Senadores del campo

FOTO: RASHIDE FRIAS /CUARTOSCURO.COM

 

Tienen problemas los productores del campo sinaloense, no les pagan a tiempo sus cosechas, y cuando lo hacen el precio no es el justo.

Periódicamente se ven en la necesidad de tomar las carreteras y bloquear las casetas de cobro para presionar al gobierno federal para que sean atendidas sus demandas.

Sus luchas las hacen solos, sus representantes populares no los acompañan; los senadores sinaloenses se esconden y sus diputados se hacen de la vista gorda. Los productores agrícolas necesitan representantes populares que los acompañen, que compartan sus luchas y sus inquietudes. Pero eso no sucede en Sinaloa, los representantes populares se ponen de acuerdo con los “coyotes” que acaparan sus cosechas y prefieren defender a los industriales. A Sinaloa le urgen senadores del campo.

El estado de Sinaloa representa el 2.2 por ciento del Producto Interno Bruto nacional (PIB). La importancia relativa de Sinaloa en el PIB y en la población es pequeña, sin embargo, representa el 8.1 por ciento del PIB agropecuario del país. La producción agropecuaria define el papel de Sinaloa en el país, particularmente su producción agrícola.

Conforme a datos de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo rural, Pesca y Alimentación (SAGARPA) correspondientes a 2016, Sinaloa es el estado más importante por su aportación al valor de la producción agrícola del país, con un 11.3 por ciento, seguido por Michoacán con el 10.5 por ciento.

Este estado es el primer productor de maíz del país (22.8 por ciento del total de la producción nacional de ese cultivo), de tomate rojo (27.6 por ciento), tomate verde (17 por ciento), berenjena (94.5 por ciento), garbanzo (44.1 por ciento), pepino (40.8 por ciento); y segundo de sorgo (18.4 por ciento), papa (20 por ciento), chile verde (19.4 por ciento). Produce para mercados de exportación, pero también para el mercado nacional.

La riqueza que es generada en los procesos productivos, la transformación y el mercadeo de los alimentos tiende a concentrarse cada vez en menor número de empresas.

La dependencia tecnológica ha aumentado. La riqueza que se deriva de la generación de conocimientos se fuga hacia afuera del país. Las bases para el desarrollo tecnológico endógeno se han venido debilitando. En buena medida, se deja en manos extranjeras la producción de semillas, la nutrición vegetal, la producción de maquinaria para la labranza, el control de plagas y enfermedades, etc.

Los instrumentos de política pública no han sido lo suficientemente eficaces, eficientes y manejados con honestidad. Los programas que canalizan recursos son una vía para mantener clientelas políticas, para cooptar y corromper liderazgos y facilitar el control de las organizaciones, y también su destrucción. Los “moches” están muy institucionalizados, y restringen severamente la capacidad de los recursos públicos de inducir la transformación de las unidades productivas.

A pesar de ser buenos productores, de estar en la frontera en el uso de la tecnología, de disponer de organizaciones económicas, se adolece de una planta productiva fuerte, solvente y estable, hay una significativa fuga de la riqueza que se genera, al igual que deterioro de los recursos naturales y actitudes permisivas con quienes especulan con los precios, habiendo un total y absoluto desorden en el mercado de materias primas.

Las cosas deben cambiar, ¿cómo hacerlo?

En materia alimentaria, la riqueza que se genera debe quedar sustancialmente en el país y ser la base para el aumento del ingreso de los productores y sus familias. Los alimentos deben ser saludables y su producción debe causar el mínimo daño ambiental, con precios razonables para los consumidores, derivados de mercados que reflejen las bondades de una sana competencia.

Para lograr lo anterior se requiere de voluntad política, para avanzar en la ciencia, en la tecnología, en la organización económica de los productores, desde una visión de estado nacional, popular e incluyente que proteja y acompañe a los campesinos y productores.

No más desapego a las cosas básicas: se tienen que desarrollar  las capacidades nacionales para la producción de semillas, fertilizantes, máquinas e implementos, agroquímicos, y para la búsqueda del conocimiento aplicado que permita mantener la competitividad a largo plazo. Hay que hacer posible la generación de empleos, el aumento de la productividad, la producción de alimentos saludables y el respeto al medio ambiente, dando oportunidad a un México mejor.

Rubén Rocha  Moya e Imelda Castro Castro son los futuros  senadores que necesita el campo sinaloense.

Los datos anteriores son parte de la ponencia presentada por el Ing. Alonso Campos Encinas, en el encuentro con productores agrícolas, que el pasado 23 de marzo organizó MORENA en Culiacán, Sinaloa, para dotarse de una propuesta para el campo mexicano.

E-mail:  [email protected]

Twitter: @riosrojo

Artículo de opinión publicado el 1 de abril de 2018 en la edición 792 del semanario Ríodoce.

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