Pongo sobre la mesa de discusión algo que muchos están viendo ya como normal en la política mexicana, o más específicamente en la sinaloense.
Se trata de cómo los partidos hacen política no desde la ideología, no desde los principios, no desde una plataforma de gobierno congruente, sino única y exclusivamente desde el pragmatismo que los lleve alcanzar unas posiciones de representación política y mejores presupuestos para seguir aceitando una maquinaria electoral y seguir haciendo lo mismo. O sea, nada consustancial a la esencia de los partidos.
Entonces, siendo así se han perdido las identidades políticas en el eje izquierda-derecha del que sólo quedan los resabios del discurso.
Pero, algo más grave, si lo que se ha creado es una burocracia multipartidaria voraz que nunca termina por satisfacer sus necesidades de dinero y cada vez más olvida el deber ser de los partidos políticos, la política dejó de tener sentido como un bien comunitario. Como una forma de arreglo entre los diferentes. Como un acto de justicia. No es casual tanto irritado.
Es decir, estamos cada vez más a expensas de las ambiciones de una burocracia más preocupada por permanecer que por prestar servicios políticos.
Pregunto, girando la mirada hacia Sinaloa, ¿Acaso no dice nada como los partidos diferentes al PRI están a la expectativa de cómo éste resuelve el tema de su candidatura a gobernador para tomar sus decisiones? o ¿Acaso no dice nada el silencio que todos guardan frente a la flagrancia con que se rompen las reglas de competencia o la tolerancia ante la actuación opaca del instituto electoral, que notoriamente evita el bulto con una mentira de a kilo cuando su vocera sale a decir que no hay violaciones a la ley? Se veía mejor cuando decía que el instituto no actuaba de oficio o que el proceso electoral no había iniciado formalmente.
Y es que está claro, que todo mundo está haciendo su cálculo político y por el momento evitan pronunciamientos que pudieran afectar posibles alianzas o generar enojos.
No debería de extrañar que una vez que pase este momento de silencios siguiendo con ese cálculo, los líderes se quitaran los guantes de terciopelo y arremetieran con todo contra sus adversarios en la contienda por la gubernatura. Lo harán como un performance, como una alegoría, de que van a una lucha por la sociedad, con un programa de gobierno sensato ante la ineficacia y la corrupción de los otros.
Pero, en el fondo, lo que está en juego es la sobrevivencia en las mejores condiciones y los mejores presupuestos. Al final de cuentas lo que es una realidad es que en México los únicos presupuestos que suben sensiblemente año con año, son los destinados a la seguridad pública, el ejército, los partidos políticos y los salarios de los ministros de la Corte o el de director del Banco de México.
Es decir, cómo se perdieron las identidades y se mantuvieron los intereses de los grupos, o se ratificó en la política malovista la idea de que la política solo tiene sentido en los negocios.
La búsqueda del poder entonces si no tiene como propósito último la acumulación privada está lejos de cumplir su cometido. No es casual que en menos de cinco años la deuda pública de Sinaloa se haya disparado, según el SAT, hasta 15 mil millones de pesos y las finanzas de los 18 municipios estén en bancarrota.
Entonces, uno se pregunta, dónde quedó el ideario de justicia social del PRI, la idea de Estado de Derecho de Gómez Morín en el PAN o la lucha por la justicia consustancial a la existencia de la izquierda socialista y lo peor, con estos arreos, hacia dónde vamos cómo sociedad. Acaso cuando se dispararon los negocios en la política, ¿no nos llegó con ella la violencia con su estela de homicidios dolosos?
El rumbo se perdió cuando los negocios privados se metieron en la política y los partidos se llenaron de advenedizos que solo buscaban su beneficio. Ahí, cómo dijo Henry James, dio otra vuelta a la tuerca, y se fue con ella el país con que soñaban Reyes Heroles, Gómez Morín, Martínez Verdugo, Heberto Castillo y tantos otros y otras que le dieron sentido a la política en el arco de los partidos.
Es el tiempo de la política sin valores.
Lo mejor, en este año que inicio con esta colaboración.
