han hecho cambios en sus rutinas diarias como resultado del temor a ser víctima de un crimen.

El hecho de que la gente haya dejado de tomar el transporte público, viajar a otro estado, salir por la noche y visitar a familiares y amigos, puede minar el sentido de comunidad. Cuando los integrantes de una comunidad retroceden a la esfera privada, tienen menos contacto personal con otros habitantes del municipio y se debilitan las buenas relaciones con los vecinos.

En la noche del 31 de diciembre del 2019 nos volveremos a jugar la careada de cuál es el Sinaloa hegemónico: el trabajador, innovador y esforzado, o el bronco y buchón.

El triunfo de los que demuestran su valor disparando no es inevitable.

Existen dos giros de acción pública que se deben tomar para obtener mejores resultados. A muy grandes rasgos los expongo.

Una primera línea de trabajo es obvia y les toca fundamentalmente a las autoridades policiales.

Debe haber un cambio de estrategia y adoptarse la disuasión focalizada. Las  estrategias de vigilancia policial concentradas en las áreas más simbólicas y de mayor incidencia pueden reducir los niveles de violencia y contribuir a mejoras en la justicia.

Debe haber una capacitación especial a los policías para desempeñar eficientemente la labor específica para ese día y un despliegue mayor de agentes del ministerio público en esas horas.

Asimismo, en esas áreas prioritarias debe llegar el acompañamiento de acciones de equipamiento urbano, como la reparación de alumbrado y desbloqueo de calles, para que no se den la obscuridad y el aislamiento que son condiciones para que se cometa el delito.

La segunda línea de trabajo está en el terreno del pensamiento y los valores, de la lucha cultural.

Se trata de asentar si disparar al aire significa una acción loable y propia de personas admirables, o una acción reprobable y que caracterizan al disparador como un ser aborrecido.

Esto no puede ser solo una campaña de gobierno.

Los espacios del debate necesario son cada casa, centro de trabajo, programa televisión, red social, y salón de clases. Los proclamadores del valor buchón son personajes victoriosos que contrastan con la calificación a la policía. El lenguaje debe ser más claro que lo que una campaña gubernamental puede dar.

El debate debe recaer en la sociedad civil.

El gobierno estatal debe impulsar una amplia participación de voceros empresariales, escolares, influencer, sindicales, religiosos, artísticos, deportivos, celebridades, etarios, comunitarios y vecinales que con un mensaje claro, directo, adecuado a cada lugar y atractivo, penetren al entorno familiar y comunitario de los sinaloenses.

Hay muchas personas que condenan a los buchones y hay muchas organizaciones que trabajan exitosamente por la paz. Se requiere coordinación para actuar en las zonas de mayor rafagueo.

Día a día se forman los valores de una sociedad, día a día se conforman las instituciones de justicia. Ese 31 de diciembre es un día especialmente importante para forjar el perfil de Sinaloa.

La muerte por bala perdida, el miedo, la desconfianza al vecino y la pérdida económica, deben y pueden ser efectivamente derrotados.

Artículo publicado el 3 de febrero de 2019 en la edición 836 del semanario Ríodoce.

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