Una mujer fantástica

 Poco después de que Orlando (Francisco Reyes) ingresa al hospital, a su novia Marina (Daniela Vega) le avisan que él muere. Horas antes habían celebrado el cumpleaños de ella y planeado irse de viaje en 10 días, pero esa caída en las escaleras cuando se dirigía al médico luego de despertar a mitad de la noche sin poder respirar, cambió los planes.

Lejos de prepararse para el funeral y despedir a su novio como lo habría hecho cualquiera, para Marina comienza un calvario que no le permite vivir el duelo como debería: se le cuestiona por qué el nombre en su identificación no coincide con su aspecto físico; acerca de los golpes que su novio presentaba, cuando su ingreso al hospital se debía a una razón distinta; la exesposa de Orlando aparece y le reclama el automóvil y el departamento; y el hijo quiere quedase con el perro.

A partir de eso, Marina buscará defender su derecho a despedir a su pareja como merece y a recuperar lo poco o mucho que le haga sentirse cerca de Orlando, pero tendrá que nadar contra corriente.

A pesar de su sencillez por cómo está realizada, Una mujer fantástica (Chile/2017) no es nada fácil. El drama ganador como mejor película extranjera en la pasada edición de los Oscar cuestiona sin temor el tradicionalismo, conservadurismo y las “buenas conciencias” al presentar la historia de una chica transexual que tiene un noviazgo con un hombre que dejó a su esposa e hijos para relacionarse con ella y que, además, puede ser su papá, porque le dobla la edad.

En medio de todo ese discurso a favor de la diversidad, el valor de la cinta dirigida por Sebastián Lelio (Gloria, 2013) y escrita por él mismo junto a Gonzalo Maza es “normalizar” la forma de vida de Marina: el conflicto del personaje de Daniela Vega no es que sea transexual, sino que no puede hacer lo mismo que las demás personas, solo por como ejerce su sexualidad.

Marina tiene el apoyo de su familia, cuenta con dos trabajos en los que no se le discrimina, se defiende tranquilamente cuando alguien le falta al respeto, es una mujer honesta y responsable que lo único que busca es vivir el duelo de haber perdido a su pareja, como cualquier otra mujer que hubiera pasado por lo mismo: a pesar de no haber sido la primera en la vida de su novio, cree tener derechos y quiere hacerlos valer.

Otro punto a favor de la película es la actuación de Daniela Vega. Puede pensarse que porque ella misma es una mujer transexual en la vida real no le costó ningún trabajo interpretar a Marina, pero su papel va más allá de eso: su serenidad, prudencia y cabalidad al responder a los ataques, es el de una persona madura, convincente, que sabe lo quiere, hace lo que siente y no se pierde en comentarios que solo evidencian las limitaciones de los demás.

Más allá de lo correcto o incorrecto, de lo bueno o malo, y de todo lo que se pueda cuestionar a alguien por su sexualidad que como quiera la viva, Una mujer fantástica es oportuna en mostrar el lado “humano” de la diversidad, invita a cuestionar lo que es realmente importante y qué tan preparada está la sociedad ante una situación similar. Vaya a verla… bajo su propia responsabilidad, como siempre.

Artículo publicado el 29 de abril de 2018 en la edición 796 del semanario Ríodoce.

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