La palabra imperio procede de la latina imperium, que significa mando, autoridad, gobierno o, más vagamente, poder. En la Roma republicana, el término hacía referencia a los poderes específicos otorgados a los magistrados para declarar la guerra y hacer cumplir la ley.
Con la expansión territorial de Roma, cada vez encontramos más referencias a los debates públicos al imperium populi romani, al imperio del pueblo romano. De esta forma, al final del periodo republicano, el nombre abstracto imperium se había convertido en un nombre propio, que denotaba no sólo la autoridad civil y militar ejercida por los magistrados y comandantes, sino también la entidad sociopolítica y geográfica específica conocida como imperio romano.
Del imperio nos llegó la noticia. De la Associated Press (Agencia de noticias AP) fundada en Estados Unidos en 1846, nos llegó la primicia informativa de que el narcotraficante más buscado en el mundo había sido detenido. La Drug Enforcement Administration (DEA, por sus siglas en inglés) filtró la información. Después, los empleados del imperio en nuestro país empiezan a difundirla.
A las 12:08 horas, el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, anuncia una nueva conferencia de prensa para las 13:00. ¿Desmentirán o confirmarán? Las dudas se despejan cuando a las 12:33, las autoridades mexicanas confirman a la agencia de noticias CNN la captura del Chapo. A las 13:20 su foto desaparece de la lista de más buscados de la DEA. Es la confirmación de Estados Unidos. Se adelanta unos minutos a la mexicana, que ofrece el presidente Enrique Peña Nieto, quien con un tweet expresa su gratitud por el trabajo de las fuerzas de seguridad. Lo detienen en Mazatlán y desde Estados Unidos nos informan. Ese es el imperio. Lo detienen ellos, y ellos nos informan. El empleado espera.
Los narcos han llegado hasta donde han llegado, por la complicidad que existe entre narcotraficante y gobierno, aquí y en Estados Unidos. Se buscan y se necesitan. Los narcos tienen dinero, y los políticos son adictos a él. Tim Newark, en su obra Aliados de la Mafia, de Editorial Alianza, nos describe el acuerdo que el gobierno de Estados Unidos hizo con el jefe de la mafia en Nueva York, Lucy Luciano:
“¿Es aceptable desde el punto de vista moral, que un departamento de uno de los organismos estadounidenses dedicados a las labores de inteligencia cerrase un trato con un cerebro del crimen organizado como Lucy Luciano? Una perspectiva sobre la guerra como ésta es propia de los albores del siglo XXI; en aquel entonces, los agentes del Servicio de Inteligencia Naval de los Estados Unidos no sentían empacho alguno en justificar esta acción: debe hacerse lo necesario para vencer” (página 449).
En el marco global de los acontecimientos, el llamado “Pacto con el diablo” que los norteamericanos cerraron con Luciano no es más que una nota de pie de página sin mayor importancia en la historia de la Segunda Guerra Mundial, dice Tim Newark.
Los sinaloenses estamos sorprendidos por las marchas que se han realizado en algunas ciudades, a favor de su héroe (miércoles 26 de febrero). La verdad es que no debiéramos de estarlo. Con más de 80 años de actividad dedicada a la siembra y comercio de mariguana y amapola, la cultura del narco está metida hasta el tuétano en un sector de sinaloenses.
Son muchos años de complicidades entre autoridades y narcotraficantes. Ahora hacen manifestaciones públicas, que denota la falta de respeto al gobierno. ¿Hay autoridades en Sinaloa?
Una buena explicación sobre este fenómeno de la narco-cultura en Sinaloa la podemos encontrar en la reciente entrevista que Carmen Aristegui le hizo a Javier Valdez, periodista de Ríodoce, http://www.youtube.com/watch?v=RLVzsiMzgMs
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