Días de asueto electoral

Nunca he encontrado el sentido institucional de que una vez puesto en marcha el proceso electoral, haya un periodo de precampañas destinado a que el candidato frecuentemente único convenza  “a los miembros y simpatizantes de su partido”, y esto ocurre a través de los medios masivos de comunicación, que no está de más recordar, donde estamos todos y todos los colores y emblemas partidarios lo que segmenta necesariamente el mensaje partidario y así, inmediatamente venga un largo periodo de asueto electoral donde no se ve mucho a los candidatos y termina entrando a la fase de campañas.

Acaso, no sería más eficaz y menos costoso, que se eliminara el tiempo correspondiente a las precampañas y del asueto electoral para de una vez entrar de lleno a las campañas electorales, aquello no le aporta nada sustantivo al ciudadano, y si se acortan los tiempos, incluso a uno menor al que va de abril a finales de junio podría tener un mejor provecho público, esto sucede en las democracias consolidadas, donde frecuentemente a algunas de ellas, les basta un mes de campaña para que el ciudadano informado deposite el voto por el candidato de su preferencia.

Somos complicados o complicamos a propósito los calendarios desde las instituciones públicas. Veamos, en este periodo de asueto electoral, ¿qué cosa sustantiva hicieron partidos y candidatos?, no mucho, se dedicaron en casi todos los casos a simular que respetaban la ley, celebraban encuentros subrepticios con militantes, líderes de organizaciones sociales, periodistas y líderes de opinión afines para buscar o refrendar apoyos, o estaban muy activos sus equipos subiendo mensajes insustanciales para “posicionar una idea”, como me dijo un militante morenista o de plano haciendo circular fake news (noticias falsas).

Nada que valiera la pena. Eso sí, llamaba la atención que invariablemente, los candidatos traían en memoria, no en mano, los resultados de encuestas frecuentemente dudosas que exponían ante el interlocutor de turno que, obvio, el candidato y su partido iban en caballo de hacienda.

A mí me sucedió en conversaciones sostenidas con dos candidatos al Senado, ellos inmediatamente  me explicaron “sus números” que, por supuesto, ni siquiera aguantaron las preguntas de rigor: ¿Qué empresa demoscópica realizó la encuesta? ¿Y con cual muestra?, solo alcanzaban a responder escuetamente y con cierta rapidez: “Son confiables, Ernesto”, cuando en la calle se percibía y percibe otra cosa, la gente puede estar convencida de votar a un determinado candidato presidencial, pero dubitativo sobre si lo hace en línea o en forma diferenciada, como lo ha venido haciendo desde hace varios procesos electorales.

¿Habrá nuevos incentivos para corregir la forma de votar? No creo, sobre todo cuando vemos que muchos candidatos son los reciclados eternos, personas que estando en los cargos de representación no hacen su trabajo, son improductivos, pero ahora que existe la reelección los anima a volver a postularse. Hay quienes sabemos no pueden estar sin ser parte de la nómina de los gobiernos, sin medrar en lo insustancial como ejercicio de vida.

Esta fase de juego de resultados de encuestas, engaña bobos, no tiene ningún sentido, los mismos candidatos se sienten incómodos y no saben cómo aprovechar el tiempo de mejor manera que timando a gente. Claro, no es el caso de todos los candidatos, porque los más están a la espera de que se les designe en medio de turbulencias, como las que sacuden al PAN sinaloense y esos si empiezan las campañas prácticamente en forma inmediata.

Algo anda mal en el diseño del calendario electoral, hay tiempos muertos en medio del proceso electoral, que no deberían existir por razones de economía electoral, y hacer de los comicios un asunto menos costoso, más rutinario, más programático, eficaz a la hora de estimular la participación que sabemos deja mucho que desear en franjas de un electorado molesto y escéptico.

En definitiva, estamos en la antesala de la fase de las campañas. Las estrategias de partidos y candidatos entrarán en los próximos días en la recta final del proceso electoral, que se pronostica de choque en las presidenciales y que, no se necesita ser mago, para saber que se va irradiar hacia abajo, hacia las otras campañas.

Esperemos no corra la sangre.

Artículo publicado el 18 de marzo de 2018 en la edición 790 del semanario Ríodoce.

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