La marcha mazatleca contra la violencia

 

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La convocatoria pública para exigir justicia por el estado de violencia que se ha cebado contra personajes de la vida pública, tuvo en Mazatlán un participante inesperado: Héctor Melesio Cuen Ojeda, líder del Partido Sinaloense.

Ahí estaba, desde antes del inicio de la marcha. Se le veía aislado de los grupos mayoritarios,   acompañado solamente de un grupo de jóvenes que cumplían además la tarea de protegerlo de cualquier espontáneo y ahí estuvo discreto hasta que se sumó a la cola de la marcha que hizo el trayecto del Monumento al Pescador hasta la Plazuela República.

Escuchó atento las intervenciones fogosas de los representantes de los médicos, abogados, profesores y periodistas, mientras no faltaban uaseños que se acercaban a saludarlo o hacer presencia, decir en el acto, estamos aquí y con usted.

En la masa de asistentes corrían simpatías y molestias por la presencia del dirigente del PAS. Había quienes le sonreían y los que sotto voce lo cuestionaban severamente. A estos no les parecía que estuviera en el acto y argumentaban que no tenía calidad moral cuando tiene demandados a dos periodistas, financia a personas y medios para desacreditar a sus críticos y su partido sostiene la iniciativa de la llamada “ley mordaza”, que buscaría tener control sobre la libre expresión en el estado.

Todo esto es cierto. Sin embargo, en esa tarde húmeda de los últimos días de primavera, estaba el sentimiento de la unidad en el imaginario de cada uno de los presentes, en sus leyendas, imágenes, consignas que remitían inevitablemente a lo omnicomprensivo que representa la lucha por la paz y contra la violencia, además de la exigencia para que la autoridad capture a los asesinos materiales e intelectuales de Javier Valdez.

Sin embargo, quiero pensar que a sabiendas de que su presencia no era bien vista en franjas de los manifestantes, Cuen estuvo ahí como también sus diputados y regidores en las otras ciudades del estado. Al parecer era posición del PAS el acompañamiento a las protestas ciudadanas contra la violencia, pues sin duda existe rentabilidad política sobre todo cuando solo como dirigentes marchaban el pasista y el moreno Químico Benítez.

El resto de los partidos fueron los grandes ausentes en estos actos esperanzadores, mostraron con su ausencia que sus pronunciamientos y llamados a la sociedad solo es saliva discursiva. Confirmaron pues, la distancia entre los partidos, gobierno y la sociedad. La indefensión en que ésta se encuentra y los incentivos que representan para que las fuerzas surgidas de las sombras sigan haciendo de la suyas con absoluta impunidad.

Las protestas en las cinco cabeceras municipales, tenían claro que el objetivo era la unidad y señalar el pésimo desempeño de la autoridad judicial. No había nada nuevo o lo más grave, que a un mes no se sabía si la responsabilidad de la investigación era de la Fiscalía del Estado o de la PGR, a través de la fiscalía Especializada para la Atención de Delitos cometidos contra la Libertad de Expresión (FEADLE).

Entonces, había que presionar para que las autoridades se coordinen y hagan su trabajo, y en ese sentido todos cabemos, sin renunciar a la crítica en otros niveles de los actores políticos que se acercan a estos contingentes que reclaman justicia.

Sinaloa no va a salir del hoyo de impunidad en que se encuentra, si no es con una sociedad participativa que presione a los poderes públicos y el de las sombras; necesita nuevos canales de inclusión, de sensibilización social, de que se entienda que estamos ante un problema que no deja a nadie fuera del alcance del manotazo violento. Que, claro, en este periodo alcanzó a figuras públicas y antes, o sea todos los días, a gente de a pie que lleva la vida como cualquier otro de la calle.

Entonces, la presencia de Cuen y sus simpatizantes no debe llevar al sectarismo de que esta lucha por la paz y contra la violencia es solo de las víctimas y de quienes estamos irritados por el ambiente de violencia, sino  a la unidad, pues como lo dijo uno de los oradores: “no hay familia sinaloense a la que no le haya alcanzado la violencia” y la amenaza es para todos. Ese es el punto, lo otro son rencillas, justas, pero que son una piedra en el camino que hay que quitar para transitar por nuevas avenidas de la vida pública.

 

 

 

 

 

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